Por Augusto Bleda
Aromas silvestres, tinieblas y vientos de poder, carcinoma
humano, traspié genético de mi ser, despedida del pecho hundido en negras fosas
cancerígenas. Adelante morocha latina confiesa tu designación, el
destino aflora en cada instante bañándonos en la divinidad de un caótico
devenir enervado en conciencias centrífugas que se desprograman.
No podría sopesar el abismo que me agobia si no hubiera
esa suerte de enfermedades que nos sacan momentáneamente de la rutina. Estuve
internado 3 días, Dios hubiera querido sea más. Nadie se percató de mí. Todo
seguía igual para ellos, para la imagen de mí en sus cabezas. La muerte no es
nada sino un estado de conciencia.
Continuamente desaparecemos; la mayor parte del tiempo,
solos. La Rabia. Vírgenes en el cielo con diamantes olvidadas, pudriendo sus órganos
mientras abrazan la pureza crística. Quiero ser una de ellas, pudrirme en las
nubes soporíferas del placer santo, hasta que el juicio final disponga lo
contrario.
Quiero hacer una orgía con ese tipo que llamamos Dios,
revolcarlo en las sábanas... manchadas con mi semen, poder rascarme la picazón
de su barba rozando mi piel.
Algunos dicen que está muerto, qué más da. ¿Tendrá sexo?
Me refiero al género. Curiosa pregunta, pero no buscaré la respuesta. No
perdería tiempo leyendo teología, bastante tuve con el tradicionalismo. Masturbándome
pude olvidarme de todas las preguntas. Eso me enseñaron, para ello fui a la
escuela.
Sin haberla conocido, extraño la sociedad disciplinaria,
hoy los instrumentos de vigilancia y control. La invasión de las corporaciones
sobre mi cuerpo, me resbalan. Quisiera que me hagan marchar, que me den una
creencia por la cual morir, algo a lo que disparar, pero no, los guerreros no
la pasan bien aquí.
La próxima huelga será la de los que no trabajan, la
huelga humana, leía hoy... alguna idea de Deleuze y compañía. Siento que
mientras los momentos se esfuman, cada vez las letras corren hacia su blanco
original; ¿nos controlan? ¿Realmente pueden controlarnos? ¿O simplemente confían
en la efectividad del entretenimiento, y del aburrimiento? Para el resto aún
tienen sus policías y formaciones especiales, guardias de infantería, y servicios
de inteligencia alrededor del mundo.
Solo la creatividad nos puede sacar de esta sociedad donde
se supone todo programado, todo diseñado... donde nos vemos presas del
fatalismo plutocrático, de la salida laboral, del tiempo regimentado. Muchas
veces en la historia civilizaciones atravesaron la anomia, el caos y la falta
de sentido. Siempre es el momento para despertar y hacer algo, para oponerse,
para desafiar y transgredir.
Me preguntaba un muchacho amigo si yo era realmente alguien
que amaba lo turbio, lo enfermo... y le respondí que solo amaba lo turbio que
está contra el sistema y no la turbiedad del sistema. Es difícil cerrar
esquemas de ideas en un mundo líquido. Pero podemos arrojar lineamientos para entrelazar
cosmovisiones, desentramar el espíritu de la época, destejer dogmas y deshacer
el prestigio de toda institución que aún perdure fagocitando nuestras vidas. “Deberías ver Fight Club” dile a cualquier jóven con que
te cruces. “¿Has leído a Nietzsche?” A cualquier muchacho traumatizado por un
mundo de blandos.
Después de todo... solo habrá esperanza, si hay resistencia.
Hagamos en primer lugar, siendo inteligentes, que el enemigo no pueda hacer
nada en nuestra contra. Seamos leyenda, mito, juguetones, flexibles, inasibles.
“¿Como que aún no viste V de Venganza?”, es un buen ejemplo.
...Los Reyes me susurran
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