Por Augusto Bleda
Adrian Salbuchi y Alex Jones,
entre otros, son quienes más nos alertan de los movimientos del Poder
internacional en su objetivo de constituir un Gobierno Mundial Centralizado,
por sobre las diferentes instancias nacionales preexistentes. Las líneas de
trabajo e hipótesis que desarrollan estos compañeros, no deben ser pasadas por
alto por nadie que emprenda una tarea de resistencia.
El señor Salbuchi lleva toda
una vida de Resistencia ante el sistema, y tiene mucho que decirnos al respecto.
Sus investigaciones económicas acerca de la naturaleza del dinero, la usura,
los bancos, y el entramado que caracteriza la toma de decisiones del poder real
que oprime al mundo, no pueden ser ignoradas por nosotros.
¿Porque insistir en esto? Para
saber ubicarnos en tiempo y en espacio. La Política sin previsión, no logra
sino fracasar. Plantada en un momento y en un lugar dado, proyectada hacia el
futuro, la Política, tiene que volver a su rol central, a su verdadero concepto,
ese concepto que fuera definido impecablemente por Carl Schmitt.
“Una definición conceptual
de lo político puede obtenerse sólo mediante el descubrimiento y la
verificación de categorías específicamente políticas” ¿Cuáles son estas
categorías de las que nos habla Schmitt?. “La diferenciación
específicamente política, con la cual se pueden relacionar los actos y las
motivaciones políticas, es la diferenciación entre el amigo y el enemigo.”
Toda actividad pública es Política. Todo enemigo político no es más
que el enemigo público. En este punto, es claro que los móviles que
definen a nuestro enemigo, el conglomerado que ha sido denominado
“Nuevo Orden Mundial”, no son estrictamente económicos, como cierta izquierda está
empecinada en demostrar. Los móviles económicos, son objetivos para el enemigo,
en cuanto son a su vez, objetivos de una conquista, de una guerra
política. Cada paso de estos poderes, una guerra, un asesinato, la diseminación
de una pandemia controlada, la repetición exhaustiva de una noticia, etc., todo
ello, si puede generar beneficios económicos, no tiene un fin económico, sino
un fin político.
Este fin político del Enemigo
es amarrar el mundo a sí, a su voluntad de poder inagotable. Justamente por
eso, el amarre de sociedades y Estados, comenzó por lo económico, controlando
el dinero, y luego las industrias clave, los periódicos, los partidos
políticos. Este enemigo, no es un enemigo de clase, o un enemigo de raza, o un
enemigo religioso. Es un enemigo público, porque es un enemigo político. Ha
utilizado a clases, razas, y religiones, para fortalecerse a si mismo, y los ha
ignorado o combatido cuando fue necesario.
La Verdad Política es Voluntad
de Poder, es persistir, extenderse, explayarse, expandirse. No hay categorías
morales en la política. El enemigo tiene que ser destruido porque es el
enemigo, no porque sea “malo”. Combatimos al sistema, no porque somos “los
buenos”, sino porque el sistema no es nuestro.
La Guerra, justamente, es la
manifestación visible de la enemistad política. Por eso la amamos, porque es
consecuencia de lo que somos. Esta guerra implica, saber quienes somos,
conocernos a nosotros mismos y a su vez conocer muy bien al enemigo, poder
anticiparse a el. Claroscuros hay muchos, contradicciones, infinitas. El
enemigo está centrando, en la actual etapa política, en enfatizar los
mecanismos de control, y para ello implementa las últimas herramientas
tecnológicas y las hace necesarias su publicidad para la mayoría de la
población. Crea guerras, inventa atentados
y enemigos, para poder servirse del control de las libertades humanas, y sobre
todo de vigilar a los disidentes.
“Al enemigo en el sentido
político no hay por qué odiarlo personalmente”, dice Schmitt, y nosotros
agregamos, hay que conocerlo, acercársele, conocer sus franquicias, examinar su
modus operandi, todo esto está en el día a día, en las calles, en los
noticieros, en nuestros patrones, en los desamparados, en nuestros compañeros.
Hay que proceder de manera que el enemigo no pueda hacer nada contra nosotros,
salir de sus categorías de confrontación, de sus clasificaciones, de sus falsas
causas, de sus calificativos. Esto equivale a decir, que hay que abandonar la
semántica del sistema, y evadir los temas que caracterizan la irritabilidad
burguesa de la “sociedad civil”. Provocar, si, por supuesto, pero
con inteligencia. El sistema está contentísimo con sus falsas causas, con sus
discusiones acerca del aborto, del casamiento homosexual, de la inmigración,
está más que contento con la xenofobia, con los pequeños odios entre pueblos
cercanos, entre pobres, entre esclavos.
Justamente porque son debates
accesorios que no hacen a lo esencial, se los perpetúa. Juan Domingo
Perón, otro clarividente político, ya nos había advertido lo siguiente: “Nuestra
respuesta, contra la política de “dividir para reinar” debe ser la
de construir la prolífica de “unirnos para liberarnos””. Y aquí
viene el otro eje clave, saber quienes son los amigos. Todo quien lucha contra
el enemigo, es un amigo. Pero, por eso es indispensable saber quien es el
enemigo, y que clase de enfrentamientos provocados benefician o no a ese
enemigo. Descifrar sus códigos, sus enigmas, sus mentiras. Conocer su proceder,
su historia.
El enemigo político del siglo
XXI se nos presenta líquido, su espíritu está en las venas de todas las
instituciones, en la mayoría de las personas, su estructura es necesariamente
económica, así sujeta a los individuos, con el hambre y con la gula, con la
enfermedad y el medicamento. Fomenta el tener por sobre el del ser. Se impide a
las personas reconocer la esencia de la vida en sociedad, de la comunidad,
justamente, de la verdadera política. El sistema oculta la naturaleza de la
Política, por eso todos se llenan la boca con la palabra “consenso”,
porque no quieren discutir nada, no tienen nada que poner sobre la mesa, nada
que modificar. Por desconocer la naturaleza de la política, la gente no logra
conocerse a si misma, sino que se extravía en las redes de control, porque el
Poder la desarraiga, destruye todas las referencias y las sustituye por las
suyas. Los medios de comunicación son el arma clave. El Poder tiene sus propios
objetivos, responde a una pequeña elite. Por ello, todos los demás son presa de
caza de su política de aniquilación. Y busca aniquilarnos, seamos claros.
Les sobran “recursos humanos”
en el planeta, no harán más que despoblarnos. Es por esto, que en los términos
de esta guerra política global, no existe neutralidad sin complicidad. Y no
existe divisionismo y pelea intestina que no responda a los objetivos del
enemigo. Esto hay que tenerlo claro. Durante mucho tiempo la “extrema
izquierda”, y la “extrema derecha”, y todos los grupos marginales,
sirvieron al sistema y a nadie más. Hay que romper con la lógica
binaria/dualista del sistema. Imponer nuestras propias categorías, nuestra
semántica, y no dividir, sino atacar conjuntamente, en todos los frentes, con
fuego concentrado al corazón de las mentiras, que solo en su hipocresía pueden
mantener la hegemonía sobre la conducta humana.
La Lucha no es solo cultural,
no es solo una lucha política en el sentido partidario/movimentista, es una
lucha existencial, una actitud, un estilo. Esto hoy no tiene fronteras. La
Resistencia es ni más ni menos que lo que somos, y lo hacemos por nosotros
mismos, y para hacer lo mejor de nosotros mismos, necesitamos unirnos. Ahí nace
la comunidad de destino, cuando suspendemos nuestros egoísmos en función de un
colectivo que nos insta a superar nuestra miseria personal. El éxito o el
fracaso, son categorías del enemigo. El sacrificio, es la medida de los héroes.
El heroísmo es la idea de los que buscan superar lo demasiado humano. El
individualismo liberal es una técnica de exterminio político. La Comunidad, o
el genuino socialismo, es la máxima aspiración de los hombres individualmente
concebidos, por si y para si, en su esencia más noble. Luchamos por nosotros
mismos, por eso no somos individualistas, sino que defendemos la amistad, la
unidad en la diversidad, todas las luchas que busquen liberar a los individuos
y a los pueblos del yugo nefasto del capital internacional.
Solo para poder librarnos del
enemigo, debemos conocerlo, por eso, tenemos que escuchar a Salbuchi, a Alex
Jones, a Ceresole, a toda corriente de revisionismo histórico, a Max Weber, a
Spengler, y ponernos manos a la obra, pues quien conoce la verdad y no la
dice, es un infame traidor. Y por último, citamos a aquel gigante de
Ezra Pound: “El que no está dispuesto a asumir un riesgo por sus ideas,
o sus ideas no valen nada o el no vale nada”; Simplemente queremos una
nueva civilización.
Solsticio de Verano, Hemisferio Sur.
1 comentario:
Muy buenos escritos. Sigue así y no dejes de creer en el Ideal.
Saludos.
Publicar un comentario