Por Slavoj Zizek
La prensa liberal nos bombardea
a diario con la idea de que el mayor peligro de nuestra época es el
fundamentalismo intolerante (étnico, religioso, sexista...), y que el único
modo de resistir y poder derrotarlo consistiría en asumir una posición
multicultural. Pero, ¿es realmente así? ¿Y si la forma habitual en que se
manifiesta la tolerancia multicultural no fuese, en última instancia, tan
inocente como se nos quiere hacer creer, por cuanto, tácitamente, acepta la
despolitización de la economía? Esta forma hegemónica del multiculturalismo se basa
en la tesis de que vivimos en un universo post-ideológico, en el que habríamos
superado esos viejos conflictos entre izquierda y derecha, que tantos problemas
causaron, y en el que las batallas más importantes serían aquellas que se
libran por conseguir el reconocimiento de los diversos estilos de vida. Pero,
¿y si este multiculturalismo despolitizado fuese precisamente la ideología del
actual capitalismo global? De ahí que crea necesario, en nuestros días,
suministrar una buena dosis de intolerancia, aunque sólo sea con el propósito
de suscitar esa pasión política que alimenta la discordia. Quizás ha llegado el
momento de criticar desde la izquierda esa actitud dominante, ese
multiculturalismo, y apostar por la defensa de una renovada politización de la
economía.
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