Algo tardía subo esta información, pero la considero de una relevancia de peso. Todos los datos y reseñas sobre su auge y caída de éste Nacionalista están a continuación.
Por Javier Ruiz Portella
Homenaje a Dominique Venner
Dominique Venner, historiador y ensayista francés que
estuvo en los orígenes de la corriente de pensamiento mal llamada “Nueva
Derecha”, se ha suicidado este 21 de mayo a los 78 años de edad. Lo ha hecho,
además, de la forma más simbólica y espectacular posible: ante el altar mayor
de la catedral Notre-Dame de París.
“Su muerte no es la de Drieu-la-Rochelle, no es la de
Montherlant. Es la de Mishima”, decía alguien comentando en Radio Courtoisie el
acto sacrificial del pensador francés, bien conocido por nuestros lectores.
Un acto sacrificial, en efecto. Un acto destinado a
dar testimonio, a sacudir las conciencias. “Serán necesarios —escribía esta
misma mañana en su página web— gestos nuevos, espectaculares y simbólicos, para
conmover las somnolencias, sacudir las conciencias anestesiadas y despertar la
memoria de nuestros orígenes. Entramos en unos tiempos en los que las palabras
tienen que ser autentificadas con actos”. Y éste es el acto que tú, amigo,
camarada, has realizado, ante el mundo, esta mañana.
Mientras tanto braman las hienas en el desierto.
Escupen al pasado de quien sufrió cárcel por haber defendido la Argelia
francesa. Se olvidan de tu crucial aportación —es la primera vez que te tuteo,
tú, tan “vieille France”— al mundo del pensamiento, de las ideas y de la
acción. Olvidemos las hienas. Resbalan sus escupitajos al lado de la grandeza
de tu gesto.
Como decimos en esta España a la que tanto querías y
para la que escribiste expresamente uno de tus libros: Dominique Venner,
¡presente!
Declaración de Dominique Venner
Las razones de una muerte voluntaria
Estoy sano de cuerpo y de espíritu, y estoy lleno de
amor hacia mi mujer y mis hijos. Quiero la vida y no espero nada más allá de
ella, salvo la perpetuación de mi raza y de mi espíritu. Sin embargo, en el
ocaso de esta vida, ante peligros ingentes que se alzan para mi patria francesa
y europea, siento el deber de actuar hasta que aún tenga fuerzas para ello.
Juzgo necesario sacrificarme para romper el letargo que nos agobia. Ofrezco lo
que me queda de vida con intención de protesta y de fundación.Escojo un lugar
altamente simbólico, la catedral Notre-Dame de París que respeto y admiro, esa
catedral edificada por el genio de mis antepasados en sitios de culto más
antiguos que recuerdan nuestros orígenes inmemoriales.
Cuando tantos hombres se hacen esclavos de su vida, mi
gesto encarna una ética de la voluntad. Me doy la muerte con el fin de
despertar las conciencias adormecidas. Me sublevo contra la fatalidad. Me
sublevo contra los venenos del alma y contra los deseos individuales que,
invadiéndolo todo, destruyen nuestros anclajes identitarios y especialmente la
familia, base íntima de nuestra civilización multimilenaria. Al tiempo que
defiendo la identidad de todos los pueblos en su propia patria, me sublevo
también contra el crimen encaminado a remplazar nuestras poblaciones.
Como el discurso dominante no puede abandonar sus
ambigüedades tóxicas, les corresponde a los europeos sacar las consecuencias
que de ello se imponen. No poseyendo una religión identitaria a la cual
amarrarnos, compartimos desde Homero una memoria propia, depósito de todos los
valores en los cuales podremos volver a fundar nuestro futuro renacimiento
rompiendo con la metafísica de lo ilimitado, origen nefasto de todas las
derivas modernas.
Pido de antemano perdón a todos aquellos a
quienes mi muerte causará dolor, y en primer lugar a mi mujer, a mis
hijos y nietos, así como a mis amigos y fieles. Pero, una vez desvanecido
el choque del dolor, estoy convencido de que unos y otros comprenderán el
sentido de mi gesto y trascenderán, transformándolo en orgullo, su pesar. Deseo
que éstos se concierten para durar. Encontrarán en mis escritos recientes la
prefiguración y la explicación de mi gesto.
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