Por Augusto Bleda
Nacemos dependientes, por la
propia condición natural humana, a eso se le suman las circunstancias
coyunturales de la actual sociedad, que atándonos al trabajo y al consumo,
alineados cual productos de la maquinaria social, nos somete a reglamentos innecesarios
y carentes de fundamento, siempre en miras de asegurar el libre
desenvolvimiento del mercado plutocrático y sus magnates financieros. En este
artículo intentaremos atacar las nociones modernas de “Libertad” e “Igualdad”,
y de ver como estás influyen sobre el todo social, siendo en si mismas
conceptos abstractos y genéricos.
1) Igualdad y Democracia
Liberal
“Una misma ley para el león
y para el buey es opresión” - William Blake.
Para esta maquina gigantesca
que llamaremos sistema, modernidad, o como ellos se gustan definirse “nuevo
orden mundial”, solo somos un voto más, un engranaje reemplazable y efímero
sostén de la “aldea global”. Un consumidor, una unidad de producción…
Nos quieren hacer creer, de
todos modos, que “el imperio de la constitución y los derechos humanos” nos
garantizan “libertades individuales”, “seguridad jurídica”, “derechos
inalienables”, “derechos de propiedad”, etc. Y como si fuera poco todo ello,
nos convencen y proclaman que “nacemos libres”.
Se habla mucho del valor
supremo de la “democracia”, el gobierno del pueblo, y sin embargo, ahora que lo
pienso, nadie me preguntó si yo acepto la constitución y de ninguna manera ni
bajo ninguna iniciativa el pueblo puede acceder a criticarla o reformarla. Es
decir, si el “pueblo” es la totalidad: ¿Cómo puede representarme a mi un
gobierno “del pueblo” con el que disiento? …Siendo minoría o individuo
disidente con la totalidad del sistema mismo, ¿acaso no es la única opción
“legal” que nos ofrecen someterse a las mayorías, afirmando que siempre tienen
“razón”? Evidentemente, la democracia de hoy es una ilusión, y una forma impura
de gobierno. A pesar de la vanagloriada libertad de expresión, nadie nos otorga
el derecho de poder ser oídos, ni de criticar los dogmas de este mundo
“democrático” sin ser tildados de locos, fascistas, subversivos, genocidas, y
quien sabe que tantas otras cosas más…y peor aún cuando las críticas efectuadas
sean en pos de una democracia genuina, es decir, directa.
Cuando las circunstancias así
se presentan: ¿Que bien preciado significa esta tan venerada forma de gobierno?
¿Es realmente “la menos peor” de todas? ¿O el fantasma del totalitarismo
dictatorial será un mero chantaje para no pensar nuestra vida fuera de sus
reglas por miedo? ¿No es suficientemente miserable nuestra vida “democrática”
como para no preocuparnos por querer otra forma de vida?
Sin desviarnos del tema
principal de este escrito, afirmamos que el sostén de la farsa democrática es
la noción liberal de la igualdad: Frente a esto, no andaremos con medias
tintas: LA IGUALDAD NO EXISTE, Y NO DEBE EXISTIR. LA IGUALDAD COMO
DERECHO ES UNA FALACIA. Nacemos desiguales, crecemos desiguales y morimos
desiguales.
Ni siquiera debemos ser iguales
en derechos como el sistema nos hizo creer. Un estafador, un violador, o un
corrupto no deben gozar de los mismos derechos, beneficios u obligaciones que
una persona digna, respetuosa, solidaria y comprometida con su entorno natural;
y ciertamente, en los mencionados casos, deben tener algún tipo de castigo, de
parte de la comunidad misma. La noción de justicia nace ante la diferencia y no
ante la igualdad. Es necesaria porque somos diferentes, pues si somos
iguales... ¿Para que la Justicia?
Cada persona debería poseer un
diferente derecho según la función social que ejerza y la recompensa o sanción
que merezca por ello debería “otorgársela” la misma comunidad. Vale aclarar que
no nos referimos aquí a ninguna solución aplicable a la situación agónica de
los actuales Estados-Nación, sino de un “Ideal” de una comunidad organizada,
donde sus miembros son voluntariamente parte del todo social. Los derechos y
libertades de cada individuo deberían delimitarse de acuerdo a los beneficios o
los daños que ejerce en la comunidad a la cual pertenece por propia voluntad.
Quien debería asignar o quitar derechos forma parte de otra discusión que aquí
se complicaría mucho abarcar sin irse del objetivo del artículo.
Sin embargo, vale aclarar una
vez más, cuan distinta sería una situación natural de vida comunitaria con las
estructuras artificiales de los Estados Nación, que se aceptan tácita e
irreflexivamente.
Pensemos en un grupo de amigos
que deciden vivir en un mismo hogar y compartir los gastos y las ganancias. Si
alguno de ellos intentase beneficiarse a costa del resto o de perjudicarlos, lo
más justo es que se lo castigue, se lo advierta, o se lo expulse. Si alguien no
muestra interés en pertenecer a una comunidad, y aún más pretende atacarla y
perjudicar a sus miembros, debería ser expulsado de la misma. Ya en épocas
inmemorables el peor castigo no era la muerte, sino el destierro. Esto es una
muy solapada opinión de como a nuestro parecer debería tocarse el problema de
los “derechos” en una comunidad sana, natural, preferencialmente pequeña en sus
dimensiones materiales (pensemos en las polis griegas), y diametralmente
opuesta a la situación que afrontamos hoy día con los Estados-Monstruo que se
imponen tácitamente a todos los habitantes y pueblos de determinado cerco
geográfico, cual ovejas indiferenciadas ante un mismo patrón.
Volviendo al eje principal, la
desigualdad es algo natural y positivo, ya que la desigualdad implica
pluralidad, en cambia la igualdad no. Ni hablando de los hombres, ni en término
de “derechos”, puede plantearse la igualdad. Aquí, por otro lado, de ninguna
manera justificamos las abismales, opresivas y parasitarias desigualdades
económicas producto del capitalismo.
El Socialismo o la equidad
económica que nosotros sostenemos con firmeza, no es una igualdad en términos
genéricos y dogmáticos, pues nunca se daría de hecho, porque la economía está
hecha de hombres, y los hombres son diferentes, y tienen necesidades,
ocupaciones y talentos diferentes. Una equidad de oportunidades, si, pero como
punto de partida. Quien produce más, obtiene más. Quien trabaja mejor, obtiene
mejores resultados. No es tan complicado y es justo, y no es igualitario. A
nadie debería faltarle lo básico para subsistir dignamente. Sin dinero, pues,
sería todo más “fácil”, más real y más humano. “Cada uno debe producir al menos
lo que consume”. Una desigualdad basada sobre el derecho del mejor a ser
recompensado en lo suyo partiendo de una base de equidad en términos materiales
de subsistencia digna mínima. El derecho del que cumple su función, siendo si
mismo, con esfuerzo, coraje, valor, sacrificio, arraigado en una identidad y
una comunidad, antes que el derecho de los parásitos burgueses, siempre
traidores y viles ante el compañero de ruta.
El dogma igualitario liberal
por el simple y poderoso acto de pensar es fácilmente destruido en un instante.
Para sellar esta exposición sobre la igualdad, usemos un poco la cabeza. Si dos
cosas son “iguales” dejan de ser dos, son una misma cosa. No entiendo muy bien
si nos querrán clonar o que, y menos entiendo a esos ingenuos progresistas que dicen
“Somos iguales pero diferentes”, si, hasta este extremo llega el lavado
cerebral y el irracionalismo dogmático. Esta clase de falacias deben ser
señaladas radicalmente y sin contemplaciones si realmente no queremos ser tan
hipócritas, mediocres y oportunistas como nuestros contemporáneos.
Una vez tratada la idea
abstracta de “Igualdad” que oprime a la persona igualándola al resto de la
humanidad cual oveja Dolly… nos queda hablar de la libertad, otra integrante de
la tríada “revolucionaria” francesa.
2) Libertad, el otro mito
iluminista
“¿Como olvidar que si
existe igualdad no puede haber libertad...qué la nivelación de las
posibilidades, la identidad de los deberes, el reconocimiento recíproco vuelve
imposible la libertad? No existe una libertad abstracta general sino que
existen libertades articuladas conformes a la propia naturaleza; es la idea no
de una libertad homogénea sino del complejo de estas libertades diferenciadas y
cualificadas que el hombre debe hacer surgir en sí. En cuanto a la otra
libertad, la liberal y jusnaturalista, es una ficción del mismo estilo que la
“igualdad” - Julius Evola.
¿Que libertad tenemos?
¿Libertad es tener que crecer criado por una “niñera” e ir a “escuelas” donde
“aprendemos” contenidos abstractos que no nos van a servir para ganarnos la
vida? Y si no gozamos de ciertos beneficios de clase… ¿Libertad para morirnos
de hambre? ¿Para tener un título universitario y trabajar en trabajos que
odiamos para comprar mierda que no necesitamos? ¿Para viajar todas las mañanas
como ganado en colectivos, buses, y subtes para que los usureros viajen cómodos
en limusinas? ¿Libertad es esto? ¿Libertad es tener una ciudad contaminada de
publicidades y carteles luminosos diciéndonos como nos tenemos que ver?
¿Libertad es que se especule con nuestra tierra y los frutos de nuestro trabajo
en bolsas de comercio donde los poderosos hacen sus festines festejando la
desgracia de pueblos enteros?
¿La libertad se compra?
¿Entonces porque necesitamos de dinero para vivir? ¿Que hace de mágico un
pedazo de papel verde? ¿Porque no se puede ser “libre” sin tener ese papel tan
necesitado por todos y manipulado por pocos? ¿Que me garantiza el dinero cuando
lo reproducen y lo multiplican según “leyes de mercado” que nada representan el
mundo y el intercambio del trabajo productivo y los bienes tangibles?
Si todo este mundo moderno se
trata de libertad e igualdad… pues, despertemos, porque NOS ESTAN
CAGANDO. La libertad liberal es una ramera que se acuesta con todos,
es la esclava sexual de la Voluntad de Poder de la minoría del sistema, de los
hombres detrás del complejo aparato financiero.
Libertad, a diferencia de lo
que se cree, NO significa que no haya que seguir reglas y una severa
auto-disciplina para vivir en una comunidad “ideal” como la que describimos
anteriormente, sino exactamente lo contrario. No hay libertad absoluta en esta
existencia. Personalmente detesto esos hijos de la burguesía que parlotean
contra la autoridad pero abrazan la vida cómoda y las falacias iluministas que
aquí nos ocupamos de despellejar. Aun así, la liberté, no deja de ser un
concepto abstracto, en tanto y en cuanto no se puede representar en el mundo
fenoménico. Por otro lado, el hecho mismo de que la naturaleza de la vida
social esté hecha de poder, ya mismo implica un privilegio de ciertas
“libertades” y un detrimento de otras, en tanto y en cuanto “alguien” tiene el
poder, y alguien se supedita a el, sea consintiéndolo o no. Lo mismo se aplica
a cualquier ley o noción de justicia, en tanto prohíbe y sanciona, es decir,
restringe ciertas libertades y deja rienda suelta a otras. Esto viene a que,
queremos evidenciar que la libertad no se puede idealizar ni conceptualizar en
si misma si no está referida a algo, pues, vale repetirlo, en si misma es una
abstracción nominal. La Libertad, simple y llanamente, como sustantivo, no nos
dice nada.
Más allá de esta definición
cruda y empírica de la “Libertad”, aprovecharemos también para referirnos a
otra noción o aspecto de la misma, que consideramos más cercana a nosotros. Una
Libertad referida a lo humano, a lo que el humano tiene de esencial, o justamente,
de libre, potencialmente. Esta libertad existe en los actos en que nos volvemos
más libres de nosotros mismos, por ejercicio de la voluntad, cuando abandonamos
toda sed, en el camino del de condicionamiento y la superación de nosotros
mismos, de nuestros dogmas, de las mentiras que nos han injertado, en un acto
de pura voluntad. Cuando no nos identificamos ya con nuestros impulsos y
necedades mundanas, ni con nuestros placeres. Cuando somos libres del
desenfreno egoísta que glorificando el hedonismo y las apariencias solo
engendra sufrimiento y profundiza la ignorancia. Cuando somos libres de todo lo
que nos hace doblegarnos y de lo que no.
Cuando somos libres de la
noción “libertad” misma. Cuando el lenguaje y la razón abren el camino al gesto
heroico, a la obra artística, a la introspección meditativa y nos acercamos a
la comprensión de nuestra nobleza y nuestra dignidad, teniendo honor, y
fidelidad a nosotros mismos… recién allí podríamos hablar de “Libertad”,
obviamente, en posesión de unos pocos. Además, dicha “libertad”, que no existe
por si misma, sino que es el desenvolvimiento natural de lo que algunos han
llamado el Ser, la voluntad de poder, es el aspecto sobre el que los Hombres
diferentes se afirman, sobre los que el hombre asume su individualidad
desapegándose de la masa egoísta de nuestra época.
La única Libertad genuina que
no es más que relativa, pues se la experimenta al pararse por sobre todo apego,
para tomar consideraciones trascendentes a todo lo que signifique necesidad, supervivencia,
vegetación, entretenimiento. Nace y muere con un acto tal, nunca identifica un
estado, si así fuere, seriamos o Dioses o enfermos mentales y no Hombres.
Un siempre se hallará atado a
las necedades naturales del cuerpo, de leyes de la naturaleza o a ciertas
reglas sociales... uno puede depender menos intentando no ser afectado por la
corriente, por la fatalidad, de eso se trata lo que describimos. Esto
significa también dejar atrás la obsesión por ser “Libre de todo”, lo que
significa una patología más, un apego idiota que nos convierte en esclavos de
“La Libertad”, vaya paradoja. En este mismo escrito nos estamos sometiendo a la
influencia de meros vocablos, eso no es malo, tampoco bueno, simplemente es
necesario para comunicarse, y lo valioso es intentar desarticular las falacias
que giran en torno a el, a la luz de una crítica racional.
Volviendo al tema, pensemos en
la cantidad de personas que se hayan dominadas por tales abstracciones,
entelequias nominales, sentimientos y esperanzas que se travisten en palabras
bonitas y se desvanecen en tanto desaparecen sus creyentes.
Tal como las religiones,
exactamente lo mismo. De todos modos, estas posibilidades o aspectos de una
comprensión vitalista de la libertad no son efectivamente absolutos, pues una
“libertad” tal, es decir, una libertad absoluta escapa a la vida y a la muerte,
escapa al ser, y al no ser por igual, escapa a cualquier definición y por ende
a la razón misma. Escapa al mundo y a la nada. Porque también su sustancia es
vacua y está interconectada a toda elección o fijación dual. Es por esto que la
libertad no puede sino referirse a la responsabilidad, a un encadenamiento
necesario a la propia voluntad, a lo que uno es. Para algunos la libertad
significa una condena. Para nosotros, significa deber, honor, fidelidad y
solidaridad y aceptamos este destino alegremente.
Lo vital para cualquier
individuo en camino de decondicionamiento, es dotarse de una severa
autodisciplina y asimilar el dolor, la muerte, lo oscuro, todo lo que nuestra
cultura sentimentalista y romántica rehúye. La verdadera condición humana es
una tragedia, existen dos actitudes posibles: resignarse o combatir. Depende de
uno mismo y de cada uno querer tomar “conciencia” de la posibilidad de seguir
el camino que nos exige más de nosotros mismos, o el camino del conformismo.
Esta es una elección reservada
a los fuertes y constantes, dominadores y superadores de si mismos. Claro,
los otros son libres de elegir lo otro, es la libertad de la cual gozan los
esclavos, el estar siempre sometidos por el Patrón, por Dios, por la Sociedad
toda. Esto no es capricho nuestro, la vida es así muchachos, la naturaleza es
así y digamos la verdad, no es muy democrática ni tolerante.
La Libertad genuina implica
autonomía y la autonomía fortaleza, capacidad de autoafirmación, fidelidad a
uno mismo, aceptar la vida en su naturaleza trágica. La libertad exige
Ser, por eso es fluctuante y se haya en continuo devenir, no es un estado
permanente, sino que es una cualidad que afecta una elección en el instante
mismo de la acción, nace y muere con la misma acción libre de apego por
manifestaciones o voluntades externas al Ser. Pues ser libre significa afirmar
una voluntad determinada en autonomía, un sentido anhelado en el orden
fluctuante del cosmos. La Libertad para el hombre que asume su condición de
guerrero, que comprende que la vida es lucha, es solo la característica de
todas sus decisiones autónomas. Una consecuencia de su esencia, que implica que
su honor sea su fidelidad a lo que es, es decir al Ser.
3) Reafirmando conceptos y
acercando aclaraciones
La igualdad no existe y no
puede existir, es impuesta para disminuir al más capaz, al fuerte, al libre y
rebajarlo a ser un número, un hombre masa, un consumidor más. La noción de igualdad
por esa simple razón es perjudicial, y es sinónimo de esclavitud…cuando no de
una falacia que motiva todo tipo de manipulaciones.
La Libertad que podemos llegar
a definir siendo esencialmente anti-sistema, es esencialmente interna y en
cierto modo su “comprensión” (o más bien su experiencia) es estrictamente
individual. Una noción sincera y revolucionaria de la Libertad tiene mucho que
más que ver con procesos internos de superación individual, que con la política
y la dominación como pasa en la noción moderna del término. Nadie puede añorar
una Libertad total; siempre se dependerá de algo en cuanto a lo material.
Muy contrariamente a tal
motivación existencial, innata a las personas que SON y no se dejan manejar por
otros, la libertad entendida desde el discurso iluminista y “revolucionario”
francés, es decir, la Libertad como idea-fuerza de la modernidad, la idea
liberal, es una falacia que sirvió de mito movilizador para establecer tiranías
burguesas (capitalistas y comunistas) alrededor del mundo, y nada más. Aún hoy,
si se recuerdan los discursos de Bush, la libertad es justificativo válido para
perpetuar invasiones y ocupaciones militares de toda índole. “Luchar por
la libertad”, no significa nada: Al ser una idea abstracta siempre hablando
empíricamente, estará impresa de una determinada voluntad de poder, y/o sujeta
a un objeto al cual se refiere. Es decir, la “libertad” misma, condicionada. La
Libertad no es libre de su objeto, nunca. La Libertad siempre será insuficiente
en este mundo, y por ello, libertad a medias, es decir, esclavitud… Nos guste,
o no la esclavitud de la elección y el sometimiento a la voluntad del Ser es
innata a la Naturaleza.
Conclusiones y Sentencias
Es indispensable un Hombre
Nuevo, si se quiere arribar a una Sociedad Nueva. Hasta que ese tipo de Hombre
Nuevo, radicalmente antagónico a la vigente sociedad y sus fundamentos últimos,
opuesto de cuajo a los valores vigentes, no habrá “revolución”, no habrá
despertar.
Destruidos los falaces y
frágiles “inmortales principios” de la igualdad y la libertad...dispongámonos a
buscar una alternativa axiológica, cambiemos nuestras vidas desde su raíz.
Corramos el velo de la ignorancia y el ciego fanatismo. Una vez encontrado el
eje, nada impedirá que nos disparemos como una flecha, para atravesar el
objetivo que todo hombre noble añora: vivir fiel a lo que es sin claudicar ante
ninguna clase de dolor, piedad, amor, odio, sufrimiento o apego por lo que es
esencialmente impermanente. Lo único que permanece, es lo que nos hará libres.
Luchemos motivados por esa fidelidad a los principios inmutables: Veracidad,
Honor, Solidaridad, Responsabilidad, todo esto nos exige eternizarnos, nos
convierte en móviles de las causas más nobles.
“No es tan simple decirlo como
hacerlo”, claro… pero ¿que esperaban? Las facilistas doctrinas de salvación y
los paraísos transmundanos que mueran con los débiles, tristes pilares de la
occidental civilización moderna y sus epígonos religiosos. Esencialmente
pasajera, esta civilización algún día desaparecerá sin dejar rastros. Y los
inamovibles, los fuertes, los eternos prevalecerán y harán de la vida, su
imperio.