jueves, 12 de junio de 2014

El Suicidio: ¿Pasión por la vida?




Por Carlos Javier González Serrano


El deseo es el motor de la vida, pero su exceso –un ansia ilimitado y perverso– puede ser también motor de la propia muerte.

A lo largo de la historia de la Filosofía y la Literatura, numerosos autores han tratado de buscar y desentrañar el mecanismo por el que los seres humanos podríamos contrarrestar la incansable fuerza por la que nos vemos impelidos a cumplir nuestros anhelos, fueran estos perseguidos inconscientemente o no. Si acudimos a los poemas de Homero, a las funestas tragedias de Shakespeare, a las novelas de Hermann Hesse o Thomas Mann, o al pensamiento de Aristóteles, Kant o Foucault, observaremos cómo la capacidad de desear ha ocupado desde siempre un primer plano en sus reflexiones, ya fuera en forma de adoctrinamiento o como intento de mostrar la complejidad de aquella alma para la que Madame de Staël reclama un necesario reposo. 

A pesar de la dificultad  que presenta el autoconocimiento (denunciada también en toda época por literatos y filósofos), y aunque constituya en innumerables ocasiones la fuente de todo dolor (como no dudaría en afirmar Schopenhauer), quizás hayamos de conceder al deseo el privilegio de ser el auténtico motor que nos permite no desfallecer en el empeño de vivir cuando, por ejemplo, el hastío o la desesperación se adueñan de nosotros. Dicho brevemente: el deseo define la existencia como una sed sin posibilidad de saciarse.  

Pero ¿esconde algún peligro el hecho de observar la vida como un desajuste insalvable entre la aparición de los deseos y su satisfacción o insatisfacción en el orden fáctico? O de otra manera: ¿es la vehemencia de nuestros deseos la que nos precipita contra los obstáculos que encontramos a nuestro paso? ¿Pueden nuestras querencias y esperanzas –aquello que nos invita a perseverar en la existencia– convertirse en el acicate que nos empuje a no querer vivir? ¿Cómo transita aquel deseo de vida hacia un apremiante deseo de muerte?

Pocos temas han levantado tantas ampollas en la historia del pensamiento como la decisión de poner fin voluntariamente a nuestra vida. Arthur Schopenhauer escribía al final del primer volumen de El mundo como voluntad y representación que el suicidio (en alemán, Selbstmord), lejos de ser la negación de nuestra voluntad, supone por el contrario el fenómeno de su más fuerte afirmación. Si algo desea el suicida por encima de todo es, a su juicio, la propia existencia; la única nota que distingue al suicida de una persona que permanece en este mundo es la de hallarse especialmente descontento con las condiciones en que tal vida se le da, pues “él quiere la vida, quiere una existencia y una afirmación sin trabas del cuerpo”. Así pues, en la persona que decide cometer un suicidio se daría un “exceso” de voluntad de vivir que, por otra parte, se vería inhibida al saberse esclava de un fútil y efímero fenómeno individual (el cuerpo físico).

Varias pueden ser las causas de este descontento. Baltasar Gracián explicaba sin miramientos en la “Crisis Quinta” de El Criticón que con la llegada a la vida, el hombre parece introducido “en un reino de felicidades y no es sino un cautiverio de desdichas; que cuando llega a abrir los ojos del alma, dando en la cuenta de su engaño, hállase empeñado sin remedio, vese metido en el lodo de que fue formado: y ya, ¿qué puede hacer sino pisarlo, procurando salir de él como mejor pudiere? […] Ninguno quisiera entrar en un tan engañoso mundo y que poco aceptaran la vida después si tuvieran estas noticias antes”. Si retornamos a los escritos de Madame de Staël, quien considera que el suicidio no es justificable aunque este sea un mundo repleto de maldades y problemas innumerables, leemos que “al hombre le está permitido intentar curarse de todos los males: lo que le está prohibido es destruir su ser, el poder que le ha sido concedido para escoger entre el bien y el mal. Existe por este poder, y por él debe renacer. Todo está subordinado a este principio de actuación, en el que se fundamenta por entero el ejercicio de la libertad”. 


Sin embargo, debemos preguntarnos si puede darse alguna circunstancia en la que se rompa esta “lógica de la vida”, un momento en el que aquella libertad se quiebre de tal forma que no se desee poner límites a un destino que aparece no solo como inexpugnable, sino también como poseedor de una fuerza que arrasa con cualquier atisbo de iniciativa o acción. Es entonces cuando el sinsentido se apodera de nuestra conciencia y nuestro universo emocional se tiñe de negro. Frente a la concepción clásica de un infierno vertical, al que somos llamados en virtud de una condena que nos es impuesta tras juicio sumarísimo y decisión inapelable, Ana Carrasco Conde, profesora de Filosofía de la Universidad Carlos III de Madrid, se refiere en una obra de reciente publicación (Infierno horizontal, Plaza y Valdés) a una nueva concepción de infierno, impuesta por una mismidad (o yo) que se vuelve destructiva a fuerza de encerrarse en los límites de su –autocreada– prisión. Ya no es necesario ser enviado a un lugar ignoto, plagado de seres que pagan eternamente su condena: en esta nueva concepción, el infierno se padece en vida.  

El auténtico infierno no es el impuesto desde fuera, sino el que el condenado se impone a sí mismo. El suicida renuncia a ser quien es a base de encerrarse en su mismidad, carece de medios para encumbrarse a un horizonte exterior. Así lo explica Carrasco Conde en la obra mencionada: “Sin afuera. La conciencia extrema desemboca en obsesión: es opresión, aplastamiento contra un muro. Mismidad opaca que atrapa al yo. La conciencia extrema es la conciencia de la imposibilidad de salida […]. Y ese es el infierno: cuando no hay salida ni nada que hacer, cuando lo que hay es yo y solo yo, cuando no hay diferencias ni percepciones nuevas, sino la amargura del siempre lo mismo. Nada puede cambiarse. Nada varía. […] No hay lugar para el olvido porque el condenado vive en el eterno presente del dolor. Nada pasa. Nada cura. Nada puede ser superado. Locura del ahora. Imposibilidad de cicatrización”.  ¿Pero qué ocurre, como decíamos, cuando la lógica de la vida, la que nos empuja a persistir en la existencia con su misteriosa inercia, parece truncarse? ¿Qué nos empuja –siguiendo la expresión de Jean Améry– a “levantar la mano” sobre nosotros mismos?

¿Se trata, como asegura Schopenhauer, de una batalla en la que somos vencidos por la incapacidad de hacer frente a las circunstancias que nos son dadas, como si la vida fuera querida hasta el punto de cambiarla por la muerte? Frente a esta perspectiva, en la que el suicida no sale bien parado, podemos traer a colación a un filósofo absolutamente olvidado por la cultura española (quizás por la falta de traducciones a nuestro idioma): Philipp Mainländer. Su pensamiento fue tildado desde el principio como pesimismo radical, y en él lleva hasta las últimas consecuencias las tesis defendidas por el propio Schopenhauer: “Dios ha muerto y su muerte es la vida del mundo”. Para Mainländer, el universo no es más que el cadáver resultante del suicidio de Dios; Dios ha muerto, como poco tiempo después anunciaría Nietzsche, pero no porque los hombres lo hayamos matado, sino porque él mismo eligió libremente morir, aniquilarse. ¿Por qué? Al cobrar conciencia de que el ser es insoportable, y que por tanto, el no ser o la nada resultan preferibles. Observamos así la radicalización desaforada de las tesis de Schopenhauer. En uno de sus poemas de juventud, escribía un convencido Mainländer: “En la oscura vida humana/ solo una cosa brilla por la que merezca la pena esforzarse;/ y esa es la tumba; admitámoslo/ sinceramente”. Si alguna vez existió en el mundo una unidad o una armonía simple, para Mainländer ha quedado destruida, está muerta, y el universo entero es presidido por una única ley: la del debilitamiento de la fuerza en general, la ley del dolor en la humanidad en particular. Si Schopenhauer situaba lo metafísico en la voluntad, Mainländer aprovechará tal apelativo para referirse al “exterminio” (al fin de la vida) como aquello que se encuentra fuera o más allá del mundo.

Desde la visión de Mainländer, y tomando también en consideración las tesis de alguien como Améry, quien vivió en primera persona las atrocidades cometidas por el Tercer Reich alemán de Hitler en los campos de concentración de Buchenwald y Auschwitz, el suicida vive intensa y plenamente cuando decide dar el paso voluntario hacia su muerte, es él quien dice la primera palabra y se cree legitimado para no esperar a morir de forma “natural”. Para ellos, la vida no es el bien supremo. El acto de “saltar” hacia la muerte está repleto de sentido para el suicida. Para el que comete suicidio – o muerte voluntaria, como prefería llamarlo Améry–, el indulto solo puede ser concedido por el que lo lleva a cabo, en ello consiste su verdadera libertad: “De este modo la muerte se torna vida, así como la vida desde el nacimiento es ya morir. De pronto, la negación se torna positividad”.

Para terminar, podemos preguntarnos de la mano de Camus en El mito de Sísifo si las verdades aplastantes no desaparecen cuando son reconocidas. Aunque ¿es suficiente con asumir todo cuanto conlleva la existencia, o se hace necesaria la rebelión frente a un destino que no duda en cargar contra nosotros cuando parecemos más desvalidos e inermes? Y esta forma de rebelión, ¿quién la decide cuando creemos haber llegado a un límite en el que ni siquiera “la lógica de la vida” puede empujarnos a seguir con este negocio que no cubre gastos… hasta la próxima batalla?

martes, 4 de marzo de 2014

Una reflexión sobre los sucesos de Ucrania




Por Alexis López Tapia


Lo que está ocurriendo en Ucrania admite varias lecturas, y por ende, variadas tomas de posición que no es del caso detallar.

Quiero compartir con ustedes una reflexión breve, que más que una toma de posición o un juicio de valor, pretende ser únicamente un juicio, elaborado sobre un análisis provisional.

Dicho esto, lo primero es que toda la retórica norteamericana sobre la "ilegalidad" de las acciones de Rusia carece de todo valor por venir de quienes viene: las intervenciones de Estados Unidos en todo el planeta, abiertas o encubiertas, han sido la tónica desde la segunda mitad del Siglo XX a la fecha, y por ende, Obama -"premio Nobel de la Paz"-, carece de toda idoneidad para pretender establecer cátedras de derecho internacional en este caso, y en muchos más. 

Y sin embargo, lo anterior no implica que, efectivamente, Rusia esté actuando de acuerdo al derecho internacional.

Ucrania tiene pleno derecho a la autodeterminación, a la soberanía, y a todos los aspectos que constituyen la esencia de un Estado Independiente.

No obstante, una vez más, es claro que EE.UU. ha realizado una activa campaña, incluyendo grandes sumas de dinero, para promover, sostener y proyectar a partidos y grupos que sostengan posiciones proclives a sus intereses: es el caso del Partido Svoboda, sucesor del anterior Partido Social-Nacional, calificado de "neonazi", "fascista", "antisemita", y todos los epítetos con que los comunistas y la izquierda en general suelen tachar a quienes son contrarios a sus intereses.

En términos ideológicos, este partido corresponde casi exactamente a lo que en Chile llamaríamos "Extrema Derecha", es decir, un partido de origen burgués, anticomunista, identificado económicamente con el capitalismo, que adhiere al "liberalismo convencional de la democracia occidental", a la creencia en el "libre mercado", y por cierto, a un férreo nacionalismo de tipo étnico y cultural.

Es decir, no se trata de un partido "neonazi", por mucho que sus militantes de base, sus símbolos, y sus demostraciones de fuerza parezcan demostrarlo.

Sin embargo, dicho eso, es posible que la idea de una "revolución nacional y social" en Ucrania, que el partido postula dentro de sus principios, pueda desembarcar en un proyecto político que efectivamente se aleje de la Extrema Derecha y se aproxime a un Movimiento Nacional verdadero.

Y es aquí donde está el problema y surge la reflexión que queremos compartir:

En principio, todo Nacionalista - todo defensor de la idea Nacional-, debería estar de acuerdo en las posiciones que los Nacionalistas Ucranianos han estado propiciando.

Pero una posición Nacional es por definición contraria a los Imperialismos, sean de donde sean, y por ende, la alianza táctica o estratégica con los intereses de EE.UU., aunque pueda ser justificada en términos de corto plazo, es un error de largo plazo que la historia se ha encargado muchas veces de demostrar.

Así como el "anticomunismo" fue funcional a los intereses de EE.UU. en América del Sur durante la guerra fría, las posiciones que los nacionalistas ucranianos están sosteniendo -reitero, financiadas en parte por EE.UU.-, también lo son.

En esa perspectiva, las acciones de Rusia, por muy lejanas al "derecho internacional" que se encuentren, están plenamente justificadas desde una perspectiva geopolítica: ¿o a ustedes les parecería bien que Evo Morales o Maduro pudieran estar financiando a grupos subversivos separatistas en la Araucanía?

Cierto, la Araucanía es parte de Chile y no otro país, como en el caso de Ucrania, pero para efectos de comparación se nos perdonará el ejemplo.

Por lo anterior, una toma de posición respecto a lo que está ocurriendo en Ucrania no es simple desde la perspectiva Nacional.

Frente a los intentos de EE.UU. por imponer su hegemonía global, tanto Rusia como China aparecen como contrapesos que resultan incluso indispensables para la existencia de países como Irán o Siria. En términos amplios, la multilateralidad es indispensable para la existencia de las Naciones más pequeñas, como la nuestra.

Y no obstante, eso no es carta blanca para que Rusia actúe de la misma forma en que EE.UU. lo hace, porque si se permite hoy, China podría hacerlo sin frenos mañana, y así... ad infinitum.

La moraleja que resulta relevante, sin embargo, es que los Movimientos Nacionales, en todo el mundo, requieren de manera urgente una nueva perspectiva ideológica, una nueva filosofía política, y un nuevo modelo económico, que efectivamente los haga diferentes de la "extrema derecha", es decir, del capitalismo y el neoliberalismo, y que a la vez, los proyecte como una verdadera alternativa frente a los poderes globales en pugna.

Esa es la reflexión que quería compartir con ustedes. 


(En la imagen: La runa Wolfsangel, logo del partido Social-Nacional de Ucrania, antecesor del actual Partido Svoboda, 1991-2003).

martes, 28 de enero de 2014

Ucrania: ¿El Despertar inesperado?




Las implicaciones de esta revolución se están sintiendo no sólo a nivel interno sino también internacional. Mientras los acontecimientos se desarrollan en la capital, Kiev, al menos dos cosas han resultado evidentes: primera, que el espacio post-soviético es todavía inestable; y segunda, que este espacio es objeto de rivalidad entre Occidente y Rusia, por una parte, y la ciudadanía y las elites nacionales por la otra. La desilusión y desconfianza con las actuales elites político-económicas han dado como resultado una movilización masiva que prepara el camino para reformas institucionales y de otro tipo. Ahora bien, para asegurar la victoria, la revolución fraguar no sólo a nivel interno, sino también internacionalmente.

RUSIA Y LA CEI

El Kremlin ha apoyado activamente al “presunto ganador" Viktor Yanukovich. Muchos ucranianos han considerado esto como una interferencia de Rusia en los asuntos internos de un estado amigo, pero independiente. El tradicional apoyo ruso a los candidatos pertenecientes a la elite gobernante ha resultado contraproducente en el caso de Ucrania. Demonizando al candidato de la oposición, y calificándolo de ultra-nacionalista (y por ello anti-ruso), el Kremlim se ha posicionado a favor de Viktor Yanukovich, un candidato de turbio pasado que está más que dispuesto a aprovecharse del cliente ruso, pero no a crear a cambio condiciones favorables para las empresas rusas en Ucrania.

La actual crisis en Ucrania ha planteado algunas preguntas sobre el futuro de las relaciones entre Rusia y Ucrania, y ha abierto un gran interrogante sobre el futuro de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) en su estado actual. Más aún, el destino del proyecto de Espacio Económico Común o Edinoe (Ekonomicheskoe Prostranstvo apoyado por Moscú), para Rusia, Ucrania, Bielorrusia y Kazajstán es también una incógnita. La idea de crear un “imperio liberal” que circulaba por Moscú un año atrás ha quedado obsoleta; Ucrania se ha desligado de Rusia en su historial democrático debido, en gran parte, al despertar de la nación en las últimas semanas. Lo que hará Rusia con la CEI, una de las mayores prioridades en su política exterior, es ahora una incógnita. Existen varios escenarios posibles, desde fortalecer su política energética con respecto a la CEI (especialmente con Ucrania), hasta hacer evolucionar la CEI hacia un club más íntimo con los amigos más cercanos incluyendo los países de Asia Central y Bielorrusia. Sin embargo, a día de hoy es difícil imaginar la CEI sin uno de sus miembros clave, por ello la “batalla por Ucrania” no ha terminado.


EL PAPEL DE LA UE

La UE se ha visto sorprendida -más que entusiasmada- por el despertar de Ucrania, lo que ha incrementado las preocupaciones sobre dos asuntos: sobre si la revolución dará lugar a una disolución del país, creando una situación completamente nueva e inestable en las fronteras orientales de la Unión; y sobre la lejana posibilidad de incluir una Ucrania democrática en la Unión Europea. No existe ninguna duda que, si Viktor Yushchenko llega a presidente, el país probablemente renovará sus aspiraciones europeas. Ello representaría un problema para la UE que está valorando la posibilidad de poner fin a futuras ampliaciones orientales, excepto Rumania y Bulgaria. El objetivo actual de la UE -y en un futuro previsible- será el de asegurar una transición pacífica desde el actual sistema de gobierno hasta otro donde el equilibrio de poderes esté repartido de forma más ecuánime entre el Presidente, el Primer Ministro y el Parlamento.


Es importante que sea la UE, antes que Rusia o los Estados Unidos, quien tome el liderazgo de la mediación en la situación en Ucrania. Dado que Rusia está unida de forma clara y ha proporcionado apoyo evidente a Viktor Yanukovich, no puede realizar esta función y se necesitará tiempo antes que Moscú recupere su imagen entre la ciudadanía y las elites de Ucrania. El compromiso directo de EE UU apoyando tácitamente la revolución no será bien recibido, ya que, además, la política exterior de EE UU es polémica en Ucrania. Por otro lado, la mujer de Yuschenko tiene la ciudadanía estadounidense, lo que está considerado por muchos como un punto débil en el perfil de Yuschenko. Como resultado de la crisis en Ucrania, los EE UU y la UE parecen estar descubriendo la posibilidad de cooperar conjuntamente en los asuntos internacionales; desafortunadamente Rusia ha terminado por quedar marginada, pero cabe esperar que sólo temporalmente.

Fuente: http://www.cafebabel.es/articulo/ucrania-el-despertar-inesperado.html

Rafael Correa contra la ideología de género




Rafael Correa dedicó la última emisión de Enlace Ciudadano, su programa semanal de radio y TV, a fustigar la ideología de género. Al mismo tiempo, defendió el feminismo, entendido como la lucha por la igualdad de derechos, que no significa la "igualdad total", según precisó. Y aludió a quienes afirman que no existe una diferenciación sexual natural sino que todo es "construcción cultural".

Correa aseguró estar a favor de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, pero no de la igualdad en todo, como si no existiesen diferencias biológicas entre los sexos. Aunque expresó respeto hacia quienes defienden estas teorías, rechazó que "traten de imponer sus creencias a todos". "Que no existe hombre y mujer natural, que el sexo biológico no determina al hombre y a la mujer, sino las 'condiciones sociales'. Y que uno tiene derecho a la libertad de elegir incluso si uno es hombre o mujer. ¡Vamos,por favor! ¡Eso no resiste el menor análisis!", exclamó el Presidente.

"Esas no son teorías, sino pura y simple ideología, muchas veces para justificar el modo de vida de aquellos que generan esas ideologías. Los respetamos como personas, pero no compartimos esas barbaridades", aseguró.

Correa advirtió, además, que se está adoctrinando en esa ideología (que calificó de "peligrosísima") en muchas escuelas: "No traten de imponerlo al resto y no se lo impongan a los chicos, porque hay gente que está enseñado eso a nuestros jóvenes".

En octubre pasado, Correa había amenazado con dimitir si el Congreso ecuatoriano aprobaba el aborto. Ahora, se declaró partidario de la familia natural, aun a costa de parecer "cavernícola" y "conservador", aclaró, abriendo el paraguas a las críticas que sabe que recibirá: "Creo en la familia y creo que esta ideología de género, que estas novelerías, destruyen la familia convencional, que sigue siendo y creo que seguirá siendo la base de nuestra sociedad".

Consciente de las críticas que recibirá por colocarse a contramano del pensamiento dominante en el progresismo, Correa señaló que ser de izquierda no implica apoyar el aborto o estar en contra de la familia tradicional. "Esa es otra 'novelería': quien no se adscribe a esas cosas no es de izquierda. ¿Qué es eso de que si uno no es proaborto no es de izquierda? -desafió Correa-. Entonces, ¿si Pinochet está a favor del aborto, es de izquierda? ¿Y si el 'Che' estaba contra el aborto, entonces era de derecha?", preguntó también.

"Esas son cuestiones morales, no ideológicas", sostuvo, contrariando a una izquierda latinoamericana que, casi mayoritariamente, milita por la despenalización del aborto, en nombre del "derecho" de la mujer a "decidir" sobre su propio cuerpo. 

El pasado 13 de diciembre, el presidente de Ecuador se había reunido, sin embargo, con representantes de los grupos LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) para asegurarles que se opondría a su discriminación laboral o en otros ámbitos, pero sin que ello implicase considerar matrimonio a sus uniones.

Fuente: Infobae

domingo, 26 de enero de 2014

Nos quedamos




Soy nacionalista blanco y nación la cargo por dondequiera que deambule, sea Chile, sea Argentina, sea Perú, sea donde sea. Siempre voy a cargar por el lado de mi gente, y donde ésta se sienta más segura. Sinceramente, dudo que vaya a estallar alguna guerra, pero no me importa: el mar es nuestro. Si la gente que no está aquí, en el Norte, no lo quiere ni le interesa, pues por nosotros no hay problema: a nosotros sí nos importa.

Muchos, la mayoría, de nuestros ancestros vinieron desde el sur a combatir no por los capitales extranjeros o el poderío económico, como quieren establecer reduccionistamente algunos, tampoco vinieron a combatir por la tierra ni para procurar los recursos, sino que vinieron a combatir cuando supieron de los atropellos que estaban sufriendo su gente. Digo su gente y no sus compatriotas pues, como está bien documentado, jóvenes nacidos y criados en Argentina, cruzaron la cordillera al enterarse que familiares suyos (muchos de los cuales ni siquiera conocían) estaban solos. Manuel Castro Ramos -tras una denigrante tortura- murió ahogado por denunciar los ultrajes contra la población chilena por parte de los soberanos (i.e., el Perú); hoy es el Estado de Chile el que ultraja a la población del norte: tienta la suerte compareciendo ante un tribunal ridículo en el cual no tenemos nada que ganar, apoya al avalar con silencio la entrada de miles y miles de inmigrantes indeseables cada año (delincuentes, mestizos, negros, pandilleros, y toda la amplia gama de ralea melaninizada que pueda ofrecer Sudamérica), devuelve una cifra absurda del presupuesto que, paradójicamente, es en el norte de donde proviene la mayor parte ¿Por qué tendríamos que movernos de aquí, no fueron nuestros tatarabuelos los que nos legaron este lugar? Nosotros no nos vamos, que se vayan ellos.

El cuento de las 7 familias realmente me la suda. ¿Alguien cree en realidad que las famosas 7 familias van a perder un solo dólar en caso de que Chile pierda esa porción? Por favor: el capitalismo es apátrida, su nación es el dinero. Una flota puede moverse y agotar los stocks de pesca si así lo requiere. Sí, la pesca industrial en Chile es destructiva. Pero, ¿alguien sabe cómo es la pesca en Perú?

Si no te importa el norte por su gente, entonces que te importe por los pecesNadie conoce nuestra realidad más que nosotros, los que vivimos acá. Nuestras calles están llenas de los nombres que los izquierdistas odian, y el suelo es nuestro porque fue arrebatado con violencia a sus antiguos dueños. ¿Tienes algún problema con eso?

Pueden pensar lo que quieran, pero soy todo menos un amante de las instituciones, y mucho menos un amante de las Fuerzas Armadas. No abogo por el Estado-Nación, mismo Estado que considero mi enemigo… pero enemigo más grande es el estado de más al norte, pues veo en su población y no veo gente semejante a mí, y los veo avanzar con sus costumbres, sus genes y su rastrera prepotencia. Si Chile cede ante la demanda marítima, entonces tendrá que ceder ante toda la exigencia de las hordas mestizas y negroides que se acercan, y será el fin de los reductos de raza blanca en el norte, y será nuestro fin porque el inepto mando central y la gente de a pie no le habrá dado la relevancia que tenía. No haré grandes aspavientos de militarismos tontos propio de civil exaltado sin instrucción militar (típico), pero ser presencia es ser resistencia. Nosotros o ellos.


Probablemente, nosotros seamos el equivalente del Mediterráneo que tuvo que soportar todas las hordas de inmigrantes para que Europa pudiera prosperar en la comodidad que permitía la ausencia de choques con otros pueblos. Nosotros no tenemos comodidad, pero tenemos un premio: podemos ser racistas, xenófobos e intolerantes donde ser todo eso sí es un desafío que se vive día a día. No importa el fallo. De aquí no nos moveremos. Nos quedamos.

miércoles, 22 de enero de 2014

La gente feliz no suele consumir




Por Gabriel Asenjo


Serge Latouche propone vivir mejor con menos. Profesor emérito de Economía en la Universidad París-Sud, es una de las voces mundiales del llamado movimiento por el decrecimiento.

Nacido en Vannes (Francia) hace 70 años, ante un público que le escuchaba sentado hasta en los pasillos de acceso al salón de actos del Colegio Mayor Larraona de Pamplona, subrayaba ayer noche que el actual ritmo de crecimiento económico mundial es tan insostenible como el deterioro y la falta de recursos en el planeta.

Invitado por el colectivo Dale Vuelta-Bira Beste Aldera, y bajo el título de su conferencia El decrecimiento, ¿una alternativa al capitalismo? , reclamó que la sociedad establezca una autolimitación de su consumo y de la explotación medioambiental. Desde su punto de vista no se trata de plantear una involución sino acoplar la velocidad de gasto de los recursos naturales con su regeneración.

Especialista en relaciones económicas Norte / Sur, premio europeo Amalfi de sociología y ciencias sociales, su movimiento decrecentista, nacido en los años 70 y extendido en Francia, defiende la sobriedad en la vida y la preservación de los recursos naturales antes de su agotamiento. A su juicio, si el decrecimiento no es controlado "el decrecimiento que ya estamos experimentando" será consecuencia del hundimiento de una forma de capitalismo insostenible, y además será desmesurado y traumático.

Una bomba semántica. Afirma Serge Latouche que el término decrecimiento es un eslogan, "una bomba semántica provocada para contrarrestar la intoxicación del llamado desarrollo sostenible", una forma de pensamiento, la sostenibilidad, extendida por el economicismo liberal de los años ochenta, y que propicia pagar por todo, "por ejemplo, en el caso del trigo, obliga a pagar por los excedentes, por su almacenamiento y también hay que pagar por destruir los sobrantes". "Deberíamos hablar de A-crecimiento", dijo como una invitación hacia la reflexión sobre nuestro estilo de vida, incluso sobre la exhibición de los superfluo y el enriquecimiento desmesurado.

Desde su punto de vista "vivimos fagotizados por la economía de la acumulación que conlleva a la frustración y a querer lo que no tenemos y ni necesitamos", lo cual, afirma, conduce a estados de infelicidad. "Hemos detectado un aumento de suicidios en Francia en niños", agregó, para aludir más adelante a la concesión por parte de los bancos de créditos al consumo a personas sin sueldo y patrimonio como sucedió en Estados Unidos en el inicio de la crisis económica mundial. Para el profesor Latouche, "la gente feliz no suele consumir".

Sus números como economista aseguran que le dan la razón: cada año hay más habitantes en el planeta a la vez que disminuyen los recursos, sin olvidar que consumir significa producir residuos y que el impacto ambiental de un español equivale a 2,2 hectáreas, y que cada año se consumen 15 millones de hectáreas de bosque "esenciales para la vida". "Y si vivimos a este ritmo es porque África lo permite", subrayó. Para el profesor Latouche, cual cualquier tipo de escasez, alimentaria o de petróleo, conducirá a la pobreza de la mayoría y al mayor enriquecimiento de las minorías representadas en las grandes compañías petroleras o agroalimentarias.

Trabajar menos y producir de forma inteligente. Tachado por sus detractores de ingenuo, postuló trabajar menos y repartir el empleo, pero trabajar menos para vivir y cultivar más la vida, insistió. Desde un proyecto que calificó como "ecosocialista", además de consumir menos, la sociedad debería consumir mejor, para lo cual propuso producir cerca de donde se vive y de forma ecológica para evitar que por cualquier puesto fronterizo entre España y Francia circulen hasta 4.000 camiones a la semana "con tomates de Andalucía cruzándose con tomates holandeses". Finalizó con una alabanza al estoicismo representado en España por Séneca: "No se obtiene la felicidad si no podemos limitar nuestros deseos y necesidades".