Por Augusto Bleda
1)
La Economía de la Catástrofe: Lo que se debe discutir en primer
lugar no es el valor de un sistema económico u otro, sino el verdadero lugar
que ocupa la economía. Y en una sociedad sana la economía está subordinada al
factor político, en beneficio del pueblo.
Hoy
gobierna la ética del mercader, con las reglas de los banqueros, apoyados en la
complacencia servil y hedonista de las mayorías narcotizadas. Pero los tiempos
están exigiendo cambios, pues cada vez es más evidente que las falencias del
capitalismo desembocarán en una catástrofe natural, sin precedentes en la
historia. Ante
la realidad de la destrucción de la naturaleza perpetrada por la explotación
desmedida de recursos naturales y la contaminación, varios ya están tomando
conciencia de que es preciso un cambio en el trasfondo cosmovisional, en la
existencia del hombre.
Los
países ricos nos están haciendo pagar a todos el precio de la industrialización
tecnologicista y el lujo enfermizo que los caracteriza. Es
por está impuesta realidad globalizada, que para la resolución de esta crisis,
no alcanza con respuestas o medidas de ámbito nacional, sino que a estos hechos
deben darse respuestas y conclusiones globales. Todos estamos involucrados,
pues compartimos un enemigo. Todos nosotros, las minorías activas disidentes.
Quienes luchamos por convicciones y consideraciones éticas profundas, buscamos
la liberación y destrucción de este sistema injusto. Este sistema que se basa
en invasiones, saqueos, y se sostiene en sus crisis gracias a los negocios más
inmorales: farmacología, armamento, narcotráfico, pedofilia, saqueo de recursos
naturales, destrucción del suelo con fertilizantes, herbicidas, y otros
agro-tóxicos, etc. Todo, absolutamente, se lo devora el capital, en su se por
acaparar cada vez más a cambio de cada vez menos.
Este
es el mundo que ha tomado como medida el dinero, como destino la economía, como
valor último el placer egoísta, como líderes supremos, los usureros. Algo debe
replantearse entre los Hombres, algo profundo y serio, que no solo precisa
conciencia y comunicación, acciones de repudio y organización: sino que es en
primer lugar necesario un despertar heroico dentro de cada uno de nosotros, que
ponga el deber antes que el placer, superponiendo el bien común por sobre el egoísmo
individual, y sosteniéndonos firmes en la verdad hasta las ultimas
consecuencias. Sin este despertar espiritual en el hombre, no habrá futuro.
El
camino que Occidente impuso al resto del mundo es un error, el error que más le
costará a los Europeos de hoy, que pagarán el precio de haber sido, a través de
su cultura, el baluarte y la columna vertebral del Imperialismo promovido por
los financistas capitalistas apátridas. Spengler, magistralmente, definió que
sin una “revolución” en los pueblos “blancos”, las crecientes demandas sociales
de los pueblos de color, iban a terminar invadiendo la realidad virtual y
egoísta de la civilización, de las urbes mundiales, del hedonismo estructural
para acabar con ellas y con toda la “cultura” subyacente.
Cada
vez más inmigrantes llegan a las grandes ciudades, con hambre, sed de placer,
buscando una porción de los privilegios del american way of life, que los ha
saqueado y ha hecho imposible la subsistencia digna en sus países. Justamente
por haberles injertado la
“superior
cultura europea” del lujo, la ostentación, del “tener”, la cosificación, la
obsesión con los entes, hoy están siendo invadidos magistralmente, alegando a
las mismas armas que su invasor les dio: la cultura liberal y la prédica
igualitaria.
Si
Europa no despierta de su letargo, pagará muy caro el precio de sus lujos y sus
ideales más nefastos. Lo mismo se extiende a todos los centros urbanos
enriquecidos de este modelo de civilización alrededor del mundo.
2)
La Economía de la Resistencia: La Economía de la Resistencia es
Economía de Guerra, de Guerra Revolucionaria. La economía toma de nuevo su
verdadera dimensión en nuestra liberación, como medio, y no como fin. Pues está
subordinada a nuestra voluntad política comunitaria. Esta es una Guerra
Espiritual. Con esto queremos decir que es la expresión propia de lo que
consideramos un deber, un compromiso indelegable. Algo que nace de nosotros
mismos y no de elementos externos a nuestro Ser. La Resistencia es austera
porque es combativa, no despilfarra ni gasta en ningún lujo innecesario,
elimina todo lo secundario, lo accesorio, lo superficial. Es extremadamente
austera, pues lo invierte todo en su propia organización, en su formación, en
la acción.
Trata
por todos los medios de hacer pensar a sus pares, de expresarse de manera firme
con un estilo propio, con altura. Todo Guerrero es en el fondo un Poeta. En su
gesta integra los siguientes elementos indispensables: pensamiento, disciplina,
creatividad, acción y reflexión. Se considera, por esto, agradecido y distinto,
por el conocimiento y la amplitud de miras de la que es poseedor, pero de
ninguna manera se pretende superior. No es soberbio ni se considera iluminado.
El reconocimiento a lo que es, se lo da honrando su propio deber, sus
imperativos solidarios por sobre las contingencias y gustos individuales.
“El
contenido último de esta
Es
de estos imperativos supra-individuales de austeridad y solidaridad, que el
Hombre Nuevo, resiste a la deblace económica y moral capitalista con su
austeridad de carácter ascético. Lucha por crear las estructuras que le
permitan expresar su voluntad más íntima: encontrar en lo social, un orden que
refleje su espíritu combativo, aguerrido, indomable. Por eso es Antiimperialista,
y en consecuencia, por eso es Socialista. Y quiere deshacerse de los
colaboradores de la dominación foránea, empezando por los banqueros, por todos
quienes se benefician del trabajo de otros sin aportar a la comunidad sus
ganancias. Sabe que eliminando a los ricos, no cambiará el sistema, por lo que
hace de su organización una Escuela. Su escuela forma a los hombres, los
integra, los hace participes de la liberación nacional y social. Y los encuadra
en buscas de conformar una Milicia de predicadores que disparan pensando. La
necesaria Milicia Nacional y Popular, que se inserta en la misma lucha de todos
los pueblos explotados y oprimidos del mundo que buscan encontrarse con si mismos
en la hora decisiva.
Aunque
a muchos les duela, estamos seguros que llegará la Hora de los Pueblos, el día
en que ellos mismos elijan su destino y su fatalidad, su tragedia, en libertad.
Por eso somos solidarios, y sabemos que el combate, más que nunca, es universal,
aunque la organización conserve las formas, las identidades, la
particularidades nacionales, el contenido último, ético, espiritual de nuestra
revolución pertenece por igual a todos los Hombres que se afirmen por sobre la
masa egoísta de devoradores rapaces, por sobre la economía individualista de la
catástrofe.
La
Economía de la Resistencia, la Economía de la Guerra Revolucionaria, dirige e
invierte todo su tiempo, recursos y esfuerzos a la construcción de la Escuela,
su organización, ocupándose siempre de los sacrificios que fuesen necesarios,
alcanzar la autarquía material, la independencia completa que integra lo
material con lo espiritual, la mayor amplitud comunicativa y la sencillez que
el hombre del pueblo exige. Hasta ese día, combatiremos y ejerceremos la
crítica demoledora que esta civilización se merece.
Esta
Idea es NueStra Patria. No tiene punto final, porque es una Obra Atemporal, a
través de la cual, peleando por ella, nos eternizamos nosotros mismos. Esta es
nuestra Revolución. Queremos que sea la Revolución de los Mejores, queremos que
nuestra Política, y la organización económica de nuestra Resistencia, hable de
nosotros mismos por si sola y hable del futuro de nuestros pueblos. Por todo
ello, combatimos.
3)
La Economía en el Estado Popular: Consideramos que se debe socializar
la riqueza, garantizando la igualdad de posibilidades para que cada uno ocupe
el lugar que le pertenece. Justicia social, ni más ni menos, significa esto.
Poner a disponibilidad de todos, desarrollarse individualmente en su vocación y
de acuerdo también a las necesidades de la sociedad. El Bien Común se antepondrá
a los deseos del individuo, para garantizar la subsistencia de todos, es decir,
el porvenir independiente de la Nación. El Estado dispondrá de una fuerte y
nueva legislación para hacer imposible el resurgimiento de las actividades
improductivas y de los negocios perjudiciales a la comunidad.
Se
Nacionalizará el comercio exterior y la banca, así como todos los servicios
estratégicos para garantizar la independencia económica del Estado.
Se
fomentarán todo tipo de cooperativas y asociaciones productivas que busquen
deshacerse de
Patrones
y Gerentes. Se descentralizará la población mediante planes de vuelta al
trabajo agrícola orgánico.
Las
huertas comunitarias formarán central parte de una nueva forma de entender la
vida social, asegurando al Estado, la soberanía alimentaria y la erradicación
del flagelo capitalista por excelencia: el hambre.
La
jornada laboral se reducirá todo lo necesario para que la creatividad, el
deporte, las vocaciones, la cultura, el arte, y la vida en familia, vuelvan a
tomar preponderancia.
El
Estado solo garantizará todos los derechos, beneficios y conquistas a una sola
clase de hombres: los que trabajan. Quienes ni siquiera producen lo que consumen
deberán adecuarse a las necesidades de la comunidad y ponerse a trabajar.
Nuestras más profundas consideraciones éticas y morales hacen impensable que
alguien pueda vivir sin trabajar, sin aportar, sin producir, a la sociedad que
le da sustento. Esta clase de tipo humano parasitario, promovido por el
liberalismo oligárquico y sus entes financieros, no tendrá lugar en una Patria
que busque liberarse de su condición dependiente y periférica.
A
cambio de la eliminación de toda la clase improductiva de intermediarios,
parásitos y usureros, todos los trabajadores gozarán de un sueldo mínimo alto
acorde a las necesidades básicas de cualquier canasta familiar, que eliminando
los intermediarios de la producción de alimentos, gozará de un precio mucho
menor al actual. La reducción de la jornada laboral permitirá ocupar a todos
los hombres, educar a todos los hombres y a su vez, darles tiempo de ocio
amplio, para desarrollar sus tendencias y vocaciones innatas. Al liberar al
trabajador de la imposición liberal de luchar por la supervivencia material, se
le abrirán las miras y las posibilidades individuales, pudiendo cumplir su vocación,
reencontrarse con su ser, ocupándose y formando parte de la producción cultural
nacional, del pensamiento, de la filosofía, del arte, haciendo lo que más le
plazca.
El
ambiente intoxicado de las grandes urbes, deberá ser purificado, para que el
ocio creciente que gocen nuestros compatriotas, no sea explotado ni
desperdiciado por ningún vicio. Se limitará la venta de alcohol con precios
altos e impuestos a su producción. Su contraparte será la promoción del deporte
y la instrucción en defensa nacional y comunitaria. Se prohibirá la venta de
cigarros, golosinas, y gaseosas, que perjudiquen la salud del pueblo.
Se
condenará con cadena perpetua efectiva (de por vida) a todo cómplice y partícipe
del narcotráfico. Se alentará a través de una democratización de los medios de
comunicación la participación política y cultural, garantizando un alto
porcentaje de contenido educativo, y limpiando los contenidos que reflejen la ética
paria de los egoístas que solo buscan acaparar dinero y alentar el consumo. Se
prohibirá la publicidad comercial que atrofie el juicio de valor de las
personas. De todos modos, este control, no implica un cercenamiento de la
libertad de expresión, sino una medida de lucha contra la colonización
pedagógica del mercado y la oligarquía que ha sido desplazada del poder. Toda
opinión política, credo, religión o práctica privada que no atente contra la
comunidad y su desarrollo, será respetada y tendrá su merecida difusión, su
voz, su derecho.
En
el terreno financiero, el Estado garantizará a través de la emisión de dinero y
el control de la banca, frenar todo tipo de inflación, promoviendo créditos
solidarios sin intereses exclusivamente para fines productivos, culturales,
sociales, o cooperativos. La eliminación del interés prestamista, es decir, la
usura, es una necesidad de todo Estado de carácter Social, pues es justamente a
través de la creación de dinero improductivo, que no refleja ninguna realidad
concreta de las riquezas nacionales y sociales, que se genera la inflación,
pues justamente, se devalúa el valor del dinero al aumentar la cantidad de
divisas en circulación.
El
Dinero, la moneda nacional, es solo un reflejo de la riqueza nacional, lo que
equivale a la suma de los recursos de nuestro suelo y nuestra capacidad de
trabajo. De ninguna manera el dinero habilitará la capacidad de explotar a
otros compatriotas, pues se garantizará una democratización plena y radical de
la riqueza. Ni los funcionarios públicos ni los jefes de empresa tendrán
derecho a acaparar más dinero en salario que un obrero calificado o un trabajador agrícola. Garantizando esta igualdad
monetaria, se organizará la sociedad en torno al mérito, a las reales
capacidades de los hombres, a su responsabilidad, a sus valores éticos, y no se
establecerá absolutamente ninguna jerarquía en torno a la riqueza.
Se
respetará la propiedad privada, siempre y cuando, no sea un obstáculo, un
impedimento, o una exageración, de acuerdo a los parámetros generales de la
comunidad, establecidos en el derecho a todos a poseer vivienda, salud,
alimentación, educación y trabajo. El Estado solo intervendrá para establecer la
justicia social en torno a juicios éticos socialistas que desplacen el
predominio y el culto hedonista a la riqueza y el lujo.
Las
Tierras improductivas y extranjerizadas, o dedicadas a exportaciones que den la
espalda a las necesidades alimentarías nacionales o regionales, serán
expropiadas y puestas al servicio del campesinado y el peón rural, para
garantizar la soberanía alimentaría en lugar de trabajar para las necesidades y
el follaje de algún cerdo foráneo. Se sustituirá el modelo latifundista por una
red de cooperativas agrícolas y ganaderas que cubran las necesidades de la
comunidad toda, y no solo el ansia de negocios de unos pocos.
De
este modo, aumentando la cantidad de trabajadores agrícolas, y promoviendo la
repoblación de las zonas rurales, se buscará eliminar todo tipo de
fertilizantes, agroquímicos, y elementos alógenos al entorno natural en cuestión.
Sustituyéndolos
por estos lineamientos ideales: la huerta orgánica, la polis griega, la
eco-aldea y la Permacultura.
Este
nuevo ideal económico, intenta restituir la dignidad y los derechos al
individuo al reubicarlo como parte de una comunidad organizada, de la cual
forma parte, compartiendo necesidades y compartiendo una comunidad de destino:
la Nación. El Rol del Estado es darle y asegurarle larga vida a la Nación sin
interferir en su libre desenvolvimiento y en su previsible integración
continental.
La Economía, por ello, está al
servicio, por ser un medio, de dichos fines trascendentes.