Por el Sub-Brigadier
Introducción
Las raíces de la nación judía se remontan a 4.000 años, cuando un pueblo
semítico, los hebreos, se establecieron en la zona entonces llamada Canaan.
Expulsados por los romanos de sus tierras tras varias rebeliones contra el
poder imperial, los judíos fueron forzados a abandonar una zona a la que ya no
volverían hasta el año 1948, llamada Palestina.
La creación del Estado israelí comenzó a gestarse con el establecimiento del
movimiento sionista a finales del siglo XIX. Entre 1882 y 1897, muchos judíos
rusos que huían de las persecuciones se asentaron en Palestina fundando la
ciudad de Tel Aviv-Yafo y los primeros 'kibutz' (comunidades cooperativas
agrícolas). En 1917 el gobierno británico hizo pública la Declaración Balfour,
en la cual se solicitaba la creación de un Estado judío en Palestina. En 1920
la Liga de Naciones puso a Palestina bajo mandato de Gran Bretaña hasta su
independencia.
Mientras tanto, la inmigración judía siguió creciendo, provocando la oposición
árabe que desembocó en una revuelta islámica en el año 1936. Tras la Segunda
Guerra Mundial se redoblaron las presiones para crear un Estado judío, mientras
Gran Bretaña imponía serias restricciones a la inmigración hebrea, lo que
motivó que grupos armados judíos realizaran ataques contra tropas e
instalaciones británicas.
En abril de 1947, Gran Bretaña traspasó el problema de Palestina a la Asamblea
General de las Naciones Unidas, en la cual el 29 de noviembre se votó por la
partición de Palestina y la creación de dos Estados, uno judío y otro árabe.
Los judíos aceptaron la resolución, pero los árabes no. En mayo de 1948, tras
expirar el mandato británico, fue proclamado el Estado de Israel. Casi de forma
inmediata a la proclamación, fue atacado por seis naciones árabes, comenzando,
así, la primera de las guerras que enfrentaría a israelíes y árabes. La
movilización general subsiguiente, junto a la influencia de la comunidad judía
en el mundo entero, permitió al nuevo Estado obtener una victoria a través de
la cual no sólo logró mantener los territorios que le habían sido adjudicados,
sino ganar y conservar otros nuevos ocupados durante la contienda.
Maltrecho pero victorioso, el nuevo Estado comenzó a acoger a emigrantes judíos
de todo el mundo. Cientos de miles de judíos que erraban por tierras europeas
como consecuencia de la guerra encontraron en el nuevo Estado la tierra
prometida donde poder asentarse. En 1956, tras la nacionalización egipcia del
canal de Suez, los israelíes ocuparon el Sinaí y Gaza hasta que las fuerzas de
la ONU se establecieron en esos territorios. En 1964 se fundó la Organización
para la Liberación de Palestina (OLP). Tres años después, ante el bloqueo egipcio,
Israel atacó el Sinaí así como una parte de los territorios de Jordania y
Siria. Al final de la guerra de los Seis Días - así se llamó esta contienda–,
los israelíes ocupaban todo el Sinaí, Gaza, la orilla este del canal de Suez y
las alturas del Golán, en Siria.
En 1973 estalló de nuevo la guerra cuando tropas egipcias, sirias e iraquíes
atacaron Israel. Terminado el conflicto, Israel consiguió mantener la totalidad
de los territorios conquistados en la anterior guerra. En 1979 Israel y Egipto
firmaron un tratado de paz gracias al cual se abrieron las fronteras entre
ambos países, e Israel se retiró de los campos petrolíferos del Sinaí. En 1982,
fuerzas del ejército israelí invadieron Líbano sitiando Beirut, donde se
encontraban los guerrilleros palestinos. Tras una lucha cruenta que terminó con
la práctica destrucción de la capital libanesa, Israel abandonó Líbano.
En 1991 se iniciaron en Madrid las conversaciones de paz entre delegaciones
israelíes, palestinas y árabes, cuya base de negociación fue la de obtener la
paz a cambio de los territorios ocupados por Israel en las sucesivas
contiendas. Como consecuencia de estas conversaciones, se concedió a los
palestinos (la antigua OLP dirigida por Yasir Arafat), la plena autonomía de
los territorios de Gaza y Jericó, así como una limitada autonomía en la orilla
oeste, la antigua Cisjordania. Estos territorios pasaron a ser gestionados por
la Autoridad Nacional Palestina como paso previo hacia una autonomía total.
La intifada, que se inició en 1987, es, en los últimos años, un constante foco
de tensión social entre judíos y palestinos que no ha desaparecido con el
reconocimiento de la Autoridad Nacional Palestina por parte israelí. Los
ultranacionalistas israelíes tampoco ayudan a la pacificación del territorio.
En la actualidad, los palestinos ejercen un control relativo del territorio
asignado y tratan de desligarlo del control y la dependencia económica israelí
a la espera de conseguir la independencia total. Mientras, los israelíes
pretenden asegurarse el reconocimiento de todos los países árabes y la
obtención de un compromiso de paz firme y duradera que garantice su seguridad.
Las cuestiones más candentes para conseguir este difícil equilibrio son, por
una parte, la complicada situación de la simbólica ciudad de Jerusalén,
especialmente significativa para todas las partes en conflicto y, por otra, la
postura de algunos países árabes de la zona que no están dispuestos a negociar
la paz con Israel.
La historia no contada del conflicto
palestino-israelí
Se ha dicho que criminal de guerra o criminal contra la humanidad no es el que
comete delitos contra la misma, sino el que pierde las guerras o el que no
tiene el poder del sistema en sus manos. Cuatro millones de palestinos
expulsados de su tierra por el sionismo internacional, por el terror del
ejército judío en los últimos 50 años siguen privados de sus derechos humanos.
Israel no quiere ratificar el Tribunal Penal Internacional. De existir un
Tribunal Mundial independiente, el estado de Israel sería el primero en ser
juzgado : expulsiones masivas de población , destrucción de archivos ,
voladuras de barrios para sustituirlas por colonias de judíos , bombardeo de
ciudades civiles en Siria y Líbano , detenciones administrativas (sin juicio) ,
terrorismo de estado ( Mossad ) , incumplimiento de resoluciones de la ONU ,
guerras de agresión , un largo etcétera de crímenes no sancionados al estado
del pueblo elegido.
La provocación consentida de Ariel Sharon y la desde un primer momento
desmedida represión de las fuerzas militares y de seguridad israelíes han
prendido la mecha de una frustración y descontento cuyo poso ha ido
alimentándose de manera intensiva en los años precedentes, fruto de un marco
negociador que se ha traducido mucho más en seguridad que en territorios, y en
el que los palestinos nunca han sido vistos como socios, sino como un riesgo
para la seguridad que había que contener.
En consecuencia, territorialmente, el proceso de paz se ha centrado en
satisfacer la concepción de seguridad israelí. Esto es, conservar territorio
sin población palestina y aislar los pedazos de territorio bajo control
palestino. El reducido traspaso territorial a la Autoridad Nacional Palestina
(ANP) se ha limitado al 60% de la banda de Gaza y a las siete principales ciudades
de Cisjordania (3% del territorio, donde se concentra el 70% de la población),
mientras que en Hebrón, habitado por 140.000 palestinos, Israel ha conservado
el 20% de la ciudad para una colonia de 400 judíos instalados en pleno centro
urbano.
En el 24% restante de Cisjordania, a los palestinos sólo se les ha concedido la
gestión municipal, en tanto que Israel conserva la seguridad. En consecuencia,
Israel ha conservado el control absoluto sobre el 69% del territorio
cisjordano, donde sólo habitan unos 2.000 palestinos, y el 30% del de Gaza,
donde 6.000 colonos controlan el 42% de las tierras cultivables (y el 58%
restante es para 1.200.000 palestinos). Mientras tanto, se ampliaban las
colonias judías y se construían más carreteras para colonos, encerrando aún más
el territorio bajo control palestino en islotes inconexos.
En los acuerdos de Wye Plantation (1998), Israel no cumplirá el repliegue
acordado para ampliar el territorio palestino de Cisjordania hasta el 13%, pero
Arafat sí cumplirá con celo los acuerdos sobre seguridad allí decididos, por
los cuales la ANP se comprometió a perseguir y encarcelar a los contrarios a
Oslo, principalmente los militantes de Hamás. Al revés, en Israel los
contrarios al proceso de paz son invitados a formar parte de los Gobiernos.
En conclusión, a la exigüidad del territorio devuelto a los palestinos se
sumará su extrema discontinuidad y fragmentación en pequeñas porciones, de
manera que se va a reducir drásticamente la libertad de desplazamiento de los
palestinos fuera de los islotes bajo control de la ANP, en tanto que aumentará
la capacidad israelí de aislar y encerrar a dichos palestinos no ya dentro de
Cisjordania y Gaza como antes, sino incluso en su minúscula aldea o ciudad. El
sitio al que Israel está sometiendo a los palestinos actualmente así lo
demuestra, excediendo con mucho la situación vivida en los peores momentos de
la anterior Intifada, entre 1987 y 1993.
Por ello, la aparentemente generosa propuesta que se dice que Barak hizo a
Arafat en Camp David no podía tener viabilidad para los palestinos. Según
publicó el periódico israelí Haaretz, la propuesta israelí se basó en la oferta
del 90% de Cisjordania a cambio de anexionarse un 10% en el que se agruparía el
80% de los colonos (y 40 pueblos palestinos con 80.000 habitantes de futuro
incierto).
Otros 40.000 colonos quedarían en lo que se denominó settlement clusters, que
son aquellos situados en el centro de los territorios palestinos y que serían
como islas de soberanía israelí. De acuerdo con este plan, Palestina sería un
conglomerado de guetos territoriales separados por colonias, carreteras y
controles israelíes con capacidad para sitiar a los palestinos cuando la
seguridad israelí lo decidiese. Además, esta propuesta israelí iba unida a que
los palestinos renunciasen al control de las principales arterias de transporte
y del valle del Jordán.
Ningún reconocimiento de los refugiados palestinos por parte israelí se
consiguió en Camp David. Así, llegado ese momento, se podría decir que la
cuestión de Jerusalén no fue más que el escenario grandilocuente tras el que se
levantaba un proyecto americano-israelí de una Palestina inviable. Pero esa
inviabilidad no es sólo político-territorial, sino también económica. En el
proceso de paz, los israelíes han cedido a los palestinos la jurisdicción en
los ámbitos de sanidad, educación y bienestar social, de manera que se han
desembarazado de dichos gastos y responsabilidades, pero se han negado a la
creación de un banco central palestino y a la emisión de una moneda palestina
propia, manteniéndose el shekel israelí como moneda de curso legal.
Se aceptó la construcción de un aeropuerto y de un puerto en Gaza (con
financiación europea), si bien el atraque de buques y el vuelo de aviones sigue
sometido a la autorización israelí. El sistema fiscal acordado establece que el
60% de los impuestos que deben ser recaudados por los palestinos es recogido en
primera instancia por Israel y transferido posteriormente a la Autoridad
Nacional Palestina.
De esta situación se deriva una insoportable dependencia palestina de Israel,
que retrasa o suspende las transferencias según su criterio, como está haciendo
en la actualidad. A esto se añade que en torno al 92% de las tierras agrícolas
y el 80% de los recursos hídricos de los territorios palestinos siguen bajo
dominio israelí.
El control en materia de empleo y comercio por parte de Israel sigue siendo
también una constante. Los territorios palestinos son un mercado cerrado al
comercio exterior y una cantera de mano de obra barata para Israel supeditada a
su sistema productivo (más del 40% de los trabajadores palestinos ganan sus
salarios en este país en sectores poco calificados, como construcción,
industria textil y agricultura).
Su escasa productividad procede de la imposición israelí de normas que protegen
la potencial competencia palestina para sus industrias. Así, mientras las
exportaciones palestinas a Israel son muy reducidas, el gran contingente de
importación que los palestinos tienen que realizar procede en su 90% de Israel.
De ahí la capacidad israelí de estrangular económicamente a los palestinos como
está ocurriendo hoy día, pudiendo desencadenarse un escenario catastrófico de
hambre y enfermedades.
Los colonos, población judía civil armada, han incentivado sus agresiones no
sólo contra la población palestina, por supuesto, sino también contra los
campos de olivos en plena campaña de recogida de la aceituna, clave en la
economía palestina, y mientras Israel pide a la ANP que contenga las
manifestaciones, los palestinos no ven que los militares contengan la violencia
de los colonos.
Y no hay que olvidar que esa población de colonos está implantada
ilegítimamente en territorio palestino y que sus miembros provienen de los
sectores fundamentalistas judíos más ultras de Israel, con una mentalidad
violentamente antipalestina y que disponen de un amplio armamento y protección
militar. Es decir, no se trata de una pobre población acosada por elementos
invasores que les atacan a ellos y a "sus" tierras, tal y como la
propaganda israelí ha logrado filtrar en muchos medios de comunicación.
Es el rechazo a este marco, utilizado como camuflaje para perpetuar la
ocupación y control israelíes, lo que ha precipitado la Intifada actual. Dicha
Intifada, lejos de ser objeto de la manipulación de un perverso Arafat que
sacrifica a sus niños para perjudicar la imagen de Israel, como han expuesto
también muchos medios de comunicación voluntariamente manejados por el
influyente lobby israelí, ha procedido tanto de un movimiento de masas
políticamente desorganizado, compuesto principalmente por jóvenes entre 15 y 25
años, como de sectores armados irregulares (armados quiere decir que tienen
pistolas y metralletas frente a los tiradores de elite y los sofisticados
tanques, helicópteros y misiles israelíes).
La estructura organizativa del levantamiento está siendo provista por un bloque
de fuerzas de oposición nacionalistas e islamistas en conjunción con Al Fatah,
que viene a ser algo así como el partido gubernamental palestino. Esta
coalición está dominada por el sector Tanzim de Al Fatah sobre la base de un
entendimiento informal con la oposición. Las relaciones entre dicha coalición y
el Gobierno palestino no son de independencia, pero tampoco de subordinación;
más bien varían según la zona y según las circunstancias lo piden o permiten.
Probablemente, Israel está determinado a continuar las radicales presiones
políticas, económicas y militares hasta que la ANP acepte volver al marco de
Camp David o logre imponérselo con la ayuda estadounidense y la hiriente ausencia
europea como parte de pleno derecho en la mediación. En ese punto, los
palestinos estarán cada vez más decididos a convertir el levantamiento en una
auténtica guerra de liberación nacional de grandes consecuencias en la zona.
Agresiones contra Palestina
Livianamente se habla hoy de terrorismo y éste se endilga desenfadadamente al
pueblo palestino, y mundo musulmán en general, como un producto exclusivo de su
cultura, cada vez que algún fundamentalista se inmola por su Patria y su
libertad.
La fundación misma de Israel se ejecutó en baños de sangre inocente y crímenes
de insospechada barbarie. Palestina, el territorio que los judíos demandaban
como propio, estaba bajo control británico en forma de un protectorado hasta el
14 de mayo de 1948, día en que los británicos lo abandonaron. Ese mismo día,
David Ben-Gurión proclamó unilateralmente el Estado Judío Sionista, realizando
el compromiso adquirido por el primer ministro inglés Lord Balfour, cercano al
clan Rothschild, con los dirigentes sionistas durante la Primera Guerra
Mundial. Las consecuencias han sido el desplazamiento forzado de grandes masas
de ciudadanos árabes, demolición de ciudades y hogares, guerras invasivas y
genocidio desatado, todo con total impunidad.
En las noticias oímos hablar de Deir Yassin, como antes oímos de Sabra y
Shatila, pero no existe un detalle preciso de las incursiones criminales de los
terroristas judíos. Éstas pueden separarse entre antes y después de la
fundación de Israel:
13.XII.47
En cuatro autos llega una banda de judíos en uniforme inglés a un café lleno de
árabes en la ciudad de Yehida, barriendo el interior con nutrido fuego de
ametralladoras. Asesinados 7 árabes. El mismo día había estallado una bomba en
medio de una multitud de árabes cerca de la Puerta de Damasco. Otra bomba fue
arrojada a una muchedumbre árabe en Yaffa matando a 6 e hiriendo a 40.
18.XII.47
Dos camiones repletos de criminales de la Haganá, organización terrorista
judía, atravesó veloz la ciudad de Khisas cerca la frontera con El Líbano, lanzando
fuego de metralla y granadas indiscriminadamente. Diez palestinos fueron
asesinados.
19.XII.47
Al día siguiente cinco niños son asesinados por terroristas judíos que arrojan
una bomba a un hogar palestino en Mukhtar.
01.I.48
Doscientos terroristas judíos se deslizan en la ciudad de Al-Shaikh y lanzan
granadas al interior de los hogares palestinos. Luego esperan a los que huyen
para ametrallarlos. La matanza es de 40, la mayoría mujeres y niños.
09.IV.48
En Deir Yassin se perpetra uno de los más desalmados genocidios contra su
población. La Haganá acompañada de la siniestra Banda Stern y el no menos
tétrico Irgún atacan en masa las 4.00 am. Recorren casa por casa sembrando la
muerte. Este crimen tiene un ribete particular que lo hace aún más canallesco.
Los sionistas habían conseguido que los ancianos se comprometieran a denunciar
ante ellos a todo árabe que entrara armado al pueblo, ganando así su
misericordia. Al día siguiente un médico de la Cruz Roja se atrevió a informar
la atrocidad. Comprobó que unos 250 árabes habían sido asesinados a sangre fría
y todos los que sobrevivieron habían sido pasados a cuchillo. Además habían
atravesado con bayonetas el vientre de 25 mujeres embarazadas antes de
rematarlas. De los niños 52 fueron mutilados ante los ojos espantados de sus
madres, para luego acuchillarlos y cortar sus cabezas. Tanto la Agencia Judía
como las tropas británicas sabían de esta masacre pero no hicieron ni dijeron
nada. Esta es la carnicería que desató la primera huida en masa de los palestinos
abandonando sus granjas y sus casas.
13-14.IV.48
Asesinos de la Banda Stern y del Irgún entran en Naser-al-Din disfrazados con
uniformes árabes. Cuando los aldeanos salen engañados a recibirlos abren fuego
matando a 40.
14.V.48
Fundación del Estado de Israel. Ésta necesitó el visto bueno de una mayoría de
países en la ONU, obtenida con la intervención personal de Harry Truman. Él
amenazó a Grecia con cortar la ayuda que le entregaba y a Liberia con un
embargo si no votaban favorablemente el reconocimiento oficial de este estado,
cuando los judíos llegaban sólo a 37% de la población del territorio
arrebatado.
21.V.48
La ciudad de Beit Daras fue rodeada y se acordó una tregua para permitir la
salida de mujeres y niños. No obstante, a medida que iban saliendo fueron todos
ametrallados.
11.VII.48
El 89º Batallón de Comandos dirigido por Moshe Dayan ocupó Lydda y mediante
altavoces alertó a la población diciendo que aquellos que se refugiaran en
determinada mezquita estarían a salvo. Una vez llena ésta, los judíos lanzaron
granadas al interior matando entre 80 y 100 árabes. Luego impidieron que se
retiraran los cuerpos durante 10 días en pleno verano. Esa mezquita permanece
abandonada hasta hoy. Yitzhak Rabin ordenó a los 60.000 habitantes que
marcharan 25 Km hasta las líneas árabes. Más tarde escribiría: “No hubo manera
de evitar el uso de la fuerza y disparos esporádicos para hacerlos marchar
hasta el campo de refugiados de Ramallah”. No les proveyeron agua y menos algún
medio de transporte. El sol ardiente y la deshidratación causaron la muerte de
unos 350 ancianos y enfermos. Muchos sobrevivieron bebiendo su propia orina.
29.X.48
Los sucesos de este día son relatados por uno de los homicidas: “Se mataron
entre 80 y 100 árabes, hombres, mujeres y niños. Para matar los niños se les
rompía la cabeza con un garrote. No quedó una sola casa sin cadáveres. Un
oficial ordenó a un soldado llevar dos mujeres al interior de una casa que se
apestaba a dinamitar. Otro se jactaba de haber violado a una mujer árabe antes
de matarla a balazos”.
Esta atrocidad fue cometida por el mismo Batallón 89 de Moshe Dayan, que había
masacrado Lydda antes.
07.II.51
Pasan los años y el genocidio continúa. Violando el armisticio, soldados judíos
cruzan la frontera de Mukhtar y vuelan casas árabes matando a 10 ancianos, 3
mujeres y 5 niños.
14.X.53
Unos 700 soldados atacan Kibya, al oeste de Jerusalén. Usaron morteros para
volar 42 casas, una escuela y una mezquita. Asesinaron a 75 civiles. La orden
la dio Ariel Sharon.
29.X.56
Guardias armados rodean Mukhtar y declaran que el toque de queda se cambió de
las 6 pm a las 5 pm. Los aldeanos protestan indicando que muchos se encuentran
trabajando y no alcanzarán a llegar antes de esa nueva hora. De éstos, 43
fueron ametrallados a medida que regresaban, mujeres y niños incluidos. La ONU
hizo investigar este crimen masivo pero no hubo sanciones puesto que EE.UU.
vetó cualquier medida punitiva contra Israel.
13.XI.82
Durante la invasión a El Líbano, el actual primer ministro israelí autorizó a
milicianos locales para que arrasaran los campos de refugiados de Sabra y
Shatila. La Cruz Roja contó 2750 muertos, mujeres y niños incluidos.
20.V.90
Un soldado judío alineó trabajadores palestinos ante un paredón y con su metralleta
asesinó a 13.
08.X.90
La policía judía invade a sangre y fuego la mezquita de Aqsa. Mueren 22
palestinos.
24.II.94
Un inmigrante judío de Nueva York, Baruch Goldstein, entró a la mezquita de
Ibrahimi y masacró a 50 feligreses dejando heridos a más de 200. La población
salió a las calles en protesta y la policía mató a 23 más. Hoy, Goldstein es venerado como héroe entre los judíos
neoyorkinos.
De esa fecha hasta hoy las víctimas fatales del odio sionista llegan a más de
1.700. Ninguna atrocidad ha podido ser investigada por la ONU pues siempre lo
impide el veto de EE.UU.
Todas estas muertes a sangre fría tenían como fin tanto el despoblamiento de
los territorios que Israel codiciaba, como lo que hoy se llama “limpieza
étnica”, lo que denunció Jeff White en “The Report’ del 22 de Octubre tras una
ardua y profunda investigación periodística y que sirve de base para este
escrito
Herzl escribió en 1895: ‘Debemos tratar de empujar a la población sin recursos
al otro lado de la frontera después de apoderarnos de sus tierras’. Y en 1937
Ben Gurión declaró: “La expulsión forzada de los árabes de los valles del
futuro estado judío nos dará algo que nunca tuvimos, ni siquiera en tiempos
antiguo”’. A estas clarísimas declaraciones se agrega un informe secreto de la
inteligencia judía que propone técnicas para aterrorizar a la población y
hacerla huir. Incluían “el factor sorpresa, prolongados barridos con
artillería, provocar atronadoras explosiones, y altoparlantes para esparcir el
terror”. Sobra decir hasta qué punto y en qué forma estas técnicas, y otras
peores, han sido y siguen siendo empleadas contra el pueblo palestino.
Hay otro informe que detalla masacres en 110 aldeas y reconoce que Deir Yassin
fue “un factor acelerador decisivo”. No hay duda que los ciudadanos
aterrorizados huirían de sus hogares en abierto pánico. Pero como existía la
posibilidad de que el terror pasara y decidieran regresar a lo suyo, el
parlamento sionista aprobó una moción que les prohibía hacerlo y autorizaba a
la policía israelí dispararles a matar si lo intentaban. Además se organizó un
“Comité de Transferencia” encargado de destruir las casas palestinas, cuidar
que ningún refugiado regresara, el exilio de los que quedaban y la
planificación de asentamientos judíos, dando especial atención a los
agricultores colocando minas para impedir su regreso, dinamitando sus casas y
asesinando a los que se atrevían a cosechar el fruto de su trabajo.
Un buen ejemplo es Lydda, donde, tras asesinar 250 personas, David Ben Gurión,
futuro primer ministro, ordenó la expulsión de los 60.000 residentes, y Yitzhak
Rabin confiscó todas las viviendas y negocios sin compensación. Entre tantos
crímenes ese día un padre fue acribillado por tratar de impedir que su hija
fuera violada por una banda de terroristas judíos.
La Cruz Roja ha definido esta
situación como “crimen de guerra” y “una afrenta a la civilización”.
Israel y las resoluciones de la ONU
Tanto el establecimiento del Estado de Israel en 1948, como su historia en los
50 años posteriores hasta la actualidad, están esencialmente unidos a las
resoluciones que de forma periódica y abundante adopta la Asamblea General y el
Consejo de Seguridad (CS) de las Naciones Unidas (ONU) respecto a aquél. En la
mayor parte de estas resoluciones, la ONU deplora, advierte, censura, exige y
condena acciones de Israel, uno de sus Estados miembros. El número de
resoluciones asciende a varias docenas, aunque los asuntos de que se ocupan son
siempre los mismos. Esta prodigalidad y repetición permite, a primera vista,
destacar dos notas de estas resoluciones: que Israel hace caso omiso de las
mismas y que las resoluciones se suceden sin que por ello se aprecie un avance
en el cumplimiento de los fines de la Carta de la ONU.
Por ejemplo, la resolución 799 del CS, de 18 de diciembre de 1992, sobre el
retorno de los palestinos expulsados por Israel a Líbano, en violación de la
legislación internacional (Convención de Ginebra de 1949, de la que Israel es
Estado miembro), comienza "reafirmando sus resoluciones 607 (1988), 636
(1989), 641 (1990), 694 (1991) y 726 (1992)", las cuales se ocupan del
mismo asunto: la violación de esta Convención y de otros instrumentos
internacionales de salvaguardia de los derechos humanos y políticos por parte
de Israel. Se trata, en definitiva, de una letanía interminable de condenas que
no producen ningún efecto.
Debido a esa desobediencia reiterada sin consecuencias para el infractor, que
al ser Estado miembro se compromete a cumplir con las resoluciones, son muchos
los millones de personas que ponen en duda la capacidad de ONU para hacer
cumplir los fines de su Carta fundacional relativos a la paz internacional y
los derechos políticos de los pueblos. También son muchos los millones que no
sólo dudan sino que desconfían del papel de ONU como mediador justo en el
conflicto que enfrenta a Israel con varios países árabes, y sobre todo con el
pueblo palestino. A la vista de lo que ocurre con otras resoluciones a pocos
kilómetros de Israel, en Iraq, no son los palestinos los únicos que se escandalizan
por lo que califican de doble estándar de las Naciones Unidas a la hora de
hacer cumplir aquéllas, aunque formen uno de los pueblos que más sufren esta
injusticia internacional continuada.
Las principales resoluciones incumplidas se pueden analizar en diversos ítemes:
El establecimiento de Israel
- Resolución 181 de la Asamblea General, de 29 de noviembre de 1947 (Plan de
Partición), sobre el futuro gobierno de Palestina. En esta larguísima
resolución, se reconoce en primer lugar que la situación en Palestina en 1947
es una amenaza para la paz. Se propone luego un plan de partición de la tierra
con unión económica: "Se establecerá una Estado árabe y otro judío
independientes y un Régimen Internacional Especial para la ciudad de Jerusalén
(...)". Luego se abordan los pasos necesarios para el logro de la
independencia y más adelante los "lugares santos y los edificios y lugares
religiosos". Se trata posteriormente de los derechos de las minorías, de
la ciudadanía y de las relaciones internacionales. Un capítulo especial se
dedica a la unión económica, mientras que toda la parte segunda se ocupa de las
fronteras y toda la tercera de Jerusalén.
La cuestión de los refugiados
- Resolución 212 (III) de la Asamblea General, de 19 de noviembre de 1948:
Asistencia a los refugiados palestinos. Se reconoce que, para ONU, "la
elección es entre salvar la vida de muchos miles de personas ahora o permitir
que mueran". El resto se ocupa principalmente de la logística de las
actuaciones para salvar a los palestinos.
- Resolución 194 de la Asamblea General, de 11 de diciembre de 1948 : se
"resuelve que los refugiados que deseen volver a sus casas y vivir en paz
con sus vecinos, deben ser autorizados a hacerlo lo antes posible, y se debe
pagar una compensación a los que decidan no volver, así como a los que
sufrieron daños o perdidas en sus propiedades (...)" La resolución, que es
conocida fundamentalmente por ocuparse del retorno de los refugiados, se ocupa
también de más cuestiones de la mayor importancia: "establece una Comisión
de Conciliación", "resuelve que los lugares santos y los lugares y
edificios religiosos de Palestina deben ser protegidos y de libre acceso",
y resuelve que "debe darse la máxima libertad de acceso a Jerusalén por
carretera, ferrocarril y aire, a todos los habitantes de Palestina".
Jerusalén y la capitalidad de Israel
- Resolución 303 de la Asamblea General, de 9 de diciembre de 1949, sobre
Jerusalén: "La ciudad de Jerusalén se establecerá como un corpus separatum
bajo un régimen internacional especial y será administrada por las Naciones
Unidas".
La expansión territorial de Israel y los asentamientos
- Resolución 242 del CS, de 22 de noviembre de 1967: esta brevísima resolución
comienza "expresando su constante preocupación por la grave situación de
Oriente Medio" y "enfatizando la inadmisibilidad de la adquisición de
territorio mediante la guerra, y la necesidad de trabajar por una paz justa y
duradera en la que cada Estado de la zona pueda vivir con seguridad". A
renglón seguido pide "la retirada de las fuerzas armadas de Israel de los
territorios ocupados en el conflicto reciente" y "la consecución de
una solución justa al problema de los refugiados".
- Resolución 33/71 de la Asamblea General, de 14 de diciembre de 1978,
prohibiendo la cooperación militar con Israel: en ella se expresa "grave
preocupación por el continuo y rápido crecimiento militar de Israel ", y
"alarma por el empleo por parte de Israel de bombas de fragmentación
contra campos de refugiados y objetivos civiles en el sur del Líbano". A
continuación "reconoce que la continua escalada del armamento israelí
constituye una amenaza para la paz y la seguridad internacionales y subraya el
persistente desafío de Israel a las resoluciones de la Asamblea General y su
política de expansión, ocupación y negación de los derechos inalienables del
pueblo palestino". También repite anteriores "condenas de la
intensificación de la cooperación militar entre Israel y Africa del Sur".
Concluye solicitando a "todos los Estados, bajo el Capítulo VII de la
Carta de las Naciones Unidas, que se abstengan de suministrar armas, munición,
equipos y vehículos militares, o repuestos a Israel, sin ninguna
excepción".
- Resolución 446 del CS, de 22 de marzo de 1979, sobre los asentamientos:
"Determina que la política y las actuaciones de Israel de establecimiento
de asentamientos en los territorios palestinos y árabes ocupados desde 1969, no
tienen validez legal y constituyen un serio obstáculo para la consecución de
una paz justa, global y duradera en Oriente Medio".
Los derechos humanos y la seguridad de
Israel
- Resolución 2443 de la Asamblea General, de 19 de diciembre de 1968, para
establecer un comité de investigación sobre las actuaciones israelíes. Esta
resolución "se guía por los fines y principios de la Carta de las Naciones
Unidas y por la Declaración Universal de los Derechos Humanos". En ella se
recuerda a Israel que "desista de destruir casas de la población civil
árabe en las áreas ocupadas", y expresa su “grave preocupación por la
violación de los derechos humanos en los territorios árabes ocupados".
- Resolución 3379 de la Asamblea General, de 10 de noviembre de 1975, que
califica al sionismo como una forma de racismo. Se recuerda que la Asamblea
General condenó la alianza entre el racismo de Africa del Sur y el sionismo (14
de diciembre de 1973), y "determina que el sionismo es una forma de
racismo y de discriminación racial". Esta resolución ha sido revocada
recientemente.
- Resolución 471 del CS, de 5 de junio de 1980. "Horrorizado por el
intento de asesinato de los alcaldes de Nablus, Ramala y Al Bire, gravemente
preocupado porque se autoriza a los colonos judíos en los territorios ocupados
a llevar armas, lo que les permite perpetrar crímenes contra la población civil
árabe, condena el intento de asesinato" y "manifiesta honda
preocupación porque Israel, potencia ocupante, no ha facilitado la protección
adecuada a la población civil en los territorios ocupados”.
- Resolución ES-7/9 de la Asamblea General, de 24 de septiembre de 1982, que
condena la masacre de civiles palestinos en Beirut : Recuerda las resoluciones
del CS 508 (1982) de 5 de junio de 1982, 509 (1982) de 6 de junio de 1982, 513
(1982) de 4 de julio de 1982, 520 (1982) de 17 de septiembre de 1982 y 521
(1982) de 19 de septiembre de 1982, "reafirma en particular su resolución
194 (III) de 11 de diciembre de 1948 y condena la masacre criminal de
palestinos y otros civiles en Beirut el 17 de septiembre de 1982".
- Resolución 904 del CS, de 18 de marzo de 1994, respecto de la masacre de
Hebron: "Condena fuertemente la masacre de Hebron y sus secuelas, lo que
costó la vida a más de cincuenta civiles palestinos e hirió a varios centenares
más; pide a Israel, la potencia ocupante, (...) la confiscación de las armas,
con el fin de impedir las acciones violentas ilegales por parte de los colonos
israelíes.
Israel y Estados Unidos, una relación
única
Las relaciones entre EE.UU e Israel han sido descritas de distintas maneras.
Los políticos se refieren a Israel como el mejor aliado de EE.UU en Oriente
Medio, si no en el mundo. Otros lo consideran un aliado estratégico. Algunos piensan
que Israel y EE.UU comparten valores democráticos comunes en la guerra contra
el terrorismo. Dentro de la izquierda, los críticos consideran a Israel una
herramienta del imperialismo norteamericano para minar el nacionalismo árabe,
un baluarte contra el terrorismo fundamentalista islámico. Unos pocos
escritores señalan el "exceso de influencia" que el gobierno israelí
ejerce en la política del gobierno norteamericano a través de los poderosos
lobbies y personalidades judíos en los círculos mediáticos, financieros y
políticos.
Aun cuando haya algo de verdad en lo anterior, existe un aspecto único en esta
relación entre una potencia imperial como EE.UU y una potencia regional como
Israel. A diferencia de la relación de Washington con la Unión Europea (UE),
Japón y Oceanía, Israel es quien presiona y obtiene vastas transferencias de
recursos financieros (2,8 mil millones de dólares al año; 84 mil millones en 30
años). Israel obtiene transferencias de los más modernos armamentos y
tecnología, acceso sin restricciones a los mercados de EE.UU, libre acceso de
emigrantes, el compromiso de apoyo incondicional de EE.UU en caso de guerra y
represión del pueblo palestino colonizado, y la garantía del voto de EE.UU en
contra de cualquier resolución de Naciones Unidas.
Desde el punto de vista de las relaciones entre Estados, la potencia menor
regional es la que arranca un tributo al Imperio, un resultado aparentemente
único o paradójico. La explicación de esta paradoja se encuentra en el poderoso
e influyente papel de los judíos proisraelíes en sectores estratégicos de la
economía norteamericana, partidos políticos, el Congreso y el poder Ejecutivo.
El equivalente más próximo con imperios del pasado es el de los influyentes
colonizadores blancos de las colonias, que por medio de sus vínculos en el
extranjero fueron capaces de obtener subsidios y relaciones comerciales
especiales.
Los "colonos" israelíes en EE.UU han invertido y donado miles de
millones de dólares a Israel, en algunos casos desviando fondos de las cuotas
de los sindicatos de trabajadores con bajos sueldos para comprar bonos
israelíes empleados para financiar nuevos asentamientos coloniales en los
territorios ocupados. En otros casos, el Estado de Israel ha protegido a judíos
fugitivos de la justicia norteamericana, especialmente a riquísimos estafadores
como Mark Rich. Las ocasionales demandas oficiales de extradición por parte de
la justicia norteamericana han sido ignoradas.
El imperio colonizado se ha desvivido por ocultar su sumisión ciega a su supuesto
aliado, pero poder hegemónico de hecho. La relación entre EE.UU e Israel es la
primera de la historia contemporánea en la que el país imperial encubre un
importante ataque militar deliberado de un supuesto aliado. En 1967 el U.S.
Liberty, un barco de comunicaciones y de reconocimiento, fue bombardeado y
destruido durante casi una hora por aviones de combate israelíes en aguas
internacionales, lo que provocó cientos de muertos y heridos entre los
marineros y oficiales. Mensajes por radio israelíes interceptados así como el
hecho es que se mostrara muy claramente la bandera norteamericana demuestran
que fue un acto deliberado de agresión.
Washington actuó como habría actuado cualquier dirigente del tercer mundo ante
un embarazoso ataque a su hegemonía: silenció a sus oficiales de marina que
habían sido testigos del ataque y aceptó discretamente una compensación y una
disculpa formal. Aparte del hecho de que esto fuera una acción sin precedentes
en las relaciones militares y diplomáticas de EE.UU con cualquier aliado, no se
conoce ningún caso de un país imperial que encubra un ataque de un aliado
regional. Muy al contrario, a circunstancias similares han seguido respuestas
diplomáticas y militares belicosas.
En ningún caso se puede explicar esta aparente anomalía por medio de la
debilidad militar o la ineficacia diplomática: el armamento de Washington es
claramente superior y sus diplomáticos son capaces de elevar una enérgica
protesta ante aliados o adversarios cuando existe voluntad política. El lobby judío-
norteamericano, los congresistas, los medios y los magnates de Wall Street
estratégicamente situados en el sistema político económico de EE.UU,
garantizaron que el Presidente Johnson actuara dócilmente. Ni fueron necesarias
presiones directas porque un liderazgo político hegemónico actúa,
aparentemente, según sus propias creencias una vez aprendidas las reglas del
juego político. La relación entre EE.UU. e Israel es una relación única, que ni
siquiera un ataque militar no provocado puede poner en cuestión. Como todos los
poderes hegemónicos, Washington amenazó a los testigos de la marina
norteamericana con un juicio militar si hablaban mientras que mimaban a sus
agresores en Tel Aviv.
Otro ejemplo de la asimétrica relación se encuentra en uno de los principales
casos de espionaje durante la Guerra Fría que implicó a un agente israelí,
Jonathan Pollard, y al Pentágono. Pollard robó y copió durante varios años
bolsas llenas de documentos reservados sobre el servicio de inteligencia
norteamericano, la contrainteligencia, planes estratégicos y armamento militar,
y los puso en manos israelíes. Fue el caso de espionaje más importante llevado
a cabo contra EE.UU por cualquier aliado en la historia reciente. Pollard y su
mujer fueron declarados culpables. El gobierno norteamericano protestó en
privado al israelí. Los israelíes, por su parte, organizaron, por medio de sus
aliados judío-norteamericanos, un lobby para hacer propaganda a su favor.
Finalmente, todos los principales dirigentes israelíes e integrantes de los
lobbies hicieron campaña a favor de su amnistía y estuvieron a punto de
lograrlo con el presidente Clinton.
La desigual relación se hace claramente patente en el caso de un importante
fugitivo de la justicia, Mark Rich. Financiero y comerciante, el tribunal
federal norteamericano lo condenó por diversos casos de clientes estafados y
timados. Huyó a Suiza y posteriormente obtuvo el pasaporte y la ciudadanía
israelí al invertir fuertes cantidades de su fortuna en industrias y obras
benéficas israelíes. A pesar de la gravedad de su delito, Rich se codeó con los
principales líderes en Israel y con su elite económica. En el año 2000 el
primer ministro israelí y numerosas personalidades judías pro-israelíes,
incluyendo a la ex-esposa de Rich, convencieron a Clinton de que lo amnistiara.
Mientras se alzaban protestas por la relación entre la amnistía de Rich y la
contribución de más de 100.000 dólares realizada por su esposa al Partido
Demócrata, la subyacente relación de subordinación a la influencia israelí y al
poder del lobby israelí en EE.UU se hacía claramente más importante. Vale la
pena señalar que es extraordinariamente poco frecuente que un presidente de
EE.UU consulte a un gobernante extranjero (como hizo Clinton con Barak) en
relación a un estafador convicto. No tiene precedentes el perdonar a un acusado
fugitivo de la justicia y que nunca cumplió condena.
El poder de Israel se manifiesta en los numerosos peregrinajes anuales que
influyentes políticos norteamericanos hacen a Israel para declarar su lealtad
al Estado israelí, incluso durante periodos de represión intensiva de los
rebeldes. Por el contrario, los norteamericanos del mini-imperio israelí
aplaudieron la invasión del Líbano por parte del Estado judío, su sangrienta
represión de la primera y segunda Intifada y se opusieron a cualquier mediación
internacional para prevenir más masacres israelíes, sacrificando así cualquier
credibilidad en la ONU.
En las votaciones en la ONU, incluso en el Consejo de Seguridad, a pesar de la
abrumadora evidencia de violaciones de los derechos humanos presentada por los
aliados de la UE, Washington ha trabajado duro al servicio de su hegemonía.
Sacrificando su credibilidad internacional y distanciándose deliberadamente de
otras 150 naciones, Washington calificó las críticas al racismo israelí de
antisemitismo. Esto no constituye el punto culminante del servilismo de
Washington ante Israel.
El caso más reciente y quizá más importante sucedió en los meses anteriores y
posteriores al ataque del 11 de septiembre al World Trade Center y al
Pentágono. El 12 de diciembre de 2001, los informativos de la Fox supieron por
fuentes del servicio de inteligencia de EE.UU e investigadores federales que
desde el 11 de septiembre habían sido detenidos 60 israelíes implicados en una campaña
mantenida durante largo tiempo para espiar a funcionarios del gobierno
norteamericano. Muchos de estos detenidos son agentes israelíes activos,
militares o de la inteligencia. Fueron arrestados según la Ley Patriótica
antiterrorista. Muchos fueron descubiertos en el detector de mentiras al
responder a preguntas relativas a actividades de vigilancia contra y en EE.UU.
Aún más grave, investigadores federales creen con razón que los agentes
israelíes habían recopilado previamente informaciones acerca de los atentados
del 11 de septiembre y que no informaron a su aliado de Washington. El grado de
implicación de Israel en los hechos del 11 de septiembre es un secreto
celosamente guardado. Un importante investigador federal dijo a los
informativos de la Fox que existen "conexiones". Cuando se le pidió
que diera detalles, el investigador federal se negó: "las pruebas que
vinculan a estos israelíes con el 11 de septiembre están clasificadas. No puedo
hablarles de las pruebas que se han reunido. Es información clasificada".
Nada como este caso de espionaje israelí ejemplifica el poder que Israel tiene
sobre Washington. Incluso en el caso del peor bombardeo en la historia de
EE.UU., Washington suprime pruebas reunidas federalmente que vinculan a
conocidos espías israelíes con posibles evidencias de un conocimiento previo.
Es evidente que estas pruebas pueden plantear preguntas acerca de los vínculos
y lazos entre elites políticas y económicas así como minar las relaciones
estratégicas en Oriente Medio. Lo que es más importante, puede enfrentar a la
Administración Bush con el lobby judío norteamericano y su poderosa red formal
e informal en los medios, las finanzas y el gobierno. Los informativos de la
Fox obtuvieron numerosos documentos clasificados de investigadores federales,
probablemente frustrados por el encubrimiento del espionaje israelí por parte
de dirigentes políticos en Washington. Estos documentos revelan que incluso
antes del 11 de septiembre, a los menos otros 140 israelís habían sido
detenidos o arrestados en una investigación secreta sobre el espionaje israelí,
a gran escala y durante muchos años, en EE.UU. Ninguno de los principales
medios escritos o electrónicos informó de estas detenciones. Ni el presidente
ni ninguna de las principales figuras del Congreso habló acerca de los
continuos y persistentes esfuerzos de Israel por obtener datos militares y de
inteligencia claves de EE.UU.
Los documentos clasificados detallan "cientos de incidentes en ciudades y
pueblos por todo el país", que los investigadores aseguran que pueden ser
una creciente actividad de la inteligencia israelí organizada. Según los
documentos federales citados por los informativos de la Fox, los agentes
israelíes seleccionaron y penetraron en bases militares, en la DEA (Agencia contra
la droga), en el FBI y en docenas de centros gubernamentales e incluso en
oficinas secretas y domicilios particulares (no incluidos en ninguna guía) de
personal de los departamentos de justicia e inteligencia. El documento de la
General Accounting Office (Oficina General de Cuentas) -una sección de
investigación de Congreso norteamericano- se refiere a Israel como "País
A" y afirma que "el gobierno del País A lleva a cabo la más agresiva
operación de espionaje contra EE.UU de todos los países aliados de EE.UU".
Un informe de la Inteligencia de Defensa afirma que Israel tiene una
"voraz apetito de información... Recopila agresivamente tecnología militar
e industrial, y EE.UU. es su principal prioridad".
El Informe de la Fox escrito por Carl Cameron apareció en Internet un día (el
12 de diciembre de 2001) y luego desapareció; no hubo continuación. Ninguno de
los demás medios aprovechó este importante informe sobre espionaje. Mientras
que la red de agentes israelíes a veces es objeto de arrestos, interrogatorios
y expulsiones, el Estado israelí y sus ministros en activo nunca son condenados
públicamente, ni hay nunca respuesta oficial alguna como la simbólica retirada
temporal del embajador norteamericano.
El paralelismo más cercano con el comportamiento estadounidense respecto a los
espías israelíes es la respuesta de los países pobres y dependientes del Tercer
Mundo ante casos de espionaje norteamericano. En este contexto, los dóciles
gobernantes piden discretamente al embajador que refrene a algunos de los más
agresivos agentes.
Acerca
del Sionismo
La sociedad contemporánea está siendo testigo de una cierta homogeneización
política y económica en todo el globo terráqueo. El interés por la diversidad
como contrapartida, está cada vez más arraigado en amplios sectores de la
población. Y a la diversidad en otros campos debe añadirse el derecho a la
diversidad intelectual. El derecho a la discrepancia. El investigar o
profundizar en aspectos poco conocidos u ocultos de nuestra historia más
próxima, es uno de los retos más apasionantes de este fin de siglo. El releer
la historia al margen de tabúes políticos impuestos por la moda del momento,
una de las asignaturas pendientes de la historia contemporánea.
Por eso es que es importante leer Los mitos fundacionales del Estado de Israel,
de Roger Garaudy, que denuncia la herejía del sionismo político, la que
consiste en sustituir al Dios de Israel por el Estado de Israel, portaaviones
nuclear e insumergible de los maestros provisionales del mundo: los Estados
Unidos, que pretenden apoderarse del petróleo de Oriente Medio, nervio del
desarrollo occidental, este modelo de crecimiento que, por mediación del Fondo
Monetario Internacional (F.M.I.), le cuesta al Tercer Mundo el equivalente en
muertos a los de Hiroshima cada dos días).
Valerosamente, en el propio Israel, quedan judíos fieles a sus profetas, los
nuevos historiadores de la Universidad Hebraica de Jerusalén y los partidarios
israelíes de una paz justa que tras la revelación de su malignidad se
interrogan preocupados por la política del Estado de Israel y por la paz del
mundo sobre los mitos del sionismo político que han llevado a los asesinatos
cometidos por Baruch Goldstein en Hebrón y por Ygal Amir contra el Primer
Ministro Ytzhak Rabin.
¿Qué es el Sionismo? Se define frecuentemente por sí mismo:
1) Es una doctrina política. Desde 1896, se refiere al movimiento político
fundado por Théodore Herzl ).
2) Es una doctrina nacionalista que no ha nacido del judaísmo, sino del
nacionalismo europeo del siglo XIX. El fundador del sionismo político, Herzl,
no apelaba a la religión: “No obedezco a un impulso religioso. Soy un
agnóstico”.
Lo que le interesa, no es particularmente la tierra santa; acepta de buen
grado, para sus objetivos nacionalistas, Uganda o Libia, Chipre o Argentina,
Mozambique o el Congo. Pero ante la oposición de sus amigos de fe judía, toma
conciencia de la importancia de la “poderosa leyenda”, como él dice, que
“constituye una llamada de reunión de una irresistible fuerza” .
Es un slogan movilizador que este eminente político realista no podía ignorar.
De esta manera proclama, transformando la poderosa leyenda del retorno en
realidad histórica: “Palestina es nuestra inolvidable patria histórica: este
solo nombre sería un grito de reunión poderoso para nuestro pueblo. La cuestión
judía no es para mí ni una cuestión social, ni una cuestión religiosa , es una
cuestión nacional”.
Pero también tiene su política colonial. Medio siglo más tarde es, en efecto,
esta política la que aplicarán escrupulosamente sus discípulos al crear, según
sus métodos y siguiendo su línea política, el Estado de Israel (inmediatamente
después de la Segunda Guerra Mundial). Pero esta empresa política, nacionalista
y colonial, no tenía nada de la proyección de la fe y la espiritualidad judías.
Al tiempo del Congreso de Basilea que no pudo celebrarse en Munich (como lo
había previsto Herzl) por la oposición de la comunidad judía alemana, se
celebraba en América la Conferencia de Montreal (1897) donde, a propuesta del
Rabino Isaac Meyer Wise, la personalidad judía más representativa de la América
de entonces, se votó una moción que se oponía radicalmente a dos lecturas de la
Biblia, la lectura política y tribal del sionismo y la lectura espiritual y
universalista de los Profetas: “Desaprobamos completamente cualquier iniciativa
tendente a la creación de un Estado judío. Tentativas de este género ponen en
evidencia una concepción errónea de la misión de Israel que los Profetas judíos
fueron los primeros en proclamar Afirmamos que el objetivo del judaísmo no es
ni político, ni nacional, sino espiritual Apunta hacia una época mesiánica en
la que todos los hombres reconocerán pertenecer a una sola gran comunidad para
el establecimiento del Reino de Dios sobre la tierra”.
Ésta fue la primera reacción de las organizaciones judías desde La Asociación
de los rabinos de Alemania, hasta la Alianza Israelita Universal de Francia, la
Israelitische Allianz de Austria, al igual que las Asociaciones judías de
Londres. Esta oposición al sionismo político, inspirado por el vínculo a la
espiritualidad de la fe judía, no ha cesado de expresarse. A continuación de la
Segunda Guerra Mundial, se aprovechó en la ONU, la rivalidad entre las
naciones, y sobre todo el apoyo incondicional de los Estados Unidos, para que el
sionismo israelí se impusiera como fuerza dominante y, gracias a sus lobbies,
invirtió la tendencia e hizo triunfar la política israelí-sionista de poder,
contra la admirable tradición profética. Sin embargo no logró acallar la
crítica de los grandes místicos. Martin Buber, una de las más grandes voces
judías de este siglo, no cesó, hasta su muerte en Israel, de denunciar la
degeneración e incluso la conversión del sionismo religioso en sionismo
político.