viernes, 15 de junio de 2012

La Falsedad de los Inmortales Principios






Por Augusto Bleda



Nacemos dependientes, por la propia condición natural humana, a eso se le suman las circunstancias coyunturales de la actual sociedad, que atándonos al trabajo y al consumo, alineados cual productos de la maquinaria social, nos somete a reglamentos innecesarios y carentes de fundamento, siempre en miras de asegurar el libre desenvolvimiento del mercado plutocrático y sus magnates financieros. En este artículo intentaremos atacar las nociones modernas de “Libertad” e “Igualdad”, y de ver como estás influyen sobre el todo social, siendo en si mismas conceptos abstractos y genéricos.

1) Igualdad y Democracia Liberal

Una misma ley para el león y para el buey es opresión” - William Blake.

Para esta maquina gigantesca que llamaremos sistema, modernidad, o como ellos se gustan definirse “nuevo orden mundial”, solo somos un voto más, un engranaje reemplazable y efímero sostén de la “aldea global”. Un consumidor, una unidad de producción…

Nos quieren hacer creer, de todos modos, que “el imperio de la constitución y los derechos humanos” nos garantizan “libertades individuales”, “seguridad jurídica”, “derechos inalienables”, “derechos de propiedad”, etc. Y como si fuera poco todo ello, nos convencen y proclaman que “nacemos libres”.

Se habla mucho del valor supremo de la “democracia”, el gobierno del pueblo, y sin embargo, ahora que lo pienso, nadie me preguntó si yo acepto la constitución y de ninguna manera ni bajo ninguna iniciativa el pueblo puede acceder a criticarla o reformarla. Es decir, si el “pueblo” es la totalidad: ¿Cómo puede representarme a mi un gobierno “del pueblo” con el que disiento? …Siendo minoría o individuo disidente con la totalidad del sistema mismo, ¿acaso no es la única opción “legal” que nos ofrecen someterse a las mayorías, afirmando que siempre tienen “razón”? Evidentemente, la democracia de hoy es una ilusión, y una forma impura de gobierno. A pesar de la vanagloriada libertad de expresión, nadie nos otorga el derecho de poder ser oídos, ni de criticar los dogmas de este mundo “democrático” sin ser tildados de locos, fascistas, subversivos, genocidas, y quien sabe que tantas otras cosas más…y peor aún cuando las críticas efectuadas sean en pos de una democracia genuina, es decir, directa.

Cuando las circunstancias así se presentan: ¿Que bien preciado significa esta tan venerada forma de gobierno? ¿Es realmente “la menos peor” de todas? ¿O el fantasma del totalitarismo dictatorial será un mero chantaje para no pensar nuestra vida fuera de sus reglas por miedo? ¿No es suficientemente miserable nuestra vida “democrática” como para no preocuparnos por querer otra forma de vida?

Sin desviarnos del tema principal de este escrito, afirmamos que el sostén de la farsa democrática es la noción liberal de la igualdad: Frente a esto, no andaremos con medias tintas: LA IGUALDAD NO EXISTE, Y NO DEBE EXISTIR. LA IGUALDAD COMO DERECHO ES UNA FALACIA. Nacemos desiguales, crecemos desiguales y morimos desiguales.

Ni siquiera debemos ser iguales en derechos como el sistema nos hizo creer. Un estafador, un violador, o un corrupto no deben gozar de los mismos derechos, beneficios u obligaciones que una persona digna, respetuosa, solidaria y comprometida con su entorno natural; y ciertamente, en los mencionados casos, deben tener algún tipo de castigo, de parte de la comunidad misma. La noción de justicia nace ante la diferencia y no ante la igualdad. Es necesaria porque somos diferentes, pues si somos iguales... ¿Para que la Justicia?

Cada persona debería poseer un diferente derecho según la función social que ejerza y la recompensa o sanción que merezca por ello debería “otorgársela” la misma comunidad. Vale aclarar que no nos referimos aquí a ninguna solución aplicable a la situación agónica de los actuales Estados-Nación, sino de un “Ideal” de una comunidad organizada, donde sus miembros son voluntariamente parte del todo social. Los derechos y libertades de cada individuo deberían delimitarse de acuerdo a los beneficios o los daños que ejerce en la comunidad a la cual pertenece por propia voluntad. Quien debería asignar o quitar derechos forma parte de otra discusión que aquí se complicaría mucho abarcar sin irse del objetivo del artículo.

Sin embargo, vale aclarar una vez más, cuan distinta sería una situación natural de vida comunitaria con las estructuras artificiales de los Estados Nación, que se aceptan tácita e irreflexivamente.

Pensemos en un grupo de amigos que deciden vivir en un mismo hogar y compartir los gastos y las ganancias. Si alguno de ellos intentase beneficiarse a costa del resto o de perjudicarlos, lo más justo es que se lo castigue, se lo advierta, o se lo expulse. Si alguien no muestra interés en pertenecer a una comunidad, y aún más pretende atacarla y perjudicar a sus miembros, debería ser expulsado de la misma. Ya en épocas inmemorables el peor castigo no era la muerte, sino el destierro. Esto es una muy solapada opinión de como a nuestro parecer debería tocarse el problema de los “derechos” en una comunidad sana, natural, preferencialmente pequeña en sus dimensiones materiales (pensemos en las polis griegas), y diametralmente opuesta a la situación que afrontamos hoy día con los Estados-Monstruo que se imponen tácitamente a todos los habitantes y pueblos de determinado cerco geográfico, cual ovejas indiferenciadas ante un mismo patrón.

Volviendo al eje principal, la desigualdad es algo natural y positivo, ya que la desigualdad implica pluralidad, en cambia la igualdad no. Ni hablando de los hombres, ni en término de “derechos”, puede plantearse la igualdad. Aquí, por otro lado, de ninguna manera justificamos las abismales, opresivas y parasitarias desigualdades económicas producto del capitalismo.

El Socialismo o la equidad económica que nosotros sostenemos con firmeza, no es una igualdad en términos genéricos y dogmáticos, pues nunca se daría de hecho, porque la economía está hecha de hombres, y los hombres son diferentes, y tienen necesidades, ocupaciones y talentos diferentes. Una equidad de oportunidades, si, pero como punto de partida. Quien produce más, obtiene más. Quien trabaja mejor, obtiene mejores resultados. No es tan complicado y es justo, y no es igualitario. A nadie debería faltarle lo básico para subsistir dignamente. Sin dinero, pues, sería todo más “fácil”, más real y más humano. “Cada uno debe producir al menos lo que consume”. Una desigualdad basada sobre el derecho del mejor a ser recompensado en lo suyo partiendo de una base de equidad en términos materiales de subsistencia digna mínima. El derecho del que cumple su función, siendo si mismo, con esfuerzo, coraje, valor, sacrificio, arraigado en una identidad y una comunidad, antes que el derecho de los parásitos burgueses, siempre traidores y viles ante el compañero de ruta.

El dogma igualitario liberal por el simple y poderoso acto de pensar es fácilmente destruido en un instante. Para sellar esta exposición sobre la igualdad, usemos un poco la cabeza. Si dos cosas son “iguales” dejan de ser dos, son una misma cosa. No entiendo muy bien si nos querrán clonar o que, y menos entiendo a esos ingenuos progresistas que dicen “Somos iguales pero diferentes”, si, hasta este extremo llega el lavado cerebral y el irracionalismo dogmático. Esta clase de falacias deben ser señaladas radicalmente y sin contemplaciones si realmente no queremos ser tan hipócritas, mediocres y oportunistas como nuestros contemporáneos.

Una vez tratada la idea abstracta de “Igualdad” que oprime a la persona igualándola al resto de la humanidad cual oveja Dolly… nos queda hablar de la libertad, otra integrante de la tríada “revolucionaria” francesa.

2) Libertad, el otro mito iluminista

“¿Como olvidar que si existe igualdad no puede haber libertad...qué la nivelación de las posibilidades, la identidad de los deberes, el reconocimiento recíproco vuelve imposible la libertad? No existe una libertad abstracta general sino que existen libertades articuladas conformes a la propia naturaleza; es la idea no de una libertad homogénea sino del complejo de estas libertades diferenciadas y cualificadas que el hombre debe hacer surgir en sí. En cuanto a la otra libertad, la liberal y jusnaturalista, es una ficción del mismo estilo que la “igualdad” - Julius Evola.

¿Que libertad tenemos? ¿Libertad es tener que crecer criado por una “niñera” e ir a “escuelas” donde “aprendemos” contenidos abstractos que no nos van a servir para ganarnos la vida? Y si no gozamos de ciertos beneficios de clase… ¿Libertad para morirnos de hambre? ¿Para tener un título universitario y trabajar en trabajos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos? ¿Para viajar todas las mañanas como ganado en colectivos, buses, y subtes para que los usureros viajen cómodos en limusinas? ¿Libertad es esto? ¿Libertad es tener una ciudad contaminada de publicidades y carteles luminosos diciéndonos como nos tenemos que ver? ¿Libertad es que se especule con nuestra tierra y los frutos de nuestro trabajo en bolsas de comercio donde los poderosos hacen sus festines festejando la desgracia de pueblos enteros?

¿La libertad se compra? ¿Entonces porque necesitamos de dinero para vivir? ¿Que hace de mágico un pedazo de papel verde? ¿Porque no se puede ser “libre” sin tener ese papel tan necesitado por todos y manipulado por pocos? ¿Que me garantiza el dinero cuando lo reproducen y lo multiplican según “leyes de mercado” que nada representan el mundo y el intercambio del trabajo productivo y los bienes tangibles?

Si todo este mundo moderno se trata de libertad e igualdad… pues, despertemos, porque NOS ESTAN CAGANDO. La libertad liberal es una ramera que se acuesta con todos, es la esclava sexual de la Voluntad de Poder de la minoría del sistema, de los hombres detrás del complejo aparato financiero.

Libertad, a diferencia de lo que se cree, NO significa que no haya que seguir reglas y una severa auto-disciplina para vivir en una comunidad “ideal” como la que describimos anteriormente, sino exactamente lo contrario. No hay libertad absoluta en esta existencia. Personalmente detesto esos hijos de la burguesía que parlotean contra la autoridad pero abrazan la vida cómoda y las falacias iluministas que aquí nos ocupamos de despellejar. Aun así, la liberté, no deja de ser un concepto abstracto, en tanto y en cuanto no se puede representar en el mundo fenoménico. Por otro lado, el hecho mismo de que la naturaleza de la vida social esté hecha de poder, ya mismo implica un privilegio de ciertas “libertades” y un detrimento de otras, en tanto y en cuanto “alguien” tiene el poder, y alguien se supedita a el, sea consintiéndolo o no. Lo mismo se aplica a cualquier ley o noción de justicia, en tanto prohíbe y sanciona, es decir, restringe ciertas libertades y deja rienda suelta a otras. Esto viene a que, queremos evidenciar que la libertad no se puede idealizar ni conceptualizar en si misma si no está referida a algo, pues, vale repetirlo, en si misma es una abstracción nominal. La Libertad, simple y llanamente, como sustantivo, no nos dice nada.

Más allá de esta definición cruda y empírica de la “Libertad”, aprovecharemos también para referirnos a otra noción o aspecto de la misma, que consideramos más cercana a nosotros. Una Libertad referida a lo humano, a lo que el humano tiene de esencial, o justamente, de libre, potencialmente. Esta libertad existe en los actos en que nos volvemos más libres de nosotros mismos, por ejercicio de la voluntad, cuando abandonamos toda sed, en el camino del de condicionamiento y la superación de nosotros mismos, de nuestros dogmas, de las mentiras que nos han injertado, en un acto de pura voluntad. Cuando no nos identificamos ya con nuestros impulsos y necedades mundanas, ni con nuestros placeres. Cuando somos libres del desenfreno egoísta que glorificando el hedonismo y las apariencias solo engendra sufrimiento y profundiza la ignorancia. Cuando somos libres de todo lo que nos hace doblegarnos y de lo que no.

Cuando somos libres de la noción “libertad” misma. Cuando el lenguaje y la razón abren el camino al gesto heroico, a la obra artística, a la introspección meditativa y nos acercamos a la comprensión de nuestra nobleza y nuestra dignidad, teniendo honor, y fidelidad a nosotros mismos… recién allí podríamos hablar de “Libertad”, obviamente, en posesión de unos pocos. Además, dicha “libertad”, que no existe por si misma, sino que es el desenvolvimiento natural de lo que algunos han llamado el Ser, la voluntad de poder, es el aspecto sobre el que los Hombres diferentes se afirman, sobre los que el hombre asume su individualidad desapegándose de la masa egoísta de nuestra época.

La única Libertad genuina que no es más que relativa, pues se la experimenta al pararse por sobre todo apego, para tomar consideraciones trascendentes a todo lo que signifique necesidad, supervivencia, vegetación, entretenimiento. Nace y muere con un acto tal, nunca identifica un estado, si así fuere, seriamos o Dioses o enfermos mentales y no Hombres.

Un siempre se hallará atado a las necedades naturales del cuerpo, de leyes de la naturaleza o a ciertas reglas sociales... uno puede depender menos intentando no ser afectado por la corriente, por la fatalidad, de eso se trata lo que describimos. Esto significa también dejar atrás la obsesión por ser “Libre de todo”, lo que significa una patología más, un apego idiota que nos convierte en esclavos de “La Libertad”, vaya paradoja. En este mismo escrito nos estamos sometiendo a la influencia de meros vocablos, eso no es malo, tampoco bueno, simplemente es necesario para comunicarse, y lo valioso es intentar desarticular las falacias que giran en torno a el, a la luz de una crítica racional.

Volviendo al tema, pensemos en la cantidad de personas que se hayan dominadas por tales abstracciones, entelequias nominales, sentimientos y esperanzas que se travisten en palabras bonitas y se desvanecen en tanto desaparecen sus creyentes.

Tal como las religiones, exactamente lo mismo. De todos modos, estas posibilidades o aspectos de una comprensión vitalista de la libertad no son efectivamente absolutos, pues una “libertad” tal, es decir, una libertad absoluta escapa a la vida y a la muerte, escapa al ser, y al no ser por igual, escapa a cualquier definición y por ende a la razón misma. Escapa al mundo y a la nada. Porque también su sustancia es vacua y está interconectada a toda elección o fijación dual. Es por esto que la libertad no puede sino referirse a la responsabilidad, a un encadenamiento necesario a la propia voluntad, a lo que uno es. Para algunos la libertad significa una condena. Para nosotros, significa deber, honor, fidelidad y solidaridad y aceptamos este destino alegremente.

Lo vital para cualquier individuo en camino de decondicionamiento, es dotarse de una severa autodisciplina y asimilar el dolor, la muerte, lo oscuro, todo lo que nuestra cultura sentimentalista y romántica rehúye. La verdadera condición humana es una tragedia, existen dos actitudes posibles: resignarse o combatir. Depende de uno mismo y de cada uno querer tomar “conciencia” de la posibilidad de seguir el camino que nos exige más de nosotros mismos, o el camino del conformismo.

Esta es una elección reservada a los fuertes y constantes, dominadores y superadores de si mismos. Claro, los otros son libres de elegir lo otro, es la libertad de la cual gozan los esclavos, el estar siempre sometidos por el Patrón, por Dios, por la Sociedad toda. Esto no es capricho nuestro, la vida es así muchachos, la naturaleza es así y digamos la verdad, no es muy democrática ni tolerante.

La Libertad genuina implica autonomía y la autonomía fortaleza, capacidad de autoafirmación, fidelidad a uno mismo, aceptar la vida en su naturaleza trágica. La libertad exige Ser, por eso es fluctuante y se haya en continuo devenir, no es un estado permanente, sino que es una cualidad que afecta una elección en el instante mismo de la acción, nace y muere con la misma acción libre de apego por manifestaciones o voluntades externas al Ser. Pues ser libre significa afirmar una voluntad determinada en autonomía, un sentido anhelado en el orden fluctuante del cosmos. La Libertad para el hombre que asume su condición de guerrero, que comprende que la vida es lucha, es solo la característica de todas sus decisiones autónomas. Una consecuencia de su esencia, que implica que su honor sea su fidelidad a lo que es, es decir al Ser.

3) Reafirmando conceptos y acercando aclaraciones

La igualdad no existe y no puede existir, es impuesta para disminuir al más capaz, al fuerte, al libre y rebajarlo a ser un número, un hombre masa, un consumidor más. La noción de igualdad por esa simple razón es perjudicial, y es sinónimo de esclavitud…cuando no de una falacia que motiva todo tipo de manipulaciones.

La Libertad que podemos llegar a definir siendo esencialmente anti-sistema, es esencialmente interna y en cierto modo su “comprensión” (o más bien su experiencia) es estrictamente individual. Una noción sincera y revolucionaria de la Libertad tiene mucho que más que ver con procesos internos de superación individual, que con la política y la dominación como pasa en la noción moderna del término. Nadie puede añorar una Libertad total; siempre se dependerá de algo en cuanto a lo material.

Muy contrariamente a tal motivación existencial, innata a las personas que SON y no se dejan manejar por otros, la libertad entendida desde el discurso iluminista y “revolucionario” francés, es decir, la Libertad como idea-fuerza de la modernidad, la idea liberal, es una falacia que sirvió de mito movilizador para establecer tiranías burguesas (capitalistas y comunistas) alrededor del mundo, y nada más. Aún hoy, si se recuerdan los discursos de Bush, la libertad es justificativo válido para perpetuar invasiones y ocupaciones militares de toda índole. “Luchar por la libertad”, no significa nada: Al ser una idea abstracta siempre hablando empíricamente, estará impresa de una determinada voluntad de poder, y/o sujeta a un objeto al cual se refiere. Es decir, la “libertad” misma, condicionada. La Libertad no es libre de su objeto, nunca. La Libertad siempre será insuficiente en este mundo, y por ello, libertad a medias, es decir, esclavitud… Nos guste, o no la esclavitud de la elección y el sometimiento a la voluntad del Ser es innata a la Naturaleza.







Conclusiones y Sentencias

Es indispensable un Hombre Nuevo, si se quiere arribar a una Sociedad Nueva. Hasta que ese tipo de Hombre Nuevo, radicalmente antagónico a la vigente sociedad y sus fundamentos últimos, opuesto de cuajo a los valores vigentes, no habrá “revolución”, no habrá despertar.

Destruidos los falaces y frágiles “inmortales principios” de la igualdad y la libertad...dispongámonos a buscar una alternativa axiológica, cambiemos nuestras vidas desde su raíz. Corramos el velo de la ignorancia y el ciego fanatismo. Una vez encontrado el eje, nada impedirá que nos disparemos como una flecha, para atravesar el objetivo que todo hombre noble añora: vivir fiel a lo que es sin claudicar ante ninguna clase de dolor, piedad, amor, odio, sufrimiento o apego por lo que es esencialmente impermanente. Lo único que permanece, es lo que nos hará libres. Luchemos motivados por esa fidelidad a los principios inmutables: Veracidad, Honor, Solidaridad, Responsabilidad, todo esto nos exige eternizarnos, nos convierte en móviles de las causas más nobles.

“No es tan simple decirlo como hacerlo”, claro… pero ¿que esperaban? Las facilistas doctrinas de salvación y los paraísos transmundanos que mueran con los débiles, tristes pilares de la occidental civilización moderna y sus epígonos religiosos. Esencialmente pasajera, esta civilización algún día desaparecerá sin dejar rastros. Y los inamovibles, los fuertes, los eternos prevalecerán y harán de la vida, su imperio.


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