lunes, 3 de junio de 2013

Manifiesto por una Nueva Disidencia




La gran opresión

En lo que las naciones europeas viven hoy no es en una democracia: es en una posdemocracia donde la alternancia sólo es una ilusión. Quien hoy ostenta el poder no es el pueblo, es una clase de oligarcas. Forman parte de la misma los grandes dirigentes financieros, mediáticos, culturales y políticos, los cuales imponen una ideología dominante que se ha convertido en una ideología única.

1.- La ideología única encierra el pensamiento y la opinión en el rectángulo de una cárcel cuyos cuatro lados son:

– el libre comercio económico deseado por los grandes oligopolios mundiales que son las transnacionales;
– el antirracismo que niega las realidades étnicas y culturales, al tiempo que culpabiliza a los defensores de nuestra identidad nacional y de la civilización europea;
– la antitradición y la inversión de los valores que desquician la base familiar y toda una experiencia de miles de años;
 – la visión mercantil comercial del mundo y el arrasamiento utilitario de la vida, de la naturaleza, de la cultura.

La ideología única somete de forma duradera a los europeos y a los anglosajones: impedir la constitución de una auténtica potencia europea es, por lo demás, una de sus funciones.

2. La ideología única impone un despotismo blanco a través de cuatro lógicas totalitarias:

– la neolengua, las mentiras de los medios de comunicación y los grandes miedos que se imponen a través de la tiranía mediática: quienquiera que se aparte de las verdades oficiales es condenado al silencio y/o a la demonización;
– la normalización de las reglas y de los comportamientos prescritos:
* por las burocracias nacionales, europeas y mundiales bajo la influencia de los grandes grupos de presión (lobbies);
* por los grandes gabinetes internacionales de asesoramiento (los Big Fours)
– la teocracia de los derechos humanos que sojuzga a los pueblos a través del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el cual interpreta en el sentido del pensamiento único el Convenio Europeo de Derechos Humanos;
– la represión tipo Big Brother, que comete con leyes liberticidas crímenes contra el pensamiento.

3. Esta ideología única tiene sus triunfadores y sus perdedores

Por lo que a sus triunfadores se refiere, figura en primer lugar la superclase mundial: treinta millones de cosmócratas que tienen más puntos en común entre sí  que con el pueblo del que provienen. También figuran entre los triunfadores los países emergentes —China, en particular— y los beneficiarios de la inmigración: por un lado, los inmigrantes que acceden a los regímenes sociales de los países desarrollados; por otro lado, los empresarios que pagan bajos salarios. Siguiendo con los ganadores, también están las minorías étnicas y sexuales que disfrutan tanto de un estatus revalorizado como de la discriminación positiva.

Por el lado de los perdedores figuran los antiguos países desarrollados, cuyo poderío se debilita, al tiempo que mengua su independencia y se reduce su riqueza; y, dentro de ellos, las clases medias y populares, cuya fuerza de trabajo es explotada por las transnacionales y tiene que competir con la de los países emergentes y la de los emigrantes. También figuran entre los perdedores las familias europeas, cuyo modelo de vida se desvaloriza y cuyas dificultades para encontrar vivienda y buenas escuelas para sus hijos se ven amplificadas por la africanización y la islamización.

La mayoría invisible, los autóctonos, son las víctimas de tal situación. Sufren discriminación negativa y padecen un proceso de domesticación. Han perdido su soberanía, no tienen la posibilidad de expresarse mediante referéndums. Los dirigentes políticos que los gobiernan no son estadistas, sino “mediagogos” que hacen carrera adulando a los medios de comunicación y sometiéndose a la ideología única. Frente a lo inaceptable, es necesario dar paso a una nueva disidencia.

La nueva disidencia

El sistema dominante se basa en la negación de la coherencia y de la realidad de las cosas. En las postrimerías de la Unión Soviética, quienes hacían frente a la situación y se atrevían a luchar contra ella eran calificados de disidentes: su arma era el samizdat, es decir, el ciclostil y el anonimato. Los disidentes del mundialismo disponen de Internet y del pseudoanonimato, es decir, de un instrumento subversivo —la reinfoesfera— que es infinitamente más poderoso. El papel de la reinfoesfera consiste en sensibilizar a la opinión.

1. Primera actitud de la disidencia: la reinformación es una gimnasia del espíritu y del alma

Consiste en forjarse su propia opinión para no caer en el conformismo y repetir ideas como papagayos. La reinformación consiste en tratar de conocer la realidad del mundo a partir de una experiencia directa y no a través de las pantallas. Y, por lo que a las pantallas se refiere, consiste en desterrar en toda la medida de lo posible los programas de televisión a favor de los videos o de ciertos espacios radiofónicos y, por supuesto, de las webs alternativas de la reinfoesfera.

2. La actitud de la disidencia consiste en desterrar de los espíritus la ideología única

Ello significa emancipar las mentes y los corazones de lo políticamente correcto, de lo económicamente correcto, de lo históricamente correcto, de lo moralmente correcto, de lo religiosamente correcto, de lo artísticamente correcto. Frente a la dictadura de las emociones condicionadas, hay que volver a encontrar la vía de la razón y de las grandes normas del espíritu europeo: aparte de los dogmas religiosos, sólo se puede considerar verdadero lo libremente refutable. Cualquier verdad oficial tiene que pasar por el cedazo de la duda.

3. La tercera actitud de la disidencia es la fuerza del alma

El alma saca su energía de las raíces de la civilización europea y cristiana, tomando aliento en un imaginario milenario y/o en la fe religiosa. El hombre se ve fortalecido por todo lo que le proporciona una auténtica vida interior y lo libera de las presiones de la urgencia y de la contingencia. Se trata, a este respecto, de dejarse contaminar por las emociones prefabricadas del exterior a fin de reapropiarnos mejor nuestras propias emociones: las que están vinculadas con nuestra tierra, nuestro pueblo, nuestra lengua, nuestra historia, nuestra religión. En suma, vincularse a las emociones de nuestra familia, de nuestro linaje, de nuestro clan, de nuestros correligionarios.

4. La cuarta actitud de la disidencia es el comportamiento disidente, es decir, actuar de forma distinta

La disidencia no consiste tan sólo en reflexionar. Consiste también en actuar de forma distinta:
– frente a la mundialización económica, hacer jugar el localismo, la preferencia local, la nacional, la europea, el patriotismo económico;
– frente al desarraigo, practicar una ecología humana y cercana: retomar contacto con nuestro territorio vital y la naturaleza que lo rodea; aceptar como beneficiosos constreñimientos las leyes de la geografía y del clima;
– frente a la sociedad mercantil, desconfiar de los grandes oligopolios de distribución;
– frente al cosmopolitismo y al antirracismo, defender nuestra identidad: escoger la escuela de nuestros hijos; situarnos en una lógica de arraigo en nuestras elecciones estéticas y culturales; preferir el arte escondido al financial “art”; frente al globischpracticar la lengua que nos es propia; frente a la voluntad de mestizaje de los oligarcas, cultivar el “nosotros”; frente a la memoria impuesta por los amos del discurso, preferir el recuerdo que remite a una realidad histórica y carnal: la transmisión familiar de los acontecimientos tal como han sido vividos realmente por nuestro linaje.

5. La quinta actitud de la disidencia es la intervención en la vida de la Ciudad y más bien en la periferia que en el centro

La disidencia no es un exilio interior: es una larga marcha hacia la reconstrucción de un proyecto comunitario, es la intervención en la vida de la Ciudad en aquellos ámbitos en que pueda ser eficaz, es decir, más bien en la periferia que en el centro, más bien en la vida local que en la nacional.

La disidencia consiste en suscitar acciones identitarias o participar en ellas:
– contra la islamización o la africanización de nuestro barrio;
– contra la imposición del globish en nuestra empresa o en su administración.

Porque las “libertades no son más que resistencias” (Royer-Collard).

La disidencia también consiste en actuar para defender un patrimonio al que se quiere: proteger un emplazamiento o un paisaje, un monumento, una iglesia o un museo, elementos de nuestra identidad nacional y de la civilización europea.

La democracia directa, espontánea, la organización parajurídica de peticiones y de referéndums locales: he ahí otros tantos excelentes medios de acción en tal sentido.

6. La sexta actitud de la disidencia consiste en dar a conocer

Dar a conocer las cosas y, gracias a Internet, hacer públicas y visibles acciones que la tiranía mediática castiga con el ostracismo.
Actuar también es que hacer que a uno le oigan los parlamentarios, especialmente los locales, a fin de que la presión popular compense la del Sistema.

7. La séptima actitud de la disidencia consiste en participar en la movilización de inmensas pero adormecidas fuerzas: las mayorías invisibles pero oprimidas

Estas comunidades económica, social y culturalmente mayoritarias resultan invisibles a causa de la acción de las oligarquías dirigentes y de las políticas de “diversidad” que aplican en contra de las mayorías.

Estas mayorías oprimidas son:

– las clases medias y las clases populares sacrificadas a los intereses de los poderes financieros y a las que se hace competir con el mundo entero en el mercado laboral;
– las pequeñas y medianas empresas victimas de la fiscalidad y de los oligopolios mundiales;
– las familias amenazadas por la teoría del género y la cultura de muerte;
– los cristianos y los laicos, afectados ambos por el hecho de que el espacio público es ocupado por la islamización;
– y, por supuesto, los jóvenes varones blancos (JVB) que son objeto de todas las culpabilizaciones y contra quienes se acumulan toda clase de discriminaciones (como jóvenes, como hombres, como blancos). Los jóvenes varones blancos (JVB) tienen como vocación sacar a Europa de su adormecimiento.

Hay en todos estos grupos, por poco que tomen conciencia de su fuerza, todos los ingredientes de una revuelta susceptible de impulsar una gran oleada de populismo, corriente de opinión que debemos asumir sin complejos.

8. ¿Hacia la revuelta del pueblo?

Situándose mucho más allá del exilio interior, la disidencia se amplifica en Internet pero también en las redes sociales y en las territoriales. La reapropiación de nuestro entorno geográfico y humano es una exigencia cada vez mayor, al igual que la toma de conciencia por parte del pueblo de que tenemos un enemigo: la superclases mundial y los amos del discurso que la sirven.
Vanguardia de un movimiento que va ahondándose, el comportamiento disidente se nutre de la concientización de los daños producidos por el Sistema mundialista hoy dominante. Y esta toma de conciencia nos lleva a recuperar el genio nacional de nuestros pueblos y la identidad europea: búsqueda de la verdad, recurso a las artes figurativas, respeto de las tradiciones, gusto de la libertad, defensa de la lengua y de las patrias carnales. La disidencia libera los espíritus y forja las almas: es la etapa previa a la revuelta del pueblo.


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