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jueves, 7 de marzo de 2013

El Gran Timo





Por Joaquin Bochaca


La inmensa mayoría de la gente imagina que un banco es un lugar respetable y seguro, para depositar, o bien para ir a tomar prestado dinero que otras personas han depositado. No obstante, los bancos prestan hasta nueve veces más dinero que el que realmente guardan en sus cajas. ¿Cómo es esto posible? Porque los bancos, realmente, no prestan nada. Sólo lo hacen ver.

Cuando un banco presta dinero, o, para emplear la terminología bancaria, abre un crédito, lo único que realmente hace es aceptar el crédito del prestatario. Vamos a exponer, tratando de aunar brevedad y claridad, cómo se perpetra este auténtico timo, porque timo es al concurrir en su comisión todos los requisitos de tal delito.

Aun cuando el negocio bancario y su corolario, la usura, se remontan a la época de Babilonia, la Banca, en su forma moderna, apareció en Europa a principios del siglo XVII, primero en Lombardía y en Holanda, luego, inmediatamente, en Inglaterra va renglón seguido en los demás países de nuestro Continente, para aparecer en los Estados Unidos poco después de su configuración como Estado independiente.

En aquéllas épocas, los poseedores de oro y plata -metales que, por su relativa escasez, eran los más adecuados para servir de .moneda oficial ténder en un tiempo, precisamente de escasez- lo entregaban, para su custodia, al banquero que los guardaba en una caja fuerte.

Evidentemente, no era cómodo, ni seguro, desplazarse llevando constantemente encima el oro y la plata -o las monedas que de ambos metales más adelante se hicieron- y, por otra parte, era recomendable guardar el dinero en un banco, dotado de una sólida caja fuerte, custodiada constantemente por un guardián armado. El banquero prestaba, pues, un servicio, y por tal servicio era lógico que cobrara, decimos “cobrara”, unos honorarios. Al entregar su dinero en el banco, los depositarios obtenían un recibo que les entregaba el banquero, y sobre tal recibo -documento, en sí, intachable- se iba a montar el mayor timo de todos los tiempos.

En efecto, el banquero era un hombre observador y pronto se dió cuenta de que la gente utilizaba esos recibos como si de auténtico dinero se tratara. Esos recibos, respaldados por dinero auténtico, hacían la misma función que el dinero, es decir, servían para adquirir mercancías y contratar servicios. Como tales recibos no eran nominativos, cualquier persona, que a lo mejor nunca había depositado dinero en el banco, podía presentarse en la ventanilla de pagos del mismo, y, exhibiendo un recibo por una cantidad determinada de dinero oficial, o legal, exigir tal cantidad en el acto. Un inciso imprescindible: decimos dinero oficial, o legal, porque esos recibos, al ser aceptados por la comunidad como medio de pago, se convertían automáticamente, de hecho, en dinero. También se dió cuenta, el banquero, de que, en promedio, los impositores sólo retiraban, en un período determinado de tiempo, el diez por ciento del dinero depositado. O dicho en otras palabras, que el noventa por ciento de sus depósitos permanecían en sus cofres, y que con el diez restante tenía suficiente para hacer frente a los recibos que se le irían presentando al cobro.

La tentación era demasiado grande para el banquero, hombre cuya conciencia no sentía excesivamente el embarazo de los escrúpulos, o no podía sentirlos por sus condiciones étnicas y religiosas. Y se formuló a sí mismo la siguiente pregunta: ¿Por qué no poner en circulación más recibos, representando nueve veces más valor que el dinero que, efectivamente, tenía en su caja fuerte? Para él, formular así esa pregunta equivalía a responderla en el sentido deseado por su yo íntimo. Es decir, que multiplicó por nueve sus recibos -comprometiéndose a pagar un dinero que no tenía, o, como máximo, sólo tenía en una novena parte -y empezó a prestarlo a particulares y, sobre todo, a comerciantes, cobrando un interés por ese dinero inexistente. 

En realidad, más que inexistente, ficticio; pues existencia, aunque fraudulenta, la tenía, al entregarse mercancías y servicios por él. Este fue el fraude original, que ha perdurado hasta nuestros días, y que está en la raíz de todos nuestros males económicos. Como dice Gertrude Coogan, “los banqueros pueden justificar sus prácticas como gusten, pero el hecho es que cuando prestan su ‘crédito’ a interés lo único que hacen es crear dinero privado, que luego pueden reclamar y destruir a su voluntad para desesperación y empobrecimiento del prestatario” quien periódicamente se ve obligado, por la artificial escasez del dinero-crédito, a entregar bienes auténticos por el dinero-crédito que tomó en préstamo.

El banquero, al proceder de esta guisa, efectivamente, ha creado dinero. Y para crearlo lo único que ha necesitado ha sido que un empleado del banco tomara una pluma, o un bolígrafo, y escribiera en el Libro Mayor del banco, una cifra cualquiera, pongamos diez millones de pesetas, en el saldo deudor del prestatario. Pero, al mismo tiempo, en el saldo acreedor del mismo, se ha anotado la garantía que éste ha debido ofrecer contra el préstamo bancario. Dicha garantía, que siempre debe ser un bien tangible, una casa, unos terrenos, unas cosechas o el título de propiedad de una industria, siempre vale más que el dinero que el banco presta. Al prestatario se le entrega un talonario de cheques, que permiten fraccionar cómodamente el importe del préstamo, luego se le carga en cuenta un interés por dicho préstamo, interés que oscila entre un cinco y un nueve por ciento en las épocas relativamente “tranquilas”, pero que puede ser mucho más elevado en las épocas turbias y la operación ha sido puesta en marcha.

Detengámonos un momento para hacer las siguientes observaciones:

a) Al poner en circulación de hecho, más dinero, que aparece en el mercado antes de que el mismo haya podido generar más riqueza, se ha puesto en movimiento un proceso inflacionario, es decir, se ha hecho perder valor al dinero que existía ya en circulación.

b) Las mercancías que, con el nuevo dinero, irán apareciendo en el mercado, llevarán su costo gravado con el interés bancario -como ya hemos dicho, de un 5 a un 9 por ciento- que deberán pagar, en última instancia, los consumidores. Nueva contribución al proceso inflacionario.

c) Mientras el banquero ha entregado sus “promesas de pagar” dinero -pues nadie, por muy banquero que sea, puede crear algo de la Nada, y así, lo que él presta no son más que promesas- en cambio, el prestario ha entregado al banquero títulos que representan una riqueza que, aparte de ser muy superior al préstamo, es real. Ha habido, pues, un notorio abuso de confianza por parte del banco. Como decíamos en otro lugar 2 “mientras el banco dispone contra la comunidad de garantías representando una riqueza real, tal como fábricas, fincas, cosechas, etc. la comunidad no dispone, contra los bancos, de ninguna garantía. La menor tentativa hecha por los acreedores de un banco para ejercitar sus garantías contra éste, pone de manifiesto que dichas garantías, de hecho, no tienen substancia alguna. Si tales acreedores le “aprietan demasiado las clavijas” al banco, son castigados perdiendo todos sus ahorros. El banco cierra sus puertas poniendo de manifiesto que sus “promesas de pagar” son falsas promesas... a menos que el gobierno no acuda en su ayuda con una moratoria.... moratoria cuyas consecuencias serán que, al fin y a la postre, la comunidad en bloque deberá pagar para cubrir las falsas promesas del banquero”. La objeción de que esto muy raramente ocurre no tiene validez alguna. Si ocurre raramente es porque en todos los países existe un Consejo Superior Bancario cuya principal misión consiste, precisamente, en corregir las desviaciones excesivas de la permanente inflación crediticia procurando que ningún banco sobrepase el fatídico cociente 9 en la división entre los créditos abiertos y el dinero registrado en las cuentas corrientes. Y cuando, no obstante, un banco se dispara y franquea el límite de la zona de peligro, los demás acuden en su ayuda, pues la Finanza funciona como un todo, a escala nacional para lo ordinario, e internacional para los grandes problemas económicos. Pero esa ayuda, en definitiva, la pagará el pueblo, es decir, cada ciudadano o ciudadana que van al mercado, pues hemos dicho, y hay que tenerlo bien presente, que los llamados gastos bancarios se incluyen en los costos de producción.

Según se demuestra en los apartados a) y b) el banco, al crear una situación inflacionaria, ha robado a todos y cada uno de los miembros de la comunidad. El hecho de que las actividades bancarias hayan sido legalizadas por la Administración Pública en todos los países no disminuye  en un ápice su ilegitimidad fundamental. El que un Estado, o cien Estados, decreten, como testaferros que son de la Alta Finanza, que la creación privada de Dinero es legal cuando la realiza un banco e ilegal cuando la lleva a cabo un falsificador de moneda no modifica en absoluto el hecho de su radical inmoralidad, desde el punto de vista ético, y de su inoperancia, desde el punto de vista económico, exceptuando, claro está, la privada economía de los bancos y sus adláteres.

Y tal como queda demostrado en el apartado c), no contento con robar a la comunidad, el banco ha cometido, con su cliente al que ha concedido un préstamo, un verdadero abuso de confianza, al cambiar una promesa que vale, digamos X menos los intereses cobrados anticipadamente, por una realidad (títulos de propiedad de bienes tangibles) que vale, por lo menos X multiplicado por dos. Y que no se objete que el cliente es muy libre de aceptar o no el “cambio” que le propone el banco. El cliente está convencido de que lo que el banco le presta son los ahorros de otro conciudadano y que por este préstamo hay que pagar un alquiler, llamado “interés”. Pero no terminan aquí las actividades del banco; en realidad, los funestos efectos de sus actividades apenas tienen relieve alguno si se comparan con lo que sigue.

Volvamos al momento en que el banco -en realidad, más que el banco o los bancos se trata del sistema bancario, pues todos actúan de manera mancomunada- ha abierto créditos representando hasta nueve veces más dinero del que realmente tienen en caja. De momento, el sistema parece dar resultado. La euforia general disimula el robo que se ha cometido. Pues es evidente que un auténtico robo ha tenido lugar; al crear dinero nuevo, el banquero, al igual que un vulgar falsificador, ha robado un poco a cada uno de sus conciudadanos y ha obtenido interés sobre el “dinero” robado. Gracias a la emisión brusca de dinero nuevo se ha podido desarrollar nueva riqueza, el comercio se halla en pleno apogeo y se ha llegado al, por todos, soñado “pleno empleo”. Cada vez que un prestatario devuelve un préstamo al banco, con sus intereses acumulados, el banco se apresura a ponerlo de nuevo en circulación. Se ha originado lo que los economistas clásicos llaman el “boom” que en los países latinos se denomina “euforia de mercado”. Los precios suben en vertical, mientras toda clase de productos se ofrecen a la venta. Pero el banquero se da cuenta de que esta subida de precios continúa sólo mientras continúan produciéndose préstamos. Cada vez que el banquero deja de hacer dichos préstamos - o, en otras palabras, de crear nuevo dinero- los precios dejan de subir, y al dejar de subir, los negocios se hunden.

La posibilidad de continuar haciendo más negocios en un mercado alcista ha desaparecido. ¿Por qué? Pues porque ahora el banquero empieza a verse en dificultades, a causa de que el volumen de sus préstamos se halla ya rondando el 900 por ciento de sus reservas en caja. Ya corre el riesgo de que cualquier demanda de dinero auténtico por parte de sus impositores, que por cualquier motivo se produzca en un momento dado, ponga en evidencia, ante toda la comunidad, el verdadero timo a que ésta se ha visto sometida por parte del aludido banquero. Cada crédito que él ha abierto, representado por cheques, así como cada recibo que ha extendido a sus impositores por el dinero que le han cedido temporalmente para que los custodie, representan promesas de pagar oro y plata (en la actualidad papel moneda ténder del Estado). Es decir, que tanto sus impositores como sus prestatarios pueden exigir, de un momento a otro, dinero auténtico, es decir, oficial, emitido por el Estado, a cambio de sus recibos.

¿Qué le queda por hacer al banquero en la circunstancia dada? Sólo una cosa: cancelar una parte sustancial de los créditos que ha abierto. En consecuencia, llama a su oficina a algunos de los industriales a quienes ha prestado sus “promesas de pagar” y les invita a devolver, digamos, la mitad del crédito. Los industriales, probablemente, protestarán, no comprenderán nada ante la súbita demanda del banquero en unos momentos en que todo parece ir a las mil maravillas, pero, finalmente, en vista de la cada vez más firme insistencia del banquero, deberán devolver la cantidad solicitada. Para convertir en dinero líquido -el dinero que les exige el banquero con tan súbita celeridad- sus stocks, los industriales deberán vender como sea, es decir, deberán malvender una parte substancial de los mismos, y, al mismo tiempo, se verán obligados a forzar a un pago inmediato a algunos de sus clientes Que habían comprado sus mercancías a plazos. Toda la operación generará, en cascada, una serie de pérdidas para industriales e intermediarios del comercio y, por vía de consecuencia, provocará una reducción general del volumen de los negocios, es decir, en última instancia, el paro.

Pero éste es sólo un aspecto del caso, ya que, en muchas de las situaciones que se van creando, los industriales no logran realizar sus stocks cuándo y cómo lo exige el banquero, y éste ejecuta las garantías que contra ellos posee, apoderándose así, a cambio de nada, -pues nada más que falsas promesas les prestó- de bienes reales, que pasan, de este modo, con toda la legalidad y toda la inmoralidad del mundo, a ser propiedad del banco.

La normalidad ha vuelto. Entretanto, muchos industriales y comerciantes -más de aquéllos que de éstos- se han arruinado. Los precios de todos los artículos han subido; los salarios, por fuerza, también, pero menos que aquellos. Una gran parte de la sociedad, sobre todo las llamadas clases medias, se ha proletarizado un poco más. El único ganador, en toda la línea, es el banquero. El, que no ha hecho nada, aparte de perpetrar una falsificación de moneda en gran escala, ha obtenido beneficios inmensos, en bienes tangibles, y, lo que es más importante, ha visto confirmada su facultad de continuar creando dinero a expensas de la comunidad, lo que le convierte en el hombre más poderoso del país.

Todavía más, en el colmo del cinismo, aún se permite amonestar severamente a sus conciudadanos, diciéndoles que la reciente crisis se ha producido porque han querido vivir por encima de sus medios. La sencilla objeción de que la comunidad sólo pretendía consumir lo que había producido con su trabajo, es olímpicamente despreciada. La ignorancia general en asuntos financieros, cuidadosamente cultivada por los testaferros al servicio de la misma. Es el muro del silencio ante el que se estrellan el sentido común y el instinto popular, que rechazan vigorosamente la idea de que una gran parte de los miembros de una comunidad se hayan arruinado precisamente porque han trabajado demasiado y han producido, con su trabajo, una oferta de bienes que no ha colmado aún la demanda de los mismos.

La normalidad ha vuelto, decíamos. Nuestro banquero ya puede volver a poner en funcionamiento la máquina del Gran Timo. Las ovejas del humano rebaño ya se hallan prestas a ser esquiladas una vez más.

jueves, 28 de febrero de 2013

¿Qué es Europa en la actualidad?





Por el Emboscado


“Europa es una vieja zorra que se ha prostituido en todos los burdeles y ha contraído todas las infecciones ideológicas (desde las revueltas medievales de las comunas a las de las monarquías nacionales antiimperiales; del iluminismo al jacobinismo, la masonería, el judaísmo, el sionismo, el liberalismo y el marxismo). Una puta, cuyo vientre ha concebido y engendrado la revolución burguesa y la revuelta proletaria; cuya alma ha sido poseída por la violencia de los comerciantes y la rebelión de los esclavos.” Giorgio Freda, La Desintegración del Sistema

Las palabras de Freda hablan por sí mismas acerca de lo que realmente es y representa Europa, una Europa hebraizada y dominada por el sionismo internacional con sede oficial en Washington y Tel-Aviv.

Pero parece mentira que aún hoy, tras casi 40 años después de esta afirmación, aún exista quien tenga el coraje de seguir hablando de Europa y proyectos pretendidamente europeístas cuya base sería un etnicismo bastante rancio de segunda hornada. Sí, es la consigna identitaria de quienes reformulan las premisas ideológicas del Nacional-Socialismo pero de una forma bastante chusca y cutre.

Nos referimos a la Europa de las etnias y las regiones que los autodenominados identitarios promueven, y que se fundamentaría en la diversidad étnica de Europa.

Resulta bastante chocante que tras 1945 estas formulaciones se intenten reciclar a través de un nuevo discurso contra los Estados nacionales, que sin embargo en el Nacional-Socialismo es mucho más franco y sincero dadas sus bases ideológicas y filosóficas: la unidad de la raza blanca.

Esta deriva identitaria ha dado lugar a un discurso etno-nacionalista con el que se quieren reivindicar y revalorizar ciertas identidades perdidas y relegadas al folklore popular de las festividades, o peor aún, que han sido encerradas en el baúl de los recuerdos de los museos históricos. Es un discurso regresivo en la medida en que su verdadera dimensión y alcance se encuentra en el ámbito estatal, en una dialéctica de enfrentamiento con el Estado-nación, lo que lo encierra en un marco provinciano carente de una dimensión más amplia que es el de las “patrias carnales”.

Además de esto, el discurso identitario asume en muchos casos el discurso de los nacionalismos periféricos en un intento por reivindicar la identidad de estos pueblos frente al jacobinismo, pero sin querer arribar a Estado-nación, lo cual resulta absurdo porque ello no constituye un proyecto político.

Así, es significativo que al nuevo etnicismo se le quiera dar un carácter cultural para intentar distanciarse de sus evidentes orígenes ideológicos que se encuentran en el Nacional-socialismo, el cual hacía hincapié en la cuestión de la herencia y de los orígenes comunes (que también se encuentran presentes en el discurso identitario pero complementados y solapados otros elementos).

Un discurso de estas características carece de sentido en un mundo globalizado, y en el que es preciso y conveniente desarrollar una lucha en el plano espiritual, aquella que ataque a los principios sobre los que se fundamenta la era moderna. No hacer esto es profundizar aún más el proceso de disolución y decadencia generalizado.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Ámbito y Planteamiento del Problema dentro de la Economía Occidental





Por Joaquin Bochaca


ÁMBITO

Vamos a ocuparnos de la Economía del organismo llamado Civilización Occidental, es decir, Europa y sus colonias Culturales esparcidas por el mundo, en una palabra: el Mundo Blanco. Decíamos en una ocasión que “es preciso hacer una distinción entre mundo civilizado y mundo incivilizado, subdesarrollado, subcapaz o como quiera llamársele”. Añadíamos que para los subdesarrollados, en las presentes condiciones y para muchos siglos aún, no existía solución para sus problemas económicos, aun contando con recursos fabulosos e inexplotados y con la ayuda, a fondo perdido, que les prestan los Estados Unidos, Europa y las organizaciones mundialistas, y, con miras de influencia política, los países del llamado bloque comunista. Lo razonábamos amparándonos en que la Economía estaba subordinada a la Raza -que podíamos calificar como “las señas de identidad del organismo político”, y concluíamos que “una explotación, industrial o minera, dirigida por ingleses, italianos, alemanes o suecos, tendrá, probablemente, éxito, mientras que la misma explotación, dirigida por bantúes, mambaras o  nepaleses será un fracaso total”.

Agravábamos nuestro caso, y consideramos un deber reiterarlo aquí y ahora, al afirmar que el espectáculo de un paria muriéndose de hambre ante una vaca sagrada o de otro indio cualquiera tumbado en un suelo feraz que no se cultiva para no arañar a la Madre Tierra y que los dioses no entren en cólera, nos deja completamente indiferentes.

La razón de tal indiferencia es doble: en primer lugar, porque participamos de la anticuada creencia de que antes de solucionar los problemas de los demás, hay que solucionar los propios, máxime cuando los pueblos de color no desperdician oportunidad para recordarnos que ahora son “independientes”  y para achacarnos la culpa de todas sus miserias; en segundo lugar, porque la felicidad no puede exportarse. La felicidad, es decir, la propia realización es algo absolutamente personal, tanto a nivel del ser humano como al de una Cultura Superior. Lo que satisface plenamente a un europeo, puede dejar insatisfecho a un japonés, y recíprocamente. Y ya escogemos como ejemplo al extranjero que más cerca se halla, salvando distancias y niveles, del Occidental. Hemos visto, en Africa del Sur, a cafres con pendientes en las narices, pilotando rutilantes “Mercedes”, vistiendo impecables trajes europeos, y descalzos. Dichos cafres habitan en chozas idénticas a las que pueden verse junto al Aeropuerto de Kinshasa (la antigua Leopoldville), que a su vez deben ser iguales a las que construían sus antepasados mil años ha.

Allí donde el blanco impuso, en la época colonial, iglesias, hospitales y carreteras, vuelven rápidamente los hechiceros, los magos y los senderos de cabra. La higiene es consustancial con el europeo: bastante menos con el asiático; a los árabes se les deben imponer, bajo severísimo precepto religioso, las abluciones, y en los barrios y ciudades negras de todo el mundo, bajo climas y circunstancias diversos, desde Johannesburgo hasta Nueva York, y desde Nairobi hasta King's Cross (Sydney, Australia) la suciedad es proverbial, sin que en ello influya para nada la supuesta -y desde luego falsa- pobreza del negro. Finalmente, en vez de tantas estadísticas de niños de color que no pueden comer tanto como quisieran, acompañadas de fotografías esperpénticas y desgarradoras que buscan provocar la dirigida compasión del ingenuo ario, convendría que se nos facilitara un estudio, frío y objetivo, acerca de qué han hecho los pueblos mendigos desde que “obtuvieron” -vamos a decirlo así- su sagrada independencia. Porque nada encontramos más grotesco ni más cínico que esas campañas para aliviar el hambre en la India, mientras el Gobierno de ese país anuncia a bombo y platillo, en la prensa mundial, que ya cuenta con la bomba atómica. Y las plañideras contables del Kremlin, de los innumerables partidos socialistas y de las diversas religiones positivas, que tanto se preocupan de calcular cuántos hospitales podrían construirse en Africa Negra y cuántos amarillos podrían comer durante seis meses con el dinero que costó uno sólo de los proyectos espaciales, desaprovechan tan excelente ocasión para ilustrar al pacífico Gobierno Indio sobre la cantidad de parias que podrían alimentarse opíparamente con el dinero que les costó su flamante bomba atómica.


PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

En el ámbito de nuestra Economía Occidental, la presente crisis se resume en los siguientes puntos:

a).- En el mundo civilizado hay suficientes materias primas, mano de obra especializada, peonaje y conocimientos científicos suficientes para satisfacer abundantemente las necesidades de sus habitantes.

b).- La pobreza y la escasez existen porque la gente no tiene bastante dinero para comprar los bienes producidos por la industria y la agricultura modernas a un precio atrayente para los productores.

c).- Cuando a uno le falta algo de cualquier cosa, el más obvio remedio consiste en crearlo, y no supone ninguna dificultad física crear más dinero.

d).- La inflación, consistente en que haya más dinero que mercancías, es, evidentemente, una calamidad, pero el aumento paulatino de dinero y mercancías de manera que el poder adquisitivo de aquél se mantenga al mismo nivel que la producción y los precios permanezcan estables no tiene nada que ver con la inflación y es, a fin de cuentas, lo que necesitamos.

e).- La maquinaria y el uso de los recursos de la Naturaleza limitan, cada vez más, la necesidad del trabajo humano, mientras que incrementan la producción de riquezas, en bienes y servicios. Por consiguiente, las personas desplazadas del trabajo remunerado por la maquinaria deben recibir el suficiente dinero para poder comprar lo producido por las máquinas que les han desplazado de su trabajo. Este dinero, claro es, no debe ser extraído del bolsillo de otras personas, aunque se haga por el invisible medio de los impuestos, pues entonces lo único que haremos será robar a unos para pagar a otros y nuestra sociedad está ya suficientemente desarrollada para no tener necesidad de jugar a Dick Turpin; no debemos permitir que los parados sean una carga para los que trabajan ni tampoco considerar que las máquinas son una maldición cuando debieran ser, al contrario, la bendición de la Humanidad al liberarla de muchas horas de trabajo y permitir a los hombres dedicar esas horas a actividades culturales o al tiempo libre creativo, en jardinería, deportes, excursionismo, estudio, etc.

Y esto es todo. Este es el problema. That is the question. Y si queremos solucionar el problema planteado en los cinco precedentes puntos, que resumen el Ser o No Ser de la Economía Occidental, debemos preguntarnos, con Shakespeare, qué es mejor para el espíritu: ¿sufrir los flechazos de la insultante fortuna, o tomar las armas contra un piélago de calamidades y vencerlas? Porque el célebre monólogo hamletiano se aplica a la presente situación Occidental, en el plano político que, por definición, es total, luego también económico. ¿Qué debemos hacer? ¿Aceptar la explicación de los economistas clásicos que pretenden que los ciclos de prosperidad y miseria deben sucederse los unos a los otros en virtud de una misteriosa ley económica? O bien, mejor, ¿tomar las armas del sentido común para enfrentarse al piélago de calamidades económicas que nos depara el Gran Parásito, y vencerlas? Formular así el dilema equivale a resolverlo. Tomemos, pues, las armas del sentido común y hagámosle frente.

Casi todos se imaginan que para comprender nuestro sistema monetario es preciso poseer un cerebro superdotado y un don especial para las matemáticas.

Nada más alejado de la verdad; es la ingeniería, no la finanza, quien requiere el dominio de las Altas Matemáticas: para comprender el funcionamiento de la moderna finanza lo único que se precisa es enfocar el problema sin prejuicios; ver las cosas cómo son, y no cómo nos dicen que debieran ser; usar lo que los ingleses llaman “common sense” y los franceses “bon sens” y que podríamos traducir, aproximadamente, al castellano, por sentido común, y emplear el viejo, pero siempre actual, sistema filosófico de la escuela tomista, la “reducción al absurdo”, que consiste en rechazar toda conclusión, por lógicas que pudieran parecer sus premisas, si tal conclusión conduce a un absurdo, como lo es, por ejemplo, que el todo sea menor que sus partes, que, al mismo tiempo, dos sólidos puedan ocupar el mismo espacio... o que, como pretenden los augures de la moderna economía, lo que debe hacerse para proteger a la Agricultura es quemar sus cosechas.

martes, 5 de febrero de 2013

Un Mundo hecho a espaldas del Hombre





Por Alexis Carrel

La civilización moderna se encuentra en situación sospechosa, porque no nos conviene. Ha sido construida sin conocimiento de nuestra verdadera naturaleza. Es debida al capricho de los descubrimientos científicos, de los apetitos de los hombres, de sus ilusiones, de sus teorías, de sus deseos. Aunque edificada por nosotros, no está hecha a nuestra medida.

En efecto, es evidente que la ciencia no ha seguido en este caso ningún plan. Se ha desarrollado al azar a partir del nacimiento de algunos hombres de genio y de la forma de su espíritu. No ha sido en modo alguna inspirada por el deseo de mejorar la calidad de los seres humanos. Los descubrimientos se producen a la medida de las instituciones de los sabios y de las circunstancias más o menos fortuitas de su carrera. Si Galileo, Newton o Lavoisier hubieran aplicado el poder de su espíritu al estudio del cuerpo y de la conciencia, quizás nuestro mundo sería diferente de lo que es hoy. Los hombres de ciencia ignoran adónde van. Están guiados por el azar, por razonamientos sutiles, por una especie de clarividencia. Cada uno de ellos es un mundo aparte gobernado por sus propias leyes. De tiempo en tiempo, las cosas oscuras para los otros, se vuelven claras para ellos. En general, los descubrimientos se hacen sin prever de ninguna manera sus consecuencias; consecuencias que han dado forma a nuestra civilización.

Entre las riquezas de los descubrimientos científicos, hemos hecho una sucesión de elecciones, y estas elecciones no han sido determinadas por la consideración de un interés superior de la humanidad. Han seguido sencillamente la pendiente de nuestras inclinaciones naturales, que son los principios de la mayor comodidad y del menor esfuerzo, el placer que nos dan la velocidad, el cambio y el confort y también la necesidad de huir de nosotros mismos. Todo este conjunto constituye ciertamente un éxito de las nuevas invenciones. Pero nadie se ha preguntado de qué manera los seres humanos soportarían la aceleración enorme del ritmo de la vida producida por los transportes rápidos, el telégrafo, el teléfono, las máquinas de escribir y de calcular, que efectúan hoy todos los pausados trabajos domésticos de antes. La adopción universal del avión, del automóvil, del cine, del teléfono, de la radio y pronto de la televisión, es debida a una tendencia tan natural como aquella que en el fondo de la noche de los tiempos determinó el uso del alcohol. La calefacción de las casas por medio del vapor, el alumbrado eléctrico, los ascensores, la moral biológica, las manipulaciones químicas dentro de la alimentación, han sido aceptadas únicamente porque estas innovaciones eran agradables y cómodas. Pero su efecto probable sobre los seres humanos, no ha sido tomado en consideración.

En la organización del trabajo industrial, la influencia de la fábrica sobre el estado fisiológico y mental de los obreros, no ha sido absolutamente tomada en cuenta. La industria moderna se encuentra basada sobre la concepción máxima al precio más bajo, a fin de que un individuo o un grupo de individuos ganen el mayor dinero posible. Se encuentra desarrollada sin idea de la naturaleza verdadera de los seres humanos que manejan las máquinas, y sin la preocupación de lo que pueda producir sobre ellos y su descendencia, la vida artificial impuesta por la fábrica. La construcción de las grandes ciudades no se ha hecho tampoco tomándonos mayormente en cuenta. La forma y dimensiones de los edificios modernos se ha inspirado en obtener la ganancia máxima por metro cuadrado de terreno y ofrecerlos a los arrendatarios de oficinas y departamentos a quienes convengan. Se ha llegado así a la construcción de edificios gigantes que acumulan en un espacio restringido, masas considerables de individuos. Éstos las habitan con placer, porque gozan del confort y del lujo, sin darse cuenta de que están en cambio privados de lo necesario. La ciudad moderna se compone de estas habitaciones monstruosas y de calles oscuras, llenas de aire impregnado de humo, polvo, vapores de bencina y los productos de su combustión, desgarradas por el estrépito de los tranvías y camiones y llenas sin cesar de una inmensa muchedumbre. Es evidente que no se han construido para el bien de sus habitantes.

Nuestra vida se halla asimismo influenciada en una inmensa medida por los periódicos. La publicidad está hecha únicamente en interés de los productores y jamás de los consumidores. Por ejemplo, se hace creer al público que el pan blanco es superior al pan negro. La harina ha sido cernida de manera más y más completa y privada entonces de sus principios más útiles. Pero en cambio se conserva mejor y el pan se elabora más fácilmente. Los molineros y los fabricantes ganan más dinero. Los consumidores comen, sin duda, un producto inferior. Y en todos los países en dónde el pan es la parte primordial de la alimentación, las poblaciones degeneran. Se consumen enormes sumas en la publicidad comercial. De esta manera, cantidades de productos alimenticios y farmacéuticos inútiles y a menudo dañinos, se han convertido en una necesidad para los hombres civilizados. Y es así como la avidez de los individuos bastante hábiles para dirigir el gusto de las masas populares hacia los productos que necesitan vender, representa un papel capital en nuestra civilización.

Sin embargo, las influencias que obran sobre nuestro modo de vivir no tienen siempre el mismo origen. A menudo en lugar de ejercerse en el interés financiero de los individuos o de los grupos de individuos, tienen realmente como fin la ventaja general. Pero su efecto puede ser dañino si aquellos de los cuales emana, aunque honrados, tienen una concepción falsa o incompleta del ser humano. Ocurre con aquellos que toman sus deseos, sus sueños o sus doctrinas, por el ser humano concreto. Edifican una civilización que, destinada por ellos a los hombres, no conviene en realidad sino a imágenes incompletas o monstruosas del hombre. Los sistemas de gobierno construidos por piezas en el espíritu de los teóricos no son sino castillos en el aire. El hombre al cual se aplican los principios de la Revolución Francesa es tan irreal como aquél que, en las visiones de Marx o de Lenin, construirá la sociedad futura. No debemos olvidar que las leyes de las relaciones humanas son todavía desconocidas. 

La sociología y la economía política no son sino ciencias de conjeturas o pseudo ciencias.
Parece, pues, que el medio en el cual hemos logrado introducirnos gracias a la ciencia, no nos conviene, porque ha sido construido al azar, sin conocimiento suficiente de la naturaleza de los seres humanos y sin consideración hacia ellos.

viernes, 1 de febrero de 2013

Lo que ha resultado de la Civilización Moderna





Por Alexis Carrel

Las profundas modificaciones impuestas a las costumbres de la humanidad por las aplicaciones de la ciencia son recientes. De hecho, nos encontramos todavía en plena revolución. También es difícil saber exactamente el efecto de la sustitución de las condiciones naturales de la vida por este modo de vida artificial de existencia, y lo que este cambio tan marcado del medio ha tenido que obrar sobre los seres civilizados. Es indudable, sin embargo, que ello ha producido algún efecto. Porque todo ser viviente depende estrechamente de su medio y se adapta a las fluctuaciones del mismo por una evolución apropiada. Hace falta, pues, preguntarse de qué manera los hombres han sido influenciados por el modo de vivir, la habitación, el alimento, la educación y las costumbres intelectuales y morales que les ha impuesto la civilización moderna. Para responder a esta tan grave pregunta es preciso examinar con minuciosa atención lo que sucede actualmente en las poblaciones que han sido las primeras en beneficiarse con las aplicaciones de los descubrimientos científicos.

Es evidente que los hombres han acogido con alegría la civilización moderna. Han llegado con rapidez desde los campos a las ciudades y a las fábricas. Se han apresurado a adoptar el modo de vivir y la manera de ser de la nueva era. Han abandonado sin vacilar sus antiguas costumbres, porque esas costumbres exigían un esfuerzo mayor. Es menos fatigoso trabajar en una fábrica o en una oficina que en los campos. Y aún allí, la dureza de la existencia ha sido muy disminuida por las máquinas. Las casas modernas nos aseguran una vida pareja y dulce. Por su confort y su luz, dan a aquellos que las habitan el sentimiento del reposo y de la alegría. Su disposición atenúa también el esfuerzo exigido antes por la vida doméstica. Además de la adquisición del menor esfuerzo y la adquisición del bienestar, los seres humanos han aceptado con alegría la posibilidad de no estar solos nunca, de gozar de las distracciones continuas de la ciudad, de formar parte de las grandes muchedumbres y de no pensar jamás. Han aceptado igualmente ser relevados por una educación puramente intelectual, de la sujeción moral impuesta por la disciplina puritana y por las reglas religiosas. La vida moderna les ha hecho verdaderamente libres. Les ha impulsado a adquirir la riqueza por todos los medios, siempre que estos medios no los conduzcan ante los tribunales. Les ha franqueado todas las comarcas de la tierra y también todas las supersticiones. Les ha permitido la excitación frecuente y la satisfacción fácil de sus apetitos sexuales. Ha suprimido, en fin, la disciplina, el esfuerzo, y con ello, cuanto era desagradable y molesto. Las gentes, sobre todo en las clases inferiores, son materialmente más felices que antes. Muchas, sin embargo, cesan poco a poco de apreciar las distracciones y los placeres banales de la vida moderna. A veces su salud no les permite continuar indefinidamente los excesos alimenticios, alcohólicos y sexuales a los cuales los arrastra la supresión de toda disciplina. Por otra parte se sienten asediados por el temor de perder su empleo, sus economías, su fortuna, sus medios de subsistencia. No pueden satisfacer la necesidad de seguridad que existe en el fondo de cada uno de nosotros. A despecho de la tranquilidad social, permanecen inquietos y a menudo, aquellos que son capaces de reflexionar, se sienten desgraciados.

Es cierto, sin embargo, que la salud ha mejorado. No solamente la mortalidad es menos grande, sino que cada individuo es más bello, más alto y más fuerte. Los niños son hoy día de una talla superior a la de sus padres. La forma de alimentación y los ejercicios físicos han elevado la estatura y aumentado la fuerza muscular.

Ciertamente la duración de la vida de los hombres habituados a los deportes y que llevan la vida moderna, no es superior a la de sus antepasados y acaso sea más corta. Parece ser también que su resistencia a la fatiga no es demasiado grande. Se diría que los individuos arrastrados a los ejercicios naturales y expuestos a la intemperie como lo estaban sus antepasados, eran capaces de más largos y duros esfuerzos que nuestros atletas. Éstos tienen necesidad de dormir mucho, de una buena alimentación y de hábitos regulares. Su sistema nervioso es frágil. Soportan mal la vida de las grandes oficinas, de las grandes ciudades, de los negocios complicados y aun de las dificultades y sufrimientos ordinarios de la vida. Los triunfos de la higiene y de la educación moderna, no son quizá tan ventajosos como parecen a primera vista.

Es preciso preguntarse asimismo, si la enorme disminución de la mortandad durante la infancia y la juventud, no presenta algunos inconvenientes. En efecto, se conservan tanto los débiles como los fuertes. La selección natural no tiene papel alguno. Nadie sabe cual podrá ser el futuro de una raza protegida de tal manera por la ciencia médica. Pero nos enfrentamos además con un problema mucho más grave y que exige una solución inmediata. Al mismo tiempo que las enfermedades como las diarreas infantiles, la tuberculosis, la difteria, la fiebre tifoidea, son eliminadas y la mortalidad disminuye, el número de enfermedades mentales aumenta.

Al margen de la locura, el desequilibrio nervioso acentúa su frecuencia y es uno de los factores más activos de la desdicha de los individuos y de la desgracia de las familias. Quizás este deterioro mental es más peligroso para la civilización que las enfermedades infecciosas de las cuales se han ocupado exclusivamente la medicina y la higiene.

En la civilización moderna, el individuo se caracteriza sobre todo por una gran actividad dirigida principalmente hacia el lado práctico de la vida, por una gran ignorancia, por cierta malicia y por un estado de debilidad mental que le hace sufrir de una manera profunda la influencia del medio en que suele encontrarse. Parece que con la ausencia de envergadura moral, la inteligencia misma se desvanece.

Se diría que la civilización moderna es incapaz de producir una élite dotada a la vez de imaginación, de inteligencia y de valor. En casi todos los países hay una disminución del calibre intelectual en aquellos que llevan consigo la responsabilidad de la dirección de los negocios políticos, económicos y sociales. Las organizaciones financieras, industriales y comerciales han alcanzado gigantescas dimensiones. Han sido influidas, no solamente por las condiciones del país en que han nacido, sino también por el estado de los países vecinos y del mundo entero. En cada nación, las modificaciones sociales se producen con gran rapidez. Casi en todas partes el valor del régimen político está puesto en tela de juicio. Las grandes democracias se encuentran frente a los temibles problemas que interesan su existencia misma y cuya solución es urgente. Y nos damos cuenta de que, a despecho de las inmensas esperanzas que la humanidad había colocado en la civilización moderna, esta civilización no ha sido capaz de desarrollar hombres bastante inteligentes y audaces para dirigirla por el camino peligroso por donde se ha adentrado. Los seres humanos no han crecido en la misma proporción que las instituciones nacidas de su cerebro. Los amos son, sobre todo, la debilidad intelectual y moral, y es su ignorancia la que pone en peligro nuestra civilización.

Es preciso preguntarse, en fin, qué influencias tendrá para el porvenir de la raza el nuevo género de vida. La respuesta de las mujeres a las modificaciones aportadas a las costumbres ancestrales por la civilización moderna, ha sido inmediata y decisiva. La natalidad ha bajado en el acto. Este fenómeno tan importante, ha sido más precoz y más grave en las capas elevadas de la sociedad y en las naciones que, las primeras, se han beneficiado con los progresos engendrados directa o indirectamente con la ciencia. La esterilidad voluntaria de las mujeres no es una cosa nueva en la historia de los pueblos. Se produjo ya en ciertos períodos de las civilizaciones pasadas. Es un síntoma clásico cuyo significado conocemos.

Es evidente, pues, que los cambios operados en nuestro medio por las aplicaciones de la ciencia, han ejercido sobre nosotros efectos notables. Estos efectos tienen un carácter inesperado. Son ciertamente muy distintos de lo que se creyó y de lo que se creía legítimamente poder alcanzar a causa de las mejoras de toda clase efectuadas en la habitación, el género de vida, la alimentación, la educación y la atmósfera intelectual de los seres humanos. ¿Cómo ha podido obtenerse un resultado tan paradojal?

jueves, 17 de enero de 2013

Un Vistazo a la Crisis






Por el Emboscado


La actual crisis económica y financiera mundial parece responder a un plan perfectamente trazado en el que de manera totalmente premeditada se persigue destruir la economía mundial de forma controlada. Los hechos son una realidad insoslayable a pesar de todas las pseudoexplicaciones de los problemas que nos ofrecen los intelectuales del sistema para ocultar las causas reales que los originaron, y esos hechos son que los hidrocarburos se terminan, que en los últimos años hemos asistido a un crecimiento constante del consumo de energía, que la población ha crecido y que el consumo también, unido a la incorporación de decenas de millones de personas a los estándares de vida occidentales. ¿Pero en qué consiste realmente esta crisis?.

Asistimos a la demolición controlada de la economía mundial, prueba de ello es la quiebra de miles de empresas y los despidos masivos. Esta coyuntura de desempleo elevado repercute en un menor consumo a todos los niveles, pero esta contracción del consumo no se queda ahí. La burbuja financiera ha significado que la deuda privada se haya convertido en pública, que las pérdidas se hayan socializado al no permitir el Estado dejar caer a bancos que eran, a juicio de algunos, demasiado grandes como para que cayeran. La deuda de los Estados ha significado su completa alienación al depender financieramente de los bancos y grandes fondos de inversión que son, junto a los organismos supranacionales (FMI, el Banco Mundial, el Banco Central Europeo, etc.), los que han utilizado la deuda pública para chantajear a los Estados e imponerles medidas de reajuste a través del abaratamiento del despido y de la mano de obra, de las privatizaciones de empresas y servicios públicos, de la subida de impuestos, de los recortes presupuestarios, de la imposición en la legislación constitucional de medidas económicas restrictivas, etc.

¿Cuál es la situación? Que vivimos en un mundo con más de 6.000 millones de personas en el que el consumo crece al mismo tiempo que se agotan los hidrocarburos, y que a medio plazo no habrá suficientes recursos para satisfacer la demanda global. La destrucción de la economía real mediante la gran burbuja financiera que se generó en torno al mercado inmobiliario ha servido para contraer el consumo, tanto en las sociedades occidentales como en los países emergentes. Quebraron bancos que se compraron a precios irrisorios, quebraron empresas compradas por menos que nada, se cortó el crédito a la inversión y con ello se eliminó aún más competencia, se crearon grandes monopolios al mismo tiempo que la riqueza se superconcentraba. No hay dinero para la inversión, pero tampoco para el consumo por efecto de la inflación, los recortes sociales y presupuestarios, como también por el descenso de los sueldos. Es una espiral que tiene su propia dinámica que agrava y profundiza todavía más la situación.

Las elites plutocráticas globales llegaron a una conclusión hace mucho tiempo que quedó reflejada en los informes producidos por el Club de Roma, o mismamente en el memorando Kissinger de los 70: en el mundo capitalista actual sobra mucha población para la cantidad de recursos que existen, por lo que la única forma de mantener este sistema económico en el tiempo es a través de una disminución drástica del consumo y de la población. Resultado final: la exclusión de una inmensa franja de la población mundial que ha quedado relegada a la marginalidad, a no tener acceso al consumo de los bienes y servicios más básicos. Según estas mismas elites únicamente un 20% de la población global es necesaria para mantener el funcionamiento del actual sistema, el 80% es prescindible. La cuestión no está en saber si conseguirán sus objetivos de desembarazarse de ese 80% de la población de forma pacífica, a través de la alienación cultural y del entretenimiento consumista, o a través de la fuerza, sino en saber cómo reaccionará la población frente a una situación que le condena no sólo a la exclusión, sino a la mismísima desaparición física.

viernes, 5 de octubre de 2012

CHILE será arrasado por las transnacionales, no por los terremotos





Por Mario Briones R.


El Ministro de Minería estaba feliz cuando anunció que el incremento de las inversiones mineras proyectadas para el periodo comprendido entre el 2012 y 2018 demandará la incorporación de alrededor de 80.000 nuevos trabajadores, entre profesionales, técnicos y operarios, lo que supondrá un total de 290.000 empleos directos en la minería en el 2018.
La inversión esperada se estima en US$ 91.400 millones de dólares. Para que Ud. tenga una real dimensión de lo que significa esta cifra, les puedo decir que son suficientes para cubrir 3 veces los daños del terremoto del 27 Febrero de Chile y aún sobrarían dólares.
Fantástico, maravilloso dirá Ud., pero… ¿Por qué tanto interés en invertir en la minería de Chile?
Muy simple señor, ponga atención por favor, es gratis. Vea Ud. algunas de las facilidades para los inversionistas.
1.- Se trata de una “concesión plena”. La empresa explotadora es dueña absoluta del mineral, hasta su total agotamiento y es prácticamente inexpropiable, tendría que pagarse el valor de la tierra, gracias a la astucia del Sr. José Piñera y su Ley Minera.

2.- Para producir cobre y mayor aún si se trata de oro, se necesita abundante agua, un promedio de 8 a 9 metros cúbicos por cada tonelada, en el caso del cobre fino, la cual será gratuita. Se puede encontrar fácilmente en pozos cordilleranos subterráneos, cercanos a los yacimientos. La Ley Minera, dice, “Artículo 110.- El titular de concesión minera tiene, por el solo ministerio de la ley, el derecho de aprovechamiento de las aguas halladas en las labores de su concesión, en la medida en que tales aguas sean necesarias para los trabajos de exploración, de explotación y de beneficio que pueda realizar, según la especie de concesión de que se trate. Estos derechos son inseparables de la concesión minera y se extinguirán con ésta.”
3.- La “depreciación acelerada”, es otra “ayudita”, es decir, Ud. puede internar toda la maquinaria que desee y divide el tiempo real de uso en 3, es decir, si un camión minero dura normalmente 15 años, debe amortizarse en 15 años, ahora lo pueden amortizar en 5 años, lo que aumenta el cargo a gastos, deduciendo obviamente las utilidades.
4.- No se moleste en agregar valor al producto, porque puede fundir y refinar el mineral que quiera en su país o en cualquier país del extranjero que le plazca.
5.- El Servicio de Impuestos Internos no tiene un departamento altamente especializado, pese a que somos un país minero, para revisar los precios de transferencia entre empresas relacionadas. Difícilmente revisarán la contabilidad y pueden cargar a gastos lo que se les ocurra, los viajes al extranjero, las boletas, facturas, documentos, contratos, menos si están en inglés. Ud puede deducir de impuestos el flete del transporte y los costos de fundición, entre otros gastos asociados, rebajándolos por supuesto de los impuestos.

6.- Si la empresa se lleva el cobre como concentrado lo embarca como tal y dentro del concentrado se llevan el oro, plata, níquel, molibdeno y el azufre. Todo gratis, La Polar es una alpargata al lado de este negocio.

7.- La sindicalización en Chile es de apenas el 12 % del mundo laboral, casi el más bajo del continente y si Ud. tiene problemas con los sindicatos y las huelgas, tenemos el “Gope” el Grupo de Operaciones Especiales de Carabineros que demuele a palos, bombas y agua a cualquier dirigente que se pare en las hilachas.

8.- Chile es un paraíso tributario para las grandes transnacionales del cobre. Las reglas del nuevo “IEM”, Impuesto Específico a la Minería que rige hasta el 2023, eleva la tasa actual que pagan las mineras de 4 ó 5% a una de 4 a 9%. Eso, entre 2010 y 2012. Luego, en 2013, se vuelve al esquema inicial, para elevar nuevamente la tasa a contar de 2018 y hasta 2023. Eso, en un rango de 5 a 14%, según el margen operacional de la compañía. Como incentivo, la ley define una invariabilidad tributaria que se extiende hasta el año 2023. Es fantástico, ni el narcotráfico tiene estas facilidades.
9.- Tenemos una amplia gama de juristas como el ex presidente de la Corte Suprema, Juan Colombo, ex presidente del Tribunal Constitucional, José Luis Cea Egaña, ex presidente del Tribunal Constitucional, Enrique Silva Cimma, ex contralor general de la República, Enrique Cury Urzúa, ex ministro de la Excma Corte Suprema, Rene Abeliuk Manasevich, profesor y tratadista de Derecho Civil,Jorge Correa Sutil, ex ministro del Tribunal Constitucional, Davor Harasic Y., profesor de Derecho Procesal, Juan Agustín Figueroa, ex ministro del Tribunal Constitucional , Humberto Nogueira Alcalá, destacado constitucionalista, Juan Carlos Marín, profesor de Derecho procesal, Lautaro Ríos ex integrante del Tribunal Constitucional, Miguel Amunátegui, ex integrante del Tribunal Constitucional yPatricio Zapata Larraín, profesor de Derecho Constitucional, que respaldan la posición de Anglo American, por lo tanto en Chile existen todas las garantías, al máximo nivel jurídico como nación, para respaldar a las transnacionales.

10.- Las transnacionales y los grandes grupos chilenos cuentan con la asesoría de las principales consultoras tributarias del mundo (Ernst & Young, Price Waterhouse), y de abogados con postgrados en planificación tributaria, un área que se ha desarrollado fuertemente en los últimos diez años y cuyo principal objetivo es “optimizar la carga impositiva”.
¿Para qué necesita Chile duplicar su capacidad eléctrica?
Para regalársela a la gran minería y a las transnacionales proporcionando una energía barata subsidiada por todos los chilenos que debemos pagar un alto costo por el consumo en los hogares para ayudar a estas “pobres empresas” que nos vienen a civilizar.
La paralización judicial del proyecto termoeléctrico Castilla a carbón, parece ser una pequeño triunfo. No creo que dure mucho tiempo antes que se revierta la decisión de paralizar la iniciativa ligada al empresario brasileño Eike Batista, que aportará en total 2.100 MW y partiría en 2015. Está ubicada en la Región de Atacama, centro neurálgico de las inversiones mineras que concentra un 30% de los US$ 91.400 millones que se destinarán a iniciativas en esta industria a 2020.

Entre los proyectos más grandes de la zona se destacan Pascua Lama y Cerro Casale (Barrick),Caserones (Pan Pacific Copper), Santo Domingo (Far West), Inca de Oro (Pan Aust), Lobo Marte(Kinross), San Antonio (Codelco), Relincho (Teck) y el también paralizado proyecto El Morro, deGoldcorp.

Créame señor, estas inversiones no nos sirven a los chilenos, están hechas para beneficiar al 2 % de los más ricos y van a dejar el país como queso gruyer, lleno de hoyos.
Los entreguistas chilenos de siempre vociferarán al cielo gritando y ¿Cómo Ud. no ve la tremenda inversión y los puestos de trabajo que se crearán?
¡Muy bien, analicemos cuánto nos costará sólo en agua estos puestos de trabajo!
El Acta Constitucional, No. 3 de 1976, cuya declaración central sería posteriormente plasmada en la Constitución Política de 1980, amplió y protegió los derechos privados respecto del agua (véase Bauer, 1995:51; Ríos Brehm/ Quiroz, 1995:10-2). En qué medida fue adoptada la doctrina neoliberal por los militares se puede ver en una de las declaraciones de uno de sus principales promotores, Hernán Büchi, quien era partidario de las modificaciones en el ámbito de la legislación y administración del agua: ¿Qué dijo este individuo sobre el régimen de aguas?,” El sentido que tuvo la acción gubernativa en este campo fue (…) crear derechos sólidos de propiedad, no sobre el agua misma sino sobre el uso de las aguas, y facilitar por todos los medios el funcionamiento ordenado del mercado.”

Tanto el Decreto Ley 2.568 de 1979, que fomenta la propiedad privada, como el Decreto con Fuerza de Ley Núm. 1.122, de 1981, que aprueba el nuevo Código de Aguas, dañan muy definitivamente las comunidades aymaras y atacameñas, promoviendo su desintegración.
Si la primera norma es fruto de la ideología neoliberal, y combate la colectivización comunal del suelo agrícola ancestral, la segunda tiene su origen en las exigencias de los agentes del mercado para darle legitimidad a la apropiación privada de uno de los recursos indígenas más vitales en las áreas desérticas, el agua.
Los monopolios y oligopolios de empresas mineras (boro, cobre, oro, azufre), empeñados en la concesión del acceso a las cabeceras de los ríos, de manejo de aguas subterráneas, y de venta libre del bien, liberado o desligado del suelo, van afectando a la sustentabilidad de los pueblos indígenas, de manera irreversible. Una consecuencia directa es el progresivo desecamiento de las vegas y bofedales deTarapacá y alta bacía del río Loa, que perjudica doblemente los indígenas al presionar los recursos vegetales disponibles para alimentar el ganado y quitarles el agua, fuente de vida.
El Código de Aguas de 1981 ancló tres principios innovadores en la legislación chilena: la libertad en la forma del aprovechamiento del agua; la gratuidad de la concesión de derechos (salvo excepciones); y la limitación del rol del Estado y las instituciones públicas en la regulación de los usos (Gentes, 2000). En concreto, no se identifica ningún uso antepuesto para otorgar nuevos derechos, o sea, el agua potable para consumo humano, por ejemplo, no tiene prioridad sobre el agua de riego ni para uso industrial.
En 1985, la Dirección General de Aguas concede a la Corporación del Cobre, Codelco, el derecho de extraer las aguas de la fuente que alimentaba la vega de Turi, situada en la hoya hidrográfica del ríoSalado, afluente del Loa. La vega de Turi, (a 3.000 metros de altura), estaba entonces con una extensión de cerca de 1.500 hectáreas de riego donde alrededor de cuarenta construcciones de estancias sostenían unas 2.000 cabezas de ganado, especialmente llamas y ovejas.

Al captar las aguas en las nacientes y pozos hacia 300 metros de profundidad, en el altiplano y la precordillera, la actividad minera ha vaciado el precioso líquido justo donde fluyen los arroyos y, dado que el territorio estudiado está localizado en zona de altas presiones subtropicales, donde casi no llueve, ha comprometido la renovación de la vida.
(Las conclusiones anteriores corresponden a un estudio del 2007 de Isabel María Madaleno, Instituto de Investigación Científica Tropical, Portugal, Alberto Gurovich, Universidad de Chile).

Radomiro Tomic nos legó la siguiente frase: “el cobre es la riqueza fundamental que tiene Chile para liberarse de la dependencia exterior y disponer de recursos financieros propios, de inmensa magnitud. El cobre nos permitirá acelerar nuestro desarrollo económico y social, ya que sería intolerable cualquier propósito de financiar dicho desarrollo reduciendo el difícil nivel de vida de las clases asalariadas”. Están haciendo exactamente lo contrario.

Están entregando el país y liquidando la vida, mientras el gobierno actual no tiene ningún empacho en enviar Fuerzas Especiales de Carabineros a reprimir la población de Aysén porque reclama por algunos metros rumas de leña más o por un mínimo en atención médica de altísimos costo para su nivel de ingresos.

Una empresa exitosa, según los expertos, obtiene utilidades antes de impuestos si bordea el 20%. En Chile, las mineras han obtenido utilidades en los últimos años por sobre el 50%. En 2010, sumaron US$14.300 millones, cifra similar a la de 2007, el mejor año de su historia y en el primer trimestre de 2011 ya registran un alza de 64,7%. En ese cuadro se plantea que el royalty para las empresas del rubro no sólo les garantiza invariabilidad: es un regalo y puede ser cuantificado. Las empresas del rubro no hicieron sus estudios de inversión con un alto precio del cobre, una ganancia millonaria que cada día se escapa frente a nuestros ojos.

Cualquier desarrollo futuro, ya sea minero o industrial, también provocaría aumentos en la población, y por lo tanto, se necesitarían cantidades adicionales de agua. La demanda de agua potable e industrial se duplicaría como también se debe duplicar la capacidad energética del país.
¿Por qué creen Uds. que le están echando mano a la cuenca del Baker, con una superficie de 26.726 km2, la segunda más extensa del país, y por la heterogeneidad y singularidad de los paisajes relacionados con los diversos cuerpos de agua que la integran, es uno de los sistemas naturales más notables de Chile? Toda esa capacidad de energía se trasladará miles de kilómetros, hacia el norte.

En Chile la utilidad está garantizada contra pérdidas, las empresas pueden arrastrar pérdidas de manera indefinida durante años. ¿Qué implica eso? Que mientras tengan pérdidas, sobre todo durante los primeros años del proyecto, van a pagar menos impuestos hasta que extingan las pérdidas y por consecuencia, no habrá utilidades para tributar. Dan ganas de gritar ¡Viva Chile!
De acuerdo a una reciente investigación, los principales donantes de las universidades de Chile y Católica son empresas mineras: Escondida, BHP Billiton y Los Pelambres, de los Luksic. Incluso más: elCentro de Minería de la Universidad Católica lleva el nombre del fallecido patriarca de lo Luksic.

Y el último dato. ¿Saben Uds. por qué no han llegado a Chile las grandes mineras chinas? Porque ellos aspiran a traer sus propios trabajadores chinos, además del capital. Pero no se extrañen de nada. En Chile todo puede suceder.
¿Le dice a Ud. algo eso? Intente hacer una investigación de los costos al interior de una minera y verá lo que le dicen.
No le tema a los terremotos, témale a las transnacionales.