sábado, 23 de junio de 2012

NueStra Economía







Por Augusto Bleda

1) La Economía de la Catástrofe: Lo que se debe discutir en primer lugar no es el valor de un sistema económico u otro, sino el verdadero lugar que ocupa la economía. Y en una sociedad sana la economía está subordinada al factor político, en beneficio del pueblo.

Hoy gobierna la ética del mercader, con las reglas de los banqueros, apoyados en la complacencia servil y hedonista de las mayorías narcotizadas. Pero los tiempos están exigiendo cambios, pues cada vez es más evidente que las falencias del capitalismo desembocarán en una catástrofe natural, sin precedentes en la historia. Ante la realidad de la destrucción de la naturaleza perpetrada por la explotación desmedida de recursos naturales y la contaminación, varios ya están tomando conciencia de que es preciso un cambio en el trasfondo cosmovisional, en la existencia del hombre.

Los países ricos nos están haciendo pagar a todos el precio de la industrialización tecnologicista y el lujo enfermizo que los caracteriza. Es por está impuesta realidad globalizada, que para la resolución de esta crisis, no alcanza con respuestas o medidas de ámbito nacional, sino que a estos hechos deben darse respuestas y conclusiones globales. Todos estamos involucrados, pues compartimos un enemigo. Todos nosotros, las minorías activas disidentes. Quienes luchamos por convicciones y consideraciones éticas profundas, buscamos la liberación y destrucción de este sistema injusto. Este sistema que se basa en invasiones, saqueos, y se sostiene en sus crisis gracias a los negocios más inmorales: farmacología, armamento, narcotráfico, pedofilia, saqueo de recursos naturales, destrucción del suelo con fertilizantes, herbicidas, y otros agro-tóxicos, etc. Todo, absolutamente, se lo devora el capital, en su se por acaparar cada vez más a cambio de cada vez menos.

Este es el mundo que ha tomado como medida el dinero, como destino la economía, como valor último el placer egoísta, como líderes supremos, los usureros. Algo debe replantearse entre los Hombres, algo profundo y serio, que no solo precisa conciencia y comunicación, acciones de repudio y organización: sino que es en primer lugar necesario un despertar heroico dentro de cada uno de nosotros, que ponga el deber antes que el placer, superponiendo el bien común por sobre el egoísmo individual, y sosteniéndonos firmes en la verdad hasta las ultimas consecuencias. Sin este despertar espiritual en el hombre, no habrá futuro.

El camino que Occidente impuso al resto del mundo es un error, el error que más le costará a los Europeos de hoy, que pagarán el precio de haber sido, a través de su cultura, el baluarte y la columna vertebral del Imperialismo promovido por los financistas capitalistas apátridas. Spengler, magistralmente, definió que sin una “revolución” en los pueblos “blancos”, las crecientes demandas sociales de los pueblos de color, iban a terminar invadiendo la realidad virtual y egoísta de la civilización, de las urbes mundiales, del hedonismo estructural para acabar con ellas y con toda la “cultura” subyacente.

Cada vez más inmigrantes llegan a las grandes ciudades, con hambre, sed de placer, buscando una porción de los privilegios del american way of life, que los ha saqueado y ha hecho imposible la subsistencia digna en sus países. Justamente por haberles injertado la
“superior cultura europea” del lujo, la ostentación, del “tener”, la cosificación, la obsesión con los entes, hoy están siendo invadidos magistralmente, alegando a las mismas armas que su invasor les dio: la cultura liberal y la prédica igualitaria.
Si Europa no despierta de su letargo, pagará muy caro el precio de sus lujos y sus ideales más nefastos. Lo mismo se extiende a todos los centros urbanos enriquecidos de este modelo de civilización alrededor del mundo.


2) La Economía de la Resistencia: La Economía de la Resistencia es Economía de Guerra, de Guerra Revolucionaria. La economía toma de nuevo su verdadera dimensión en nuestra liberación, como medio, y no como fin. Pues está subordinada a nuestra voluntad política comunitaria. Esta es una Guerra Espiritual. Con esto queremos decir que es la expresión propia de lo que consideramos un deber, un compromiso indelegable. Algo que nace de nosotros mismos y no de elementos externos a nuestro Ser. La Resistencia es austera porque es combativa, no despilfarra ni gasta en ningún lujo innecesario, elimina todo lo secundario, lo accesorio, lo superficial. Es extremadamente austera, pues lo invierte todo en su propia organización, en su formación, en la acción.

Trata por todos los medios de hacer pensar a sus pares, de expresarse de manera firme con un estilo propio, con altura. Todo Guerrero es en el fondo un Poeta. En su gesta integra los siguientes elementos indispensables: pensamiento, disciplina, creatividad, acción y reflexión. Se considera, por esto, agradecido y distinto, por el conocimiento y la amplitud de miras de la que es poseedor, pero de ninguna manera se pretende superior. No es soberbio ni se considera iluminado. El reconocimiento a lo que es, se lo da honrando su propio deber, sus imperativos solidarios por sobre las contingencias y gustos individuales.
“El contenido último de esta
Es de estos imperativos supra-individuales de austeridad y solidaridad, que el Hombre Nuevo, resiste a la deblace económica y moral capitalista con su austeridad de carácter ascético. Lucha por crear las estructuras que le permitan expresar su voluntad más íntima: encontrar en lo social, un orden que refleje su espíritu combativo, aguerrido, indomable. Por eso es Antiimperialista, y en consecuencia, por eso es Socialista. Y quiere deshacerse de los colaboradores de la dominación foránea, empezando por los banqueros, por todos quienes se benefician del trabajo de otros sin aportar a la comunidad sus ganancias. Sabe que eliminando a los ricos, no cambiará el sistema, por lo que hace de su organización una Escuela. Su escuela forma a los hombres, los integra, los hace participes de la liberación nacional y social. Y los encuadra en buscas de conformar una Milicia de predicadores que disparan pensando. La necesaria Milicia Nacional y Popular, que se inserta en la misma lucha de todos los pueblos explotados y oprimidos del mundo que buscan encontrarse con si mismos en la hora decisiva.

Aunque a muchos les duela, estamos seguros que llegará la Hora de los Pueblos, el día en que ellos mismos elijan su destino y su fatalidad, su tragedia, en libertad. Por eso somos solidarios, y sabemos que el combate, más que nunca, es universal, aunque la organización conserve las formas, las identidades, la particularidades nacionales, el contenido último, ético, espiritual de nuestra revolución pertenece por igual a todos los Hombres que se afirmen por sobre la masa egoísta de devoradores rapaces, por sobre la economía individualista de la catástrofe.

La Economía de la Resistencia, la Economía de la Guerra Revolucionaria, dirige e invierte todo su tiempo, recursos y esfuerzos a la construcción de la Escuela, su organización, ocupándose siempre de los sacrificios que fuesen necesarios, alcanzar la autarquía material, la independencia completa que integra lo material con lo espiritual, la mayor amplitud comunicativa y la sencillez que el hombre del pueblo exige. Hasta ese día, combatiremos y ejerceremos la crítica demoledora que esta civilización se merece.

Esta Idea es NueStra Patria. No tiene punto final, porque es una Obra Atemporal, a través de la cual, peleando por ella, nos eternizamos nosotros mismos. Esta es nuestra Revolución. Queremos que sea la Revolución de los Mejores, queremos que nuestra Política, y la organización económica de nuestra Resistencia, hable de nosotros mismos por si sola y hable del futuro de nuestros pueblos. Por todo ello, combatimos.

3) La Economía en el Estado Popular: Consideramos que se debe socializar la riqueza, garantizando la igualdad de posibilidades para que cada uno ocupe el lugar que le pertenece. Justicia social, ni más ni menos, significa esto. Poner a disponibilidad de todos, desarrollarse individualmente en su vocación y de acuerdo también a las necesidades de la sociedad. El Bien Común se antepondrá a los deseos del individuo, para garantizar la subsistencia de todos, es decir, el porvenir independiente de la Nación. El Estado dispondrá de una fuerte y nueva legislación para hacer imposible el resurgimiento de las actividades improductivas y de los negocios perjudiciales a la comunidad.

Se Nacionalizará el comercio exterior y la banca, así como todos los servicios estratégicos para garantizar la independencia económica del Estado.
Se fomentarán todo tipo de cooperativas y asociaciones productivas que busquen deshacerse de

Patrones y Gerentes. Se descentralizará la población mediante planes de vuelta al trabajo agrícola orgánico.

Las huertas comunitarias formarán central parte de una nueva forma de entender la vida social, asegurando al Estado, la soberanía alimentaria y la erradicación del flagelo capitalista por excelencia: el hambre.

La jornada laboral se reducirá todo lo necesario para que la creatividad, el deporte, las vocaciones, la cultura, el arte, y la vida en familia, vuelvan a tomar preponderancia.
El Estado solo garantizará todos los derechos, beneficios y conquistas a una sola clase de hombres: los que trabajan. Quienes ni siquiera producen lo que consumen deberán adecuarse a las necesidades de la comunidad y ponerse a trabajar. Nuestras más profundas consideraciones éticas y morales hacen impensable que alguien pueda vivir sin trabajar, sin aportar, sin producir, a la sociedad que le da sustento. Esta clase de tipo humano parasitario, promovido por el liberalismo oligárquico y sus entes financieros, no tendrá lugar en una Patria que busque liberarse de su condición dependiente y periférica.

A cambio de la eliminación de toda la clase improductiva de intermediarios, parásitos y usureros, todos los trabajadores gozarán de un sueldo mínimo alto acorde a las necesidades básicas de cualquier canasta familiar, que eliminando los intermediarios de la producción de alimentos, gozará de un precio mucho menor al actual. La reducción de la jornada laboral permitirá ocupar a todos los hombres, educar a todos los hombres y a su vez, darles tiempo de ocio amplio, para desarrollar sus tendencias y vocaciones innatas. Al liberar al trabajador de la imposición liberal de luchar por la supervivencia material, se le abrirán las miras y las posibilidades individuales, pudiendo cumplir su vocación, reencontrarse con su ser, ocupándose y formando parte de la producción cultural nacional, del pensamiento, de la filosofía, del arte, haciendo lo que más le plazca.

El ambiente intoxicado de las grandes urbes, deberá ser purificado, para que el ocio creciente que gocen nuestros compatriotas, no sea explotado ni desperdiciado por ningún vicio. Se limitará la venta de alcohol con precios altos e impuestos a su producción. Su contraparte será la promoción del deporte y la instrucción en defensa nacional y comunitaria. Se prohibirá la venta de cigarros, golosinas, y gaseosas, que perjudiquen la salud del pueblo.

Se condenará con cadena perpetua efectiva (de por vida) a todo cómplice y partícipe del narcotráfico. Se alentará a través de una democratización de los medios de comunicación la participación política y cultural, garantizando un alto porcentaje de contenido educativo, y limpiando los contenidos que reflejen la ética paria de los egoístas que solo buscan acaparar dinero y alentar el consumo. Se prohibirá la publicidad comercial que atrofie el juicio de valor de las personas. De todos modos, este control, no implica un cercenamiento de la libertad de expresión, sino una medida de lucha contra la colonización pedagógica del mercado y la oligarquía que ha sido desplazada del poder. Toda opinión política, credo, religión o práctica privada que no atente contra la comunidad y su desarrollo, será respetada y tendrá su merecida difusión, su voz, su derecho.

En el terreno financiero, el Estado garantizará a través de la emisión de dinero y el control de la banca, frenar todo tipo de inflación, promoviendo créditos solidarios sin intereses exclusivamente para fines productivos, culturales, sociales, o cooperativos. La eliminación del interés prestamista, es decir, la usura, es una necesidad de todo Estado de carácter Social, pues es justamente a través de la creación de dinero improductivo, que no refleja ninguna realidad concreta de las riquezas nacionales y sociales, que se genera la inflación, pues justamente, se devalúa el valor del dinero al aumentar la cantidad de divisas en circulación.

El Dinero, la moneda nacional, es solo un reflejo de la riqueza nacional, lo que equivale a la suma de los recursos de nuestro suelo y nuestra capacidad de trabajo. De ninguna manera el dinero habilitará la capacidad de explotar a otros compatriotas, pues se garantizará una democratización plena y radical de la riqueza. Ni los funcionarios públicos ni los jefes de empresa tendrán derecho a acaparar más dinero en salario que un obrero calificado  o un trabajador agrícola. Garantizando esta igualdad monetaria, se organizará la sociedad en torno al mérito, a las reales capacidades de los hombres, a su responsabilidad, a sus valores éticos, y no se establecerá absolutamente ninguna jerarquía en torno a la riqueza.

Se respetará la propiedad privada, siempre y cuando, no sea un obstáculo, un impedimento, o una exageración, de acuerdo a los parámetros generales de la comunidad, establecidos en el derecho a todos a poseer vivienda, salud, alimentación, educación y trabajo. El Estado solo intervendrá para establecer la justicia social en torno a juicios éticos socialistas que desplacen el predominio y el culto hedonista a la riqueza y el lujo.

Las Tierras improductivas y extranjerizadas, o dedicadas a exportaciones que den la espalda a las necesidades alimentarías nacionales o regionales, serán expropiadas y puestas al servicio del campesinado y el peón rural, para garantizar la soberanía alimentaría en lugar de trabajar para las necesidades y el follaje de algún cerdo foráneo. Se sustituirá el modelo latifundista por una red de cooperativas agrícolas y ganaderas que cubran las necesidades de la comunidad toda, y no solo el ansia de negocios de unos pocos.

De este modo, aumentando la cantidad de trabajadores agrícolas, y promoviendo la repoblación de las zonas rurales, se buscará eliminar todo tipo de fertilizantes, agroquímicos, y elementos alógenos al entorno natural en cuestión.

Sustituyéndolos por estos lineamientos ideales: la huerta orgánica, la polis griega, la eco-aldea y la Permacultura.

Este nuevo ideal económico, intenta restituir la dignidad y los derechos al individuo al reubicarlo como parte de una comunidad organizada, de la cual forma parte, compartiendo necesidades y compartiendo una comunidad de destino: la Nación. El Rol del Estado es darle y asegurarle larga vida a la Nación sin interferir en su libre desenvolvimiento y en su previsible integración continental.

La Economía, por ello, está al servicio, por ser un medio, de dichos fines trascendentes.

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