La gran opresión
En lo que las naciones europeas
viven hoy no es en una democracia: es en una posdemocracia donde la alternancia
sólo es una ilusión. Quien hoy ostenta el poder no es el pueblo, es una clase
de oligarcas. Forman parte de la misma los grandes dirigentes financieros,
mediáticos, culturales y políticos, los cuales imponen una ideología dominante
que se ha convertido en una ideología única.
1.- La ideología única encierra
el pensamiento y la opinión en el rectángulo de una cárcel cuyos cuatro lados
son:
– el libre comercio económico
deseado por los grandes oligopolios mundiales que son las transnacionales;
– el antirracismo que
niega las realidades étnicas y culturales, al tiempo que culpabiliza a los
defensores de nuestra identidad nacional y de la civilización europea;
– la antitradición y
la inversión de los valores que desquician la base familiar y toda una
experiencia de miles de años;
– la visión mercantil y comercial del
mundo y el arrasamiento utilitario de la vida, de la
naturaleza, de la cultura.
La ideología única somete de
forma duradera a los europeos y a los anglosajones: impedir la constitución de
una auténtica potencia europea es, por lo demás, una de sus funciones.
2. La ideología única impone un
despotismo blanco a través de cuatro lógicas totalitarias:
– la neolengua, las mentiras de
los medios de comunicación y los grandes miedos que se imponen a través de la
tiranía mediática: quienquiera que se aparte de las verdades oficiales es
condenado al silencio y/o a la demonización;
– la normalización de las
reglas y de los comportamientos prescritos:
* por las burocracias
nacionales, europeas y mundiales bajo la influencia de los grandes grupos de
presión (lobbies);
* por los grandes gabinetes
internacionales de asesoramiento (los Big Fours)
– la teocracia de los derechos
humanos que sojuzga a los pueblos a través del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, el cual interpreta en el sentido del pensamiento único el Convenio
Europeo de Derechos Humanos;
– la represión tipo Big
Brother, que comete con leyes liberticidas crímenes contra el pensamiento.
3. Esta ideología única tiene
sus triunfadores y sus perdedores
Por lo que a sus triunfadores
se refiere, figura en primer lugar la superclase mundial: treinta millones de
cosmócratas que tienen más puntos en común entre sí que con el pueblo del
que provienen. También figuran entre los triunfadores los países emergentes
—China, en particular— y los beneficiarios de la inmigración: por un lado, los
inmigrantes que acceden a los regímenes sociales de los países desarrollados;
por otro lado, los empresarios que pagan bajos salarios. Siguiendo con los
ganadores, también están las minorías étnicas y sexuales que disfrutan tanto de
un estatus revalorizado como de la discriminación positiva.
Por el lado de los perdedores
figuran los antiguos países desarrollados, cuyo poderío se debilita, al tiempo
que mengua su independencia y se reduce su riqueza; y, dentro de ellos, las
clases medias y populares, cuya fuerza de trabajo es explotada por las
transnacionales y tiene que competir con la de los países emergentes y la de
los emigrantes. También figuran entre los perdedores las familias europeas,
cuyo modelo de vida se desvaloriza y cuyas dificultades para encontrar vivienda
y buenas escuelas para sus hijos se ven amplificadas por la africanización y la
islamización.
La mayoría invisible, los
autóctonos, son las víctimas de tal situación. Sufren discriminación negativa y
padecen un proceso de domesticación. Han perdido su soberanía, no tienen la
posibilidad de expresarse mediante referéndums. Los dirigentes políticos que
los gobiernan no son estadistas, sino “mediagogos” que hacen carrera adulando a
los medios de comunicación y sometiéndose a la ideología única. Frente a lo
inaceptable, es necesario dar paso a una nueva disidencia.
La nueva disidencia
El sistema dominante se basa en
la negación de la coherencia y de la realidad de las cosas. En las postrimerías
de la Unión Soviética, quienes hacían frente a la situación y se atrevían a
luchar contra ella eran calificados de disidentes: su arma era el samizdat, es
decir, el ciclostil y el anonimato. Los disidentes del mundialismo disponen de
Internet y del pseudoanonimato, es decir, de un instrumento subversivo —la
reinfoesfera— que es infinitamente más poderoso. El papel de la reinfoesfera
consiste en sensibilizar a la opinión.
1. Primera actitud de la
disidencia: la reinformación es una gimnasia del espíritu y del alma
Consiste en forjarse su propia
opinión para no caer en el conformismo y repetir ideas como papagayos. La
reinformación consiste en tratar de conocer la realidad del mundo a partir de
una experiencia directa y no a través de las pantallas. Y, por lo que a las
pantallas se refiere, consiste en desterrar en toda la medida de lo posible los
programas de televisión a favor de los videos o de ciertos espacios
radiofónicos y, por supuesto, de las webs alternativas de la reinfoesfera.
2. La actitud de la disidencia
consiste en desterrar de los espíritus la ideología única
Ello significa emancipar las
mentes y los corazones de lo políticamente correcto, de lo económicamente
correcto, de lo históricamente correcto, de lo moralmente correcto, de lo
religiosamente correcto, de lo artísticamente correcto. Frente a la dictadura
de las emociones condicionadas, hay que volver a encontrar la vía de la razón y
de las grandes normas del espíritu europeo: aparte de los dogmas religiosos,
sólo se puede considerar verdadero lo libremente refutable. Cualquier verdad
oficial tiene que pasar por el cedazo de la duda.
3. La tercera actitud de la
disidencia es la fuerza del alma
El alma saca su energía de las
raíces de la civilización europea y cristiana, tomando aliento en un imaginario
milenario y/o en la fe religiosa. El hombre se ve fortalecido por todo lo que
le proporciona una auténtica vida interior y lo libera de las presiones de la
urgencia y de la contingencia. Se trata, a este respecto, de dejarse contaminar
por las emociones prefabricadas del exterior a fin de reapropiarnos mejor
nuestras propias emociones: las que están vinculadas con nuestra tierra,
nuestro pueblo, nuestra lengua, nuestra historia, nuestra religión. En suma,
vincularse a las emociones de nuestra familia, de nuestro linaje, de nuestro
clan, de nuestros correligionarios.
4. La cuarta actitud de la
disidencia es el comportamiento disidente, es decir, actuar de forma distinta
La disidencia no consiste tan
sólo en reflexionar. Consiste también en actuar de forma distinta:
– frente a la mundialización económica, hacer jugar el localismo,
la preferencia local, la nacional, la europea, el patriotismo económico;
– frente al desarraigo, practicar una ecología humana y cercana:
retomar contacto con nuestro territorio vital y la naturaleza que lo rodea;
aceptar como beneficiosos constreñimientos las leyes de la geografía y del
clima;
– frente a la sociedad mercantil, desconfiar de los grandes
oligopolios de distribución;
– frente al cosmopolitismo y al antirracismo,
defender nuestra identidad: escoger la escuela de nuestros hijos; situarnos en
una lógica de arraigo en nuestras elecciones estéticas y culturales; preferir
el arte escondido al financial “art”; frente al globischpracticar
la lengua que nos es propia; frente a la voluntad de mestizaje de los
oligarcas, cultivar el “nosotros”; frente a la memoria impuesta por los amos
del discurso, preferir el recuerdo que remite a una realidad histórica y
carnal: la transmisión familiar de los acontecimientos tal como han sido
vividos realmente por nuestro linaje.
5. La quinta actitud de la
disidencia es la intervención en la vida de la Ciudad y más bien en la
periferia que en el centro
La disidencia no es un exilio
interior: es una larga marcha hacia la reconstrucción de un proyecto
comunitario, es la intervención en la vida de la Ciudad en aquellos ámbitos en
que pueda ser eficaz, es decir, más bien en la periferia que en el centro, más
bien en la vida local que en la nacional.
La disidencia consiste en
suscitar acciones identitarias o participar en ellas:
– contra la islamización o la africanización de nuestro barrio;
– contra la imposición del globish en nuestra empresa o en su
administración.
Porque las “libertades no son
más que resistencias” (Royer-Collard).
La disidencia también consiste
en actuar para defender un patrimonio al que se quiere: proteger un
emplazamiento o un paisaje, un monumento, una iglesia o un museo, elementos de
nuestra identidad nacional y de la civilización europea.
La democracia directa,
espontánea, la organización parajurídica de peticiones y de referéndums
locales: he ahí otros tantos excelentes medios de acción en tal sentido.
6. La sexta actitud de la
disidencia consiste en dar a conocer
Dar a conocer las cosas y,
gracias a Internet, hacer públicas y visibles acciones que la tiranía mediática
castiga con el ostracismo.
Actuar también es que hacer que
a uno le oigan los parlamentarios, especialmente los locales, a fin de que la
presión popular compense la del Sistema.
7. La séptima actitud de la
disidencia consiste en participar en la movilización de inmensas pero
adormecidas fuerzas: las mayorías invisibles pero oprimidas
Estas comunidades económica,
social y culturalmente mayoritarias resultan invisibles a causa de la acción de
las oligarquías dirigentes y de las políticas de “diversidad” que aplican en
contra de las mayorías.
Estas mayorías oprimidas son:
– las clases medias y las
clases populares sacrificadas a los intereses de los poderes financieros y a
las que se hace competir con el mundo entero en el mercado laboral;
– las pequeñas y medianas empresas victimas de la fiscalidad y de los
oligopolios mundiales;
– las familias amenazadas por la teoría del género y la cultura
de muerte;
– los cristianos y los laicos, afectados ambos por el hecho de que el espacio
público es ocupado por la islamización;
– y, por supuesto, los jóvenes varones blancos (JVB) que son
objeto de todas las culpabilizaciones y contra quienes se acumulan toda clase
de discriminaciones (como jóvenes, como hombres, como blancos). Los jóvenes
varones blancos (JVB) tienen como vocación sacar a Europa de su adormecimiento.
Hay en todos estos grupos, por
poco que tomen conciencia de su fuerza, todos los ingredientes de una revuelta
susceptible de impulsar una gran oleada de populismo, corriente de opinión que
debemos asumir sin complejos.
8. ¿Hacia la revuelta del
pueblo?
Situándose mucho más allá del
exilio interior, la disidencia se amplifica en Internet pero también en las
redes sociales y en las territoriales. La reapropiación de nuestro entorno
geográfico y humano es una exigencia cada vez mayor, al igual que la toma de
conciencia por parte del pueblo de que tenemos un enemigo: la superclases
mundial y los amos del discurso que la sirven.
Vanguardia de un movimiento que
va ahondándose, el comportamiento disidente se nutre de la concientización de
los daños producidos por el Sistema mundialista hoy dominante. Y esta toma de
conciencia nos lleva a recuperar el genio nacional de nuestros pueblos y la
identidad europea: búsqueda de la verdad, recurso a las artes figurativas,
respeto de las tradiciones, gusto de la libertad, defensa de la lengua y de las
patrias carnales. La disidencia libera los espíritus y forja las almas: es la
etapa previa a la revuelta del pueblo.