Por Augusto Bleda
El camino para nuestra liberación, para la
liberación del hombre. Aquel hombre que no quiere pertenecer al rebaño
obediente al consumo. Aquel hombre que entrega su vida por ser más que un
número, más que un cliente, más que un voto. Por buscar algo que vaya más allá de
la vida miserable para la que nos educaron. Estudiar, trabajar, consumir,
morir. ¿A eso le llaman vida?
Veámonos de frente, sabemos muy bien que
tan aparte vivimos del resto. No queremos vivir pendientes del dinero. No
queremos trabajar en trabajos que odiamos para comprar mierda que no
necesitamos. No queremos ser lustrabotas del sistema para obtener un par de
horas de soledad frente a un televisor y a eso llamarle bienestar. Queremos ser
libres, para ser nosotros mismos, para construir la vida que queremos. Lejos de
esta cárcel del materialismo, la ciudad capitalista. Lejos de todas las
ideologías y las modas, lejos de la política que más que liberar nos encadena a
promesas que siempre se posponen.
Queremos nuestro poder hoy, nuestra
voluntad de poder, es por eso que descreemos del estado y sus mentiras, y
buscamos nuestro lugar en el mundo. Nuestra vía es una Guerra Espiritual.
Nuestra liberación es la travesía de una Flecha en la Eternidad. Ella nos
apunta y nos dice: Hagan la revolución, la revolución de los mejores, es hora
de que muera lo viejo, y viva lo eterno. Es hora de ser el camino, el andar y la
meta. Es la hora de las afirmaciones absolutas: un sí, un no, una línea recta,
una meta. Que el hombre sea algo que debe ser superado, será siempre, nuestra
más alta esperanza
.
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