lunes, 22 de julio de 2013

El Principio de Justificación (El filisteo y la superficie del alma)





Por Velsungeland


El  hombre común, el filisteo, no puede reconciliarse con la muerte, y es así por lo cual fabrica innumerables filosofías y teologías. He aquí el principio de justificación. No cabe duda que ante la amarga persistencia de la fe en la inmortalidad, tenemos una prueba del terrible miedo a la muerte. el hombre ante el pensar schopenhaueriano es un animal metafísico, los demás animales desean sin metafísica,  todo en el desear del hombre es justificación; así el intelecto puede parecer a veces que guía a la voluntad, pero lo hace sólo como un guía que conduce a su amo.

En la conciencia, he ahí la superficie de nuestro espíritu, y en el inframundo, bajo el intelecto consciente, se encuentra la voluntad (consciente o inconsciente); que no es otra cosa que la extraña  esencia que hace entrar en movimiento las cosas. Es un esfuerzo, una fuerza vital persistente, una fuerza vital psíquica.

La voluntad es el principio de precisión, es quien pone en su justa medida el mundo en armonía. En esta voluntad de imperioso deseo elaboramos siempre filosofías y teologías para disfrazar nuestros deseos, para dejarnos secuestrar por nuestro propio ocultamiento; no necesitamos una cosa porque hemos hallado razones para ello, sino más bien que hemos hallado razones porque la necesitamos.

Esta es la forma operativa con la cual el filisteo reflexiona, con el principio de justificación; empero, el hombre común, el filisteo, no puede reconciliarse con la muerte, y es así por lo cual fabrica innumerables filosofías y teologías. He aquí el principio de justificación.

No cabe duda que ante la amarga persistencia de la fe en la inmortalidad, tenemos una prueba del terrible miedo a la muerte. el hombre ante el pensar schopenhaueriano es un animal metafísico, los demás animales desean sin metafísica, todo en el desear del hombre es justificación; así el intelecto puede parecer a veces que guía a la voluntad, pero lo hace sólo como un guía que conduce a su amo. en la conciencia, he ahí la superficie de nuestro espíritu, y en el inframundo, bajo el intelecto consciente, se encuentra la voluntad (consciente o inconsciente); que no es otra cosa que la extraña esencia que hace entrar en movimiento las cosas. Es un esfuerzo, una fuerza vital persistente, una fuerza vital psíquica.

La voluntad es el principio de precisión, es quien pone en su justa medida el mundo en armonía. En esta voluntad de imperioso deseo elaboramos siempre filosofías y teologías para disfrazar nuestros deseos, para dejarnos secuestrar por nuestro propio ocultamiento; no necesitamos una cosa porque hemos hallado razones para ello, sino más bien que hemos hallado razones porque la necesitamos.

Esta es la forma operativa con la cual el filisteo reflexiona, con el principio de justificación; empero, nadie se halla más sujeto a equivocarse que el que obra sólo por reflexión, amparado en los supuestos necesarios. 

La inteligencia en Schopenhauer se nos presenta como subordinada y como instrumento del deseo; y cuando intenta sustituir a la voluntad por medio de la justificación de carácter teológica o filosófica, viene la confusión. La inteligencia está destinada únicamente a conocer las cosas en cuanto ofrecen motivos para la voluntad. O, nadie se halla más sujeto a equivocarse que el que obra sólo por reflexión, amparado en los supuestos necesarios.



La inteligencia en Schopenhauer se nos presenta como subordinada y como instrumento del deseo; y cuando intenta sustituir a la voluntad por medio de la justificación de carácter teológica o filosófica, viene la confusión. La inteligencia está destinada únicamente a conocer las cosas en cuanto ofrecen motivos para la voluntad.

miércoles, 17 de julio de 2013

Una introducción al Nacional Anarquismo




Por Pablo Guillén


Tal y como yo lo concibo, el Nacional Anarquismo se basa en la agrupación en sociedades de personas con un ideal común, y no que intentan poner en común sus ideales.

A primera vista puede tacharse de pecar de excesivo utopismo, pero no más que cualquier otra tendencia que el grupo de poder no quiera permitir establecerse.

Como todo sistema, no goza de perfección: son evidentes los retrasos tecnológicos, médicos e industriales que, en un primer momento, seguramente provocaría la vida en poblaciones pequeñas, dispersas y desconectadas políticamente. Aun así, estoy seguro de dos puntos:

1.- La necesidad acabaría poniendo en común diversos intereses, por los que distintos grupos podrían cooperar para la resolución conjunta de dichas cuestiones.
2.- Lo que se tiene hoy, puede echarse en falta mañana, pero pasado no existe. Quién no accede a algo no lo añora y tiene su ausencia por la normalidad.

Es importante recalcar que, como en todo sistema de organización, el mantenimiento se garantiza con la compensación de sus carencias. Lo que esta forma política tiene que ofrecer, es la exaltación del individualismo mediante la supresión en lo posible de las leyes: ciudadanos que compartan reacciones, apetencias, puntos de vista y valores, podrían actuar independientemente del grupo sin incumplir ninguna ley moral de ninguno de los miembros del mismo, pues para todos son, de forma natural, es decir, sin imposición, las mismas. En otras palabras, no te preocupes de lo que vayas a hacer, quienes viven contigo lo harían igual.

Puede objetarse que no hay seres humanos idénticos los unos a los otros, entiéndase esto en un sentido no físico, y es cierto. No obstante los grupos no deberían reunirse por un global ideológico que cubra cada aspecto de la vida, sino por sus prioridades, o séase, por aquellos valores que le gustarían ver fundamentales y fomentados en su sociedad, en vez de impedidos o censurados, por ser los que garantizan su felicidad.

Así y todo, es la ley un hecho necesario. Es obvia la existencia de grupos cuyas motivaciones puedan ser disfuncionales y les impida una duración prolongada. De esto se sigue que sus integrantes busquen formar parte de otros grupos con mayor éxito, con la consiguiente mezcla de ideas políticas: los recién llegados no traerían de forma natural las normas no escritas de la sociedad receptora. Por lo tanto, sería necesario materializar, plasmar esas costumbres en leyes, para que los que no las comparten asuman su cumplimiento de forma voluntaria. Con ello, la ley estaría presente, pero para los ciudadanos fundadores no representaría carga alguna, por no ser un reglamento que recae sobre su cultura, sino su cultura que se convierte en reglamento. Sería un "actúo sin cohibición, pues, aun sin buscarlo, tengo la certeza de estar cumpliendo la ley en todo momento".

Con respecto a las relaciones intergrupales, cabe decir que esencialmente serían comerciales, científicas y en general amistosas, aunque requisito fundamental de que lo fueran, es el desligamiento de los pueblos a la tierra. La conciencia de propiedad que se sigue del Nacional Anarquismo es la siguiente:

Nada pertenece a nadie si no es porque se acepta de forma global que así sea. No existe la propiedad absoluta. De este modo, los recursos naturales se comparten de forma igualitaria y se dispone de ellos ocupen el territorio que ocupen.

Añadir, además, que las siguientes generaciones de la fundadora no tendrían por qué compartir el pensamiento de sus progenitores, y podrían marcharse a vivir a otros grupos junto a individuos que también podrían, con el tiempo, preferir un cambio político, estableciéndose así no sólo una relación de amistad mediante estos conocidos con las demas comunidades, sino una relación familiar, de consanguinidad.

El objetivo a conseguir es la desacralización de la cultura: ésta ya no debe entenderse en pasado, como algo a conservar y a convertir en doctrina, sino en presente y con miras al futuro, transformándose en algo maleable de forma activa, cuya modificación implique siempre funcionalidad (diferente para cada grupo), asegurando una rápida adaptación a las necesidades. Crear, digamos, una cultura plástica con capacidad para reconvertir lo que en un principio se le plantee como problema, a modo de herramienta para la convivencia.

Automáticamente puede presentarse en nuestra mente como el gran enemigo de esta idea, el imperialismo, que ya acabó con los pequeños pueblos una vez tras otra en la antigüedad. Empero, cabe decir que el Nacional Anarquismo ha de mantenerse unido en la diversidad, latiendo como elemento común en todos los individuos, tome la forma que sea su bandera; ya sea el comunismo, el anarquismo, el fascismo, el catolicismo, el islamismo, el judaísmo o cualquier otro ismo: todos quieren seguir viviendo como viven y comulgan en ello.

El enemigo de un pueblo es el enemigo de todos, pues no ataca a una sola sociedad, sino a toda una comunidad de sociedades, a su raíz común, a su posibilidad esencial: la libertad para ser y el respeto para que sean. Por eso se vive como individuo y se lucha como nacional anarquista.

Aquí se presenta el carácter ínfimamente prescriptivo de esta forma de la política. No se recomienda ningún sistema económico, político o religioso, de lo que se derivan infinitas posibilidades de organización, unidas todas ellas por un mismo principio fundamental: decide tu forma de vida sin imponerla a los demás, pidiendo tú a cambio solamente lo mismo.

viernes, 12 de julio de 2013

Anarquismo y Nación




Por Hans Cany


Desde hace ya algunos años, existe una pequeña pero crecientemente influyente minoría en los medios libertarios contemporáneos que se desarrolla a partir de unas pases juzgadas como “heréticas” por la mayoría. Esta minoría, cuya voz es cada día mas fuerte a pesar de los poderes, anarquistas y no anarquistas, interesados en silenciarla, apoya abiertamente las lucha de los pueblos por la soberanía, de los grupos étnicos, de las naciones e individuos, asignando a estas luchas un fuerte potencial como factores determinantes para la construcción de una sociedad más justa y liberada de la opresión capitalista. 

Esta tendencia “identitaria”, se caracteriza por una determinada “conciencia nacional”   en el seno de movimientos tradicionalmente conocidos como apátridas e internacionalistas, se constituye como un movimiento contestatario a la marcha forzada del mundo hacia un monocultivo global, una homogeneización, uniformización, de la humanidad animada por los intereses del Gran Capital Internacional, pero también  y sobre todo como una manifestación de la resistencia del pueblo a la autoridad oficial con el fin de preservar y hacer valer sus propios particularismos culturales y vitales. Tal es nuestra posición y creemos que ésta debería ser compartida por todos aquellos que posean ideales con una voluntad emancipadora, sea cual sea su tendencia.

Existe un gran número de anarquistas “ortodoxos” y de gente de “la izquierda” o de extrema-izquierda, que repudian este enfoque, no dudando en denunciarlo como una forma derivada del “anarco-nacionalismo”.   Se cierran en la idea preconcebida de que unos entusiasmos étnicos o nacionales de este tipo serían “básicamente conservadores e inevitablemente opresivos”, y que favorecerían sistemáticamente el desarrollo del racismo y el chauvinismo.

Estas dos posiciones friccionantes y aparentemente irreconciliables destacan en dos aspectos importantes de esta problemática, y su consideración permite definir las bases de una marcha que debe ser seguida para una mayor comprensión mutua o, incluso, para llegar a puntos de labor común. 

En primer lugar, por muchos   argumentos que pueden oponer los defensores de la tendencia “dominante” a sus disidentes “minoritarios”, serán siempre  los segundos y no los primeros los que permanecen fieles a la tradición libertaria más clásica. Una gran figura de esta tradición, el revolucionario ruso Michael Bakunnin, condenaba inequívocamente al “liberalismo” egoísta y destructivo que implican cada vez más los enfoques del anarquismo “mayoritario” actual, y se complacía en repetir, no sin razón, que el hombre es el animal más individualista y a la vez mas social de  la Naturaleza. Bakunnin reconocía que esta parte social del ser humano, se expresaba a través de dinámicas comunitarias de las tribus, de los clanes, de las culturas y de las naciones. Cada una de estas dinámicas comunitarias constituye un fenómeno único, no repetido en la historia y que aporta una contribución particular a la Humanidad.

Estas ideas también fueron claramente expuestas por otra gran figura del socialismo libertario, Gustav Landauer, alemán de origen judío nacido en 1870 e inspirador del sistema de “consejos de trabajadores” (o soviets). Fue asesinado en 1919 por los esbirros de la reacción, constituida por los cuerpos francos (Freikorps).

Gustav Landauer proclamó:

“Las difrencias nacionales son factores de primera importancia en las realizaciones que deben llevarse a cabo en la humanidad para aquellos que saben distinguir entre la abominable violencia oficial del hecho vigoroso, bello y pacífico de la Nación”.

Como  “nación”, del mismo modo que Bakunnin,  Landauer entendía una entidad cultural, y no a una entidad política. Y también como Bakunnin, se situaba a favor de la soberanía de los pueblos dentro de un contexto libertario y antiimperialista. Louis-Auguste Blanqui, miembro de la Comuna de París y  figura obstinada en las revoluciones de 1830 y de 1848, padre de la famosa sentencia de “Ni Dieu Ni Maître” (ni dios ni patria) tan significativa para todos los anarquistas, creía también en una conciencia nacional marcada. También fue el caso del teórico P.J. Proudhon, del socialismo libertario. 

Del mismo modo, la insurrección anarquista de los partidarios de Néstor Makhno en Ucrania (1918-21) revestía un innegable factor de lucha de liberación nacional, y también un marcadísimo sentimiento de la misma índole. Esa  confusión  tan actual y nada inocente que pretende asimilar al término Nación en el concepto de “Estado-Nación”, debe denunciarse de ahora en adelante. No debe continuar siendo atendida.

Por supuesto, en la actualidad no es necesario dedicar un culto idólatra a Bakunnin, Landauer, Blanqui, Proudhon o Makhno, los desafíos de que ellos enfrentaron son distintos a los de nuestros tiempos, pero sería bueno tener en cuenta  las ideas defendidas por estos grandes hombres del anarquismo. Sobre todo ahora, que bajo la influencia de unos prejuicios propios   del orden actual, de sus intereses, algunos “anarquistas”  de la tendencia dominante pretenden relegar este tipo de discurso a los cubos de basura de la Historia, un poco de reciclaje puede ser una importante labor higiénica.

En el futuro, cada vez más libertarios y contestatarios de todas las clases terminarán por reconocer en su justa medida la inevitable interdependencia que existe entre el individuo y las unidades orgánicas que constituyen el marcho en el que se desarrolla su vida: los vegetales, los animales, y la biosfera entera. Admitimos que estas unidades, constituyendo cada una de las comunidades,  tienen no  solamente que tienen  el derecho innegable a existir sino que también que son estructuras imprescindibles en su gran diversidad.    Y si esto es así, ¿qué las diferencia de las comunidades naturales de los seres humanos? ...

Los libertarios que rechazan los conceptos de identidad y de soberanía popular, y que se niegan a preocuparse por la supervivencia de culturas y etnias, no se basan en ninguna fuente del anarquismo “ortodoxo”, sino en necesidades e intereses de nuestro tiempo; y no siendo anarquistas, deberían ser considerados más bien, en base a sus objetivos y sus actos como sociogenocidas (“socio-genocidaires”).

Dicho esto, reconozcámoslo, la tendencia mayoritaria de los anarquistas “apátridas” a menudo ha tenido razón al destacar algunos aspectos potencialmente negativos del sentimiento étnico, racial y nacional. En efecto, ¿cómo evitar que este sentimiento degenere en conservadurismo social, o peor, a la aparición de reacciones violentas o incluso a la aplicación de medidas racialistas criminales promovidas por su paroxismo? 

¿Cuáles son los medios que permitirían trabajar para concebir un sistema que permita la coexistencia pacífica entre distintas nacionalidades, cada una beneficiándose de su propia autonomía, cada una cultivando su propia identidad y todas enriqueciendo con su aporte a la diversidad y la riqueza de la Humanidad? – o – ¿Qué nacionalismos son legítimos y qué nacionalismos no lo son? – Pero también – ¿quién puede decidir algo así? 

El nacionalismo Boer en Sudáfrica, por ejemplo, es una secuela manifiesta del colonialismo blanco y el Apartheid, y no una expresión de diversidad indígena. La misma cosa se puede ser dicha de los lealistas ingleses del norte de Irlanda, así como del Sionismo israelí, clara expresión vengativa del nacionalismo judío de fundamento religioso y racista. Pero todos estos son casos de nacionalismos falsos y explotadores o  de estados multiétnicos, en los que una Nación niega a otra.

Es allí donde se sitúan los verdaderos problemas, y las cuestiones que conviene plantearse en adelante. El fanatismo chauvinista que reina, entre otras cosas, en la antigua Yugoslavia y en algunas regiones de lo que fue la URRS, son un testimonio dramático de las desastrosas consecuencias que puede conllevar la imposición autoritaria de un Estado multiétnico en el que se obliga a comunidades distintas a cohabitar. Estas cuestiones ilustran también, por fuerza, lo que mucha gente de izquierda o de sensibilidades libertarias, denuncian en lo que llaman – a tientas – el “verdadero” nacionalismo, cuyas devastaciones observan con inquietud. Esta gente, de cuya sinceridad y buenos sentimientos no se puede dudar, permanece en realidad atrapada en unos prejuicios fuertemente inculcados desde los que creen que todo ideal nacionalista es indisociable del concepto de “Estado-Nación”, fundado sobre las bases del centralismo autoritario y de las relaciones de dominación. 

Esta visión reduccionista de las cosas se ha impuesto en los espíritus de muchas personas como un verdadero tópico que, aun cuando se basara en hechos reales,  lo centra todo en una imagen simplista de   unas clases dirigentes explotando las pasiones éticas y nacionalistas para mantenerse en el poder. Pero si se profundiza un poco, esta visión muestra todas las generalizaciones arbitrarias típicas en los fallos de interpretación.

No es la conciencia étnica o nacional en si misma lo que es fuente de conflictos entre pueblos, sino los que a veces pretenden  desviarla  e instrumentalizarla para su beneficio personal. No, no es la conciencia identitaria lo que oprime al pueblo, lo que destruye la libertad, lo que crea violencia, lo que enajena y niega al individuo, pero en cambio sí que hacen todo eso los gobiernos, las clases dirigentes, los partidos políticos del Sistema, las religiones represivas y universalistas, el espíritu de la jerarquía, la plutocracia y las desigualdades sociales basadas en factores exclusivamente materiales. En aquellos que unen su visión a la de Bakunin, Landauer, Blanqui, Proudhon y Makhno, los que apoyan a los pueblos del mundo, los que luchan en nombre de un nacionalismo de liberación, en todos aquellos que hoy se identifican como Nacional-Anarquistas o anarcoidentitarios, no existe ninguna relación con los “cripto-fascistas” o con los “nazis” como pretenden encasillarnos según qué individuos con unos modos  de terrorismo intelectual digno de los peores regímenes totalitarios. ¿Y en nombre de qué se atreven a  calificar algo   de “anarquista de derechas”, cuando esa definición se debe precisamente a que viven completamente inmersos en los prejuicios del sistema capitalista y pseudodemocrático actual?


Los Nacional-Anarquistas no son nada de todo eso que pretenden según quienes. Para comenzar no se sitúan ni a la izquierda ni a la derecha del Sistema, porque están fuera y en frente de él. Los anarcoidentitarios simplemente quieren incitar al pueblo, a los grupos afines y a los individuos para que se liberen de las instituciones opresivas y degradantes, con el fin de permitirles ir hacia la Unidad en la Diversidad. Y aquí volvemos a esto que Landauer designó como el principio de AUTODETERMINACIÓN. Allí se sitúa la clave del problema: Nada de “pequeño nacionalismo” oficial y centralizador, pero la autodeterminación nacional, la total libertad para los colectivos nacionales y las agrupaciones voluntarias de individuos para poder administrar ellos mismos sus propias vidas, en la medida que ese ejercicio de libertad no pise la de los demás.

La autodeterminación, del mismo modo que la autogestión, es la la esencia del ideal libertario, de una vida ajena a toda forma de tutela coercitiva. Es el núcleo del concepto de Libertad en el anarquismo, y la Libertad, como ya dijo Bakunnin, es indivisible: debe aplicarse a todos sin excepción, sin un solo fraude, sin ninguna máscara de privilegios, porque esto significaría el germen de una nueva tiranía. Nadie debe ser obligado a definirse  o a formar parte integrante de cualquier grupo étnico, nacional o cultural. Esta elección debe pertenecer al individuo y solo a él.

¿ABOLICION DE LAS FRONTERAS?

La cuestión de las fronteras entre distintos territorios, lleva también a debates apasionados. Obviamente, las fronteras políticas de los actuales Estados-Nación, que no tienen en cuenta las realidades históricas, lingüísticas, culturales y regionales, no son únicamente arbitrarias, sino sobre todo aberrantes y de todo  inaceptables. Pero si vamos a pedir la opinión a los indios de América, a los pueblos africanos o a los palestinos qué es lo que piensan de vivir en la completa ausencia de fronteras reconocidas, nos daremos cuenta de lo ilusas que son algunas actitudes.

Algunas personas piensan que la supresión de las fronteras, abriendo las puertas de los países industrializados a una inmigración en masa de las poblaciones pobres,   constituiría el remedio a todas las ya viejas injusticias.  Además de su carácter ciertamente irresponsable, esta idea, por generosa que pueda parecer a primera vista, no tiene en cuenta un hecho del todo evidente: los problemas sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos de los países del Tercer Mundo no se solucionarían con una fuga en masa de sus nacionales hacia los países “ricos”, sino al contrario. Para los países de recepción, el impacto en la Ecología, así como en sus sociedades, de un flujo migratorio de tamaña envergadura sería catastrófico. Y eso sin contar los desequilibrios etno-demográficos que generaría. En cualquier caso, sean cuales sean las políticas de inmigración que se tomen, Occidente tendrá tarde o temprano que enfrentar las consecuencias de su constante explotación de las naciones de África, Asia y América Latina.

La verdadera solución a las miserables condiciones que sufren los pueblos de estos tres continentes reside, como para cualquier otro pueblo, en una verdadera revolución social emancipadora, en su liberación de los yugos oscurantistas y teocráticos que los oprimen y en la conservación de sus particularismos etnoculturales más enriquecedores para ellos y para la Humanidad en su conjunto. La supresión de las fronteras es un tema actualmente muy extendido en la propaganda de los movimientos “radicales” de corte libertario o de extrema-izquierda. Con todo, este concepto implica evoluciones racistas, imperialismos y daños ecológicos devastadores que no suelen ser tomados en cuenta. Curiosamente, los neoliberales del Capital, tienden también a negar las fronteras y a fomentar la homogeneización de las identidades.

De fronteras se han creado muchas en el pasado y han acabado cayendo, otras se crearán en el futuro y volverán a caer y así en lo sucesivo. Y los pueblos  de  las distintas regiones del Mundo seguirán sufriendo cambios más o menos acentuados a lo largo de su existencia. Tales son los imperativos de la Historia. Todos los libertarios comparten  el internacionalismo, anti oficial por supuesto,  incluso por  los Nacional-Anarquistas, para los que solidaridad internacional es una palabra apreciada. Los problemas que implica  el mantenimiento de las fronteras actuales son evidentemente escandalosos para un pueblo sin soberanía reconocida como el de los vascos, los bretones, los corsos, los kurdos, cuyas tierras han sido expoliadas, ignoradas por líneas trazadas sobre un mapa; o también para los afroamericanos, que tienden cada vez más a constituirse en una nación separada del poder federal.

Los gobiernos y los estados no deben interponerse en el camino hacia la autodeterminación de pueblos o individuos. Y no deben existir fronteras que limiten la solidaridad, la ayuda mutua y la cooperación voluntaria. Así pues, la causa internacionalista, sobre este compromiso,  debe ser aplicado en el sentido más franco y equitativo: “nada de fronteras”, pero diciendo que no debe haber fronteras impuestas contra la voluntad  de los grupos humanos sin soberanía.


Por el rechazo de toda lógica genocida o asimilasionista, conviene luchar  por el etnopluralismo, por la diversidad de las culturas, lenguas y tipos raciales, por ser cada uno de ellos fundamento de la riqueza de la Humanidad. Por la solidaridad con los pueblos en lucha contra el imperialismo en el mundo, con viene optar por un internacionalismo sincero que, en vez de negar y rechazar las diferencias, las reconozca y las defienda.

miércoles, 10 de julio de 2013

La Vida como Mal (El Principio Schopenhaueriano de la Voluntad de Vivir)




Por Velsungeland


Todo en Schopenhauer se halla admirablemente centrado alrededor de la sentencia capital del mundo como Voluntad, y por ende, de esta forma, como catástrofe, y por lo tanto como miseria; viendo desde dentro intenta indagar en los astromapas de la naturaleza última de nuestros propios espíritus, creyendo que tan solo así hallaremos la clave del mundo exterior. El hombre en el pensamiento schopenahueriano se encuentra inmerso en la inexorable lucha por subsistir, y esta no es obra de la reflexión, sino más bien de la voluntad de la naturaleza denominada como voluntad de vivir.

Los mortales creen pensar que son atraídos por lo que ven, cuando en realidad son arrastrados por lo que sienten. Por el instinto. De esta forma comprendemos a la Voluntad como el único elemento permanente e inmutable de la psique. Es la esencia de lo humano. Mas, así como la voluntad es la causa universal en nosotros, lo es de la misma forma en las cosas; y mientras no comprendamos la causa como Voluntad, la causalidad será únicamente una fórmula mágica y mística realmente sin sentido.

La Voluntad en su último término es una voluntad de vivir, y su eterno enemigo es la muerte; de forma primera esta Voluntad de la Naturaleza es siempre una Voluntad de reproducción, pues la reproducción es el fin último de todo organismo y su instinto más fuerte. Y solo de este modo la Voluntad puede vencer a la muerte. Para Schopenhauer la relación de los sexos es realmente el común denominador de toda acción y conducta, transformándose así en el punto central del pensamiento humano, y señor del mundo. El amor aquí no es más que un engaño de la naturaleza.


El deseo es infinito, la satisfacción limitada; mas, nada es más fatal para un pensamiento que su realización; por lo cual, en cada individuo, la medida de dolor esencial para él ha sido determinada con su propia naturaleza. La vida es así un mal, porque el sufrimiento es su estímulo esencial y su realidad, siendo el placer sólo una sensación negativa del dolor. Toda maldita satisfacción en este mundo, o lo que comúnmente llaman los filisteos felicidad, es en realidad, y de forma eidética, únicamente una tendencia negativa.

Una aproximación al Pensamiento Eudemonológico




Por Velsungeland


En primera instancia, pudiésemos entender la voz eudemonología como el arte de hacer la vida lo más agradable y feliz posible, o entenderla como un eufemismo, entenderse entonces como un vivir menos desgraciado. Para Schopenhauer, como regla suprema de toda sabiduría de la vida es no el placer, sino la ausencia del dolor es lo que persigue el eudemonólogo. La vida no es para que se disfrute de ella, sino para que se desentienda uno de ella lo antes posible, así, el hombre más feliz es el que pasa la vida sin grandes dolores.

El filisteo, el necio, corre tras los placeres de la vida y encuentra una decepción; el sabio evita los males. Para el bienestar del individuo y hasta para toda su manera de ser, lo principal es lo que se encuentra o se produce en él, aquí reside su bienestar y su malestar; bajo esta forma se manifiesta primero el resultado de su sensibilidad, de su voluntad y de su pensamiento. Las cosas exteriores no ejercen influencia alguna sobre él, sino en cuanto que determinan estos fenómenos interiores.

El mundo es siempre solo un estado de ánimo, una representación, el mundo en que vive cada uno, depende de la manera de concebirlo, la cual difiere en cada filisteo. Por ende, un temperamento jovial y tranquilo, nacido de una salud perfecta; una razón lúcida, viva, penetrante y exacta; una voluntad moderada y dulce; y como resultado, una buena conciencia, son ventajas que ninguna categoría, ninguna riqueza puede reemplazar. Lo que un hombre es en soledad, es más esencial para él que lo que puede ser a los ojos de los demás.

La condición primera y más esencial para la felicidad de la vida es que existimos. Por lo cual, el Hombre ante Schopenhauer es menos susceptible de ser modificado por el mundo exterior de lo que generalmente se supone; sólo el tiempo omnipotente ejerce aquí su poder, las facultades físicas e intelectuales sucumben insensiblemente bajo sus ataques.

Lo que uno es contribuye más a la felicidad que lo que uno tiene o lo que uno representa; su individualidad le acompaña en todo tiempo y en todo lugar y tiñe con su matiz todos los acontecimientos de su vida. Pero lo que más que nada contribuye directamente a nuestra felicidad, es un humor jovial, porque esta buena cualidad encuentra inmediatamente su recompensa en sí misma. El que es alegre posee siempre motivos para serlo.


Por tanto, y para señalar uno de los motivos por los cuales mis errantes welsungos no se dejan observar es que en un grado superior del mal, no se necesita siquiera motivo; la sola permanencia del mal basta para determinarlo. Más, la actividad incesante de los pensamientos, su ejercicio siempre renovado en presencia de las manifestaciones diversas del mundo interior y exterior, pone al espíritu eminente fuera del alcance del tedio. Y a la vista de las hadas.

miércoles, 3 de julio de 2013

La Crisis y la ocultación de su orígen crónico




Por Ramón Bau


Hace un par de años que los aires de ‘crisis’ se extienden por el mundo, como si fuera algo nuevo, un acontecimiento debido a causas actuales.  Por ejemplo en USA las hipotecas dadas alegremente sin analizar si iban a poder ser devueltas, y luego empaquetadas y convertidas en fondos bancarios repartidos por la banca a diestro y siniestro entre clientes y fondos de inversión. O en España la súper nombrada bolsa inmobiliaria, especulación masiva en construcción sin tener en cuenta la realidad de la demanda real de vivienda ni el precio lógico de la construcción.

Tenemos ahora una Argentina que no puede ni dar 30 dólares a sus ciudadanos que deseen comprar un libro en USA o en Europa, y que oculta una corrupción política de tal nivel que logra cada pocos años arruinar un país riquísimo en calidad humana, material primas e industria.

Estas crisis se presentan como provocadas por estos temas, sin analizar su origen real y profundo, y lo que es más grave, ocultándolo a menudo con la imagen de algunos países que se consideran ‘libres’ de crisis, como Alemania, cuando su problema básico es el mismo que tiene España. Sin duda, el tema inmobiliario o la especulación hipotecaria USA han sido detonantes de la crisis pero la existencia del problema esencial era algo conocido y crónico: La Deuda.

TODOS los países de América y Europa llevan desde 1950 endeudándose progresivamente, cada año, con déficit presupuestario continuo, de forma que la deuda pública y externa de todos estos países han alcanzado niveles de locura absoluta, imposibles de imaginar antes del siglo XX.

La razón de este endeudamiento continuo es doble: por una parte la presión y voluntad de los financieros de endeudar a los Gobiernos para convertirlos así en esclavos de la deuda, como hemos podido comprobar hoy en día.

Pero si la finanza ha podido meter a los gobiernos en semejante tinglado de deuda es debido a la maldad intrínseca del sistema democrático. La democracia de masas, con votaciones masivas a partidos, está inevitablemente abocada a la demagogia electoral, y por tanto a convertir los partidos y gobiernos en malgastadores crónicos, demagogos ante las masas y dependientes del crédito financiero para sus campañas electorales. Una Plutocracia es el resultado inevitable de la democracia.

Lo peor de este sistema no es solo su esclavitud al poder financiero sino la forma oculta, hipócrita, con que se lleva a cabo esta esclavitud.

Pongamos el caso de Alemania… cualquier español, y supongo que también en los demás países se tiene la idea de creer que Alemania no está en crisis debido a su trabajo y producción. Esto es una enorme mentira. Alemania tiene hoy una deuda inmensa, como USA, gigantesca e impagable. 

¿Por qué no sufre Alemania, y por ahora tampoco tan duramente USA, la crisis como si la sufren España, Portugal Italia, Grecia, Francia, etc….?  La razón es ocultada sistemáticamente: Tanto Alemania como USA estarían en la ruina absoluta si su deuda no pudieran refinanciarla continuamente, acrecentándola incluso. USA es un país arruinado pero no lo nota porque logra que sus deudas las ‘compren’ países asiáticos, árabes, sometidos a presión militar o comercial. Si China o los sauditas, coreanos y taiwaneses, etc  no comprase masivamente deuda USA, este país estaría más arruinado aun que Grecia.

Todos los países están endeudados a un nivel que los hace esclavos de la finanza a través de la ‘necesidad de refinanciar continuamente su deuda’. De forma que solo aquellos países que logran el ‘placet’ de los medios financieros pueden mantener su deuda sin caer en la ruina y el impago.

España no logra refinanciar su deuda más que pagando intereses altísimos, que arruinan su presupuesto (hoy el pago de intereses es la partida más alta y la única creciente del presupuesto español).

Al llegar a una situación en la que ni siquiera se pueden pagar ya los intereses de la deuda, el Estado se encuentra arruinado, debe recortar todos los proyectos sociales, pensiones, funcionarios, sanidad, educación…  para aumentar la partida de pago de intereses a la finanza. El dinero se va todo a refinanciar deuda, los créditos a las empresas se reducen al mínimo, la gente ve aumentados los impuestos y reducidos sus ingresos, el paro es la peor consecuencia.

Todo ello es debido no tanto a los problemas especulativos inmobiliarios (causa detonante pero no suficiente) sino al endeudamiento abusivo y continuo de las democracias, unido al hecho de que ese endeudamiento comporta unos intereses usurarios que arruinan a los Estados. Sin esta carga abusiva de la deuda crónica el Estado tendría medios suficientes para soportar las especulaciones de estos últimos 5 años, y podría resolver el problema.

La solución es muy complicada porque para solucionar la crisis actual se exigiría no solo arreglar el problema de los impagos hipotecarios de la construcción especulativa de los últimos años, sino atacar directamente al sistema democrático de masas en su demagogia y malgasto, denunciar y tomar medidas sobre la Deuda, y eso si es realmente un tema complejo: ¿Cómo el sistema va a reconocer su culpa en el endeudamiento masivo, y exigir sacrificios a la población para eliminar el poder financiero…. y a la vez seguir disponiendo de dinero para sus campañas electorales demagógicas?. Y más cuando la población se ha acostumbrado durante decenios a que esos políticos les regalen prebendas y promesas electorales a cambio de su voto.

Es precisa una revolución absoluta de la mentalidad popular, acabar con la demagogia y recuperar el pueblo la dignidad, su conciencia ética contra el endeudamiento, exigir en cambio el castigo de los culpables democráticos de ese endeudamiento masivo actual.

En una palabra, el sistema actual no puede arreglar el endeudamiento, y sus esfuerzos actuales son solo para evitar que crezca aún más, no por ética ni por importarles el endeudamiento sino por incapacidad para pagar más intereses por nueva deuda.

Actualmente, por ejemplo, el gobierno de España ha efectuado unos recortes brutales en sanidad, educación, pensiones, obras públicas, etc….  Y todo ello para solo conseguir que el déficit anual del 2012 sea aun del 6%!, o sea para aun así tener que aumentar la deuda. Una deuda que ha pasado del 60% al 90% del PIB en dos años…

Como se puede uno imaginar para lograr déficit 0 se van a exigir sacrificios enormes al pueblo, sin llevar a prisión a los culpables, y pese a todos ellos la deuda llegará en un año al 100% del PIB.

Resumiendo, el endeudamiento masivo provocado por la democracia va a costar enormes sacrificios y pese a ellos no se logrará bajar la deuda ni en lo más mínimo. La esclavitud del sistema ante la finanza es total, y solo una revolución del carácter y estilo popular, unida a una revolución política radical podría abordar este estado de dependencia absoluta del poder financiero.

Comunidad Militante y Comunidad Política




Por Ramón Bau


“Estamos convencidos de que nuestro socialismo basado en la hermandad de la sangre se difundirá entre los otros pueblos y dará nueva forma también a la relación entre las naciones, ya que este contiene en sí la promesa de una nueva liga de los pueblos, más rica en su sustancia que la actual porque se funda en un socialismo atento al honor de los pueblos”. -Hermann Schwarz, 1936.

Ya fue mucho antes del III Reich cuando Ferdinand Tönnies en su libro "Comunidad y Sociedad" en 1887, ofrece un minucioso análisis de las nociones de "comunidad" (Gemeinschaft) y de "sociedad (Gesellschaft), diferenciando así la idea de agrupación social individualista y legalista (Sociedad), de la Comunidad como Pueblo, como unión superior a la mera agrupación de individuos.

Podemos resumir las ideas que ya expuso Tönnies, y que son totalmente actuales.
La voluntad natural, aquello que es instintivo y sale de la propia esencial natural, es lo que permite formar una Comunidad. Mientras que la Sociedad es solo un resultado artificial de una voluntad política sin base natural ni estructura que permita relaciones superiores a lo legal, al pasaporte, al concepto de sociedad actual.

La comunidad se define como un grupo humano viviendo en común, unidos por una base de origen más o menos común, con unas aspiraciones de vida similares y sentidas por el grupo, es un verdadero ser orgánico, un todo que posee, en cuanto todo, las características que le son propias, una forma social cuya unidad resulta de la relativa homogeneidad de cuantos la integran. Tienen una conciencia de herencia cultural, histórica y étnica. En ella los individuos son distintos y diferenciados pero tienen conciencia de su conjunto y sienten responsabilidad sobre ese conjunto.

La sociedad (Gesellschaft), al contrario, reúne a los individuos que no tienen entre sí ninguna unión real, no son globalmente pertenecientes de alguna forma de herencia específica, o si tienen esas relaciones, ni son conscientes de ellas ni les afectan, es una construcción abstracta, regida por un "contrato social", es una simple adición de individualidades. En este ambiente las relaciones humanas tienden a cancelarse. Cada uno vive para sí. El anonimato se convierte en regla o se refugia en grupos aislados.

En el seno de la sociedad los valores mercantiles son los valores reinantes, la sociedad se transforma poco a poco en mercado, donde todo puede venderse y adquirirse, incluidos los seres humanos. El "comerciante" deviene el tipo mismo del hombre social, del hombre liberado de todas las leyes del sentimiento y de la comunidad, y que no tiene otra intención que el beneficio. 

El predominio de la moral mercantil destruye todas las solidaridades profundas y acaban por destruir también la misma noción de pueblo. El egoísmo se convierte en el motor y el centro de la acción social. Los intereses individuales van adquiriendo constantemente predominio sobre los intereses colectivos. 

Paralelamente, la especulación mina las bases implícitas de la moral, sustituyendo los fundamentos orgánicos de la sociedad por el desarraigo. Al final, la "inmoralidad" encuentra todas las puertas abiertas, porque no hay nada que motive en sentido de una conciencia de los deberes que debe adquirir la persona en el interior de un cuerpo social. Los valores mercantiles, directa o indirectamente, justifican el hecho de que todos los medios son buenos para enriquecerse.

La posibilidad de una regeneración y un retorno a un sistema ‘comunitario’ parecía posible en 1890, pero tras la derrota mundial de 1945 el sistema de sociedades desenraizadas, sin conciencia de etnia, cultura o historia se ha impuesto. Por un lado el marxismo y por el otro la democracia han establecido mundialmente unas sociedades de pasaportes sin raíces y con un desprecio e incluso una represión a todo intento de comunidad identitaria.

El nacionalsocialismo racionalizó y relaboró toda la concepción de Comunidad llegando a un socialismo pensado no ya para una sola clase social, sino para toda la comunidad nacional que se soldaría con un joven nacionalismo popular, irreductiblemente extraño y enemigo del individualismo y el materialismo económico. 

Así podemos leer en los textos nacionalsocialistas:

“La comunidad del pueblo, en la visión nacionalsocialista, no se remite a una esfera distinta de la privada sino que se identifica con esta y, por tanto, también con las relaciones entre sus miembros. El individuo es concebido como un elemento orgánico y perfectamente integrado en la estructura social y comunitaria hasta confundirse con esta. Es, por tanto, normal que se ponga con énfasis el acento sobre la unidad completa y total del individuo con su pueblo: unidad entendida en sentido político, social y finalmente racial”.

Esta forma de entender la sociedad conlleva todo un sistema de derecho y deberes sociales. Hans Frank, el decano de la jurisprudencia nacionalsocialista dijo: “No existe una sociedad fuera de la totalidad del pueblo. En nuestro pueblo no existen ya agrupaciones feudales, o aristocráticas o en cualquier caso privilegiados por tradición histórica y por derechos especiales. No existen ni familias, ni clases privilegiadas. Existe un pueblo alemán unitario”.

La respuesta comunitaria es el Voluntariado, los grupos de vecinos activistas, la ayuda personal organizada. Frente a la idea actual del pago por el Estado, se presenta la ayuda de la comunidad a las necesidades. 

Cuando el mal llamado ‘Estado del Bienestar’ se hunde, es cuando uno comprende su error de base, está sustentado por dinero, no por ayuda personal. Depende de sueldos y profesionales, de los presupuestos oficiales, pero los vecinos de una casa no saben siquiera las necesidades o problemas de su propio vecindario, ni les interesa saberlo y menos tratar de solucionarlos.


LA COMUNIDAD POLITICA NS ACTUAL

Si hemos entendido cual es nuestro modelo de sociedad, la siguiente cuestión es como reflejar este modelo en los movimientos políticos actuales Nacionalsocialistas o comunitarios.
Porque por poco que conozcamos este ambiente podemos asegurar que están bien lejos de esta forma de actuación en su propio interior.

Debido a ello quisimos que Devenir Europeo se acercase algo más a una Comunidad Militante, pese a saber que era difícil lograrlo. ¿Por qué?

En primer lugar el problema esencial es que nuestras organizaciones viven en una sociedad de anti-valores, absolutamente contrarios a una visión comunitaria, individualistas en extremo, de forma que el choque del ambiente que nos rodea frente a nuestra idea comunitaria es brutal.
Incluso en los años 30 era imposible crear un espíritu totalmente comunitario en el NSDAP antes de llegar al poder, antes de conseguir que la sociedad asumiera el ambiente comunitario en general.

Es una ilusión creer que el ambiente individualista y decadente de toda la sociedad no nos afecta y no se nos introduce en las costumbres incluso a los que lo combatimos ideológicamente.

Pero además el problema en muchos grupos es definir los objetivos: Si se tienen objetivos políticos a corto plazo en una lucha contra todo, en una sociedad contraria en todo, los condicionantes tácticos de la lucha impiden crear una comunidad militante interna.  Es pues necesario que una organización nacionalsocialista trate no solo de definir la Comunidad Popular sino que además intente crear en su interior un ambiente medianamente cercano a una Comunidad Militante, aunque ello implique dificultades tácticas para crecer y ampliarse en número, y aunque ello implique defender posiciones poco populares entre la gente.

Pongamos un ejemplo: Nosotros defendemos la exigencia de un trabajo comunitario y gratuito de todos los jóvenes durante un cierto tiempo. Un Servicio de Trabajo en ayuda de la comunidad. Esto es poco popular entre los jóvenes actuales que en modo alguno desean ‘perder’ tiempo en un trabajo no remunerado y socialista.

Incluso, no tan curiosamente, los comunistas y los grupos más radicales de izquierda son totalmente contrarios al Trabajo Comunitario, aunque ello vaya contra sus ideas teóricas, por comodidad y para no ser impopulares.

Otro ejemplo: Nos oponemos a esa nefasta costumbre de las llamadas ‘comunidades virtuales’ de internet, los que creen que comunidades apuntarse ‘amigos’ en Facebook o alguna otra porquería de esa especie. Internet es una herramienta, no una comunidad.

Puede quitarnos contactos o medios de ‘publicidad’ pero nos oponemos a llevar la comunidad NS a internet en vez de a locales, vernos, colaborar personalmente, organizar actos o Jornadas en el mundo real, aunque sean de pocos camaradas, frente a la infecta posibilidad de organizar ‘reuniones virtuales, foros o debates por ordenador’. Gastamos dinero en locales o revistas en papel en vez de usar los gratuitos sistemas de la virtualidad. Y lo hacemos porque queremos crear comunidad de lucha personal. Viajamos para vernos, no solo queremos escribirnos mails.

LA COMUNIDAD FRENTE A LOS GRUPOS DE AMIGOS Y LAS TRIBUS URBANAS

Hay un paso más: en una Comunidad militante es preciso conocerse, no solo políticamente sino a cierto nivel personal. La orientación debe ser comprender al camarada, no solo en lo político sino en su vida familiar. No se trata solo de ayudarlo en lo económico, si eso es posible (lo que desgraciadamente no es frecuente), sino sentir sus problemas como algo ligado a la comunidad militante.

No se trata tampoco de crear eso llamado ‘bandas urbanas’, clanes de amiguetes, no se trata de amistad y menos de un refugio psicológico ante la soledad o los problemas de relaciones humanas. La lucha militante se basa en un ideal, una concepción del mundo, no en una mera amistad personal (cosa magnífica pero que no exige una coincidencia de ideas ni de lucha).
Este es un tema muy importante puesto que en esta sociedad decadente los camaradas que desean mantener una vida coherente con nuestros valores e ideas se encuentran aislados de la sociedad que nos rodea, repleta de antivalores y de un ocio de bajísimo nivel cuando no corrupto.

En estas circunstancias hay que huir de convertir la lucha por un ideal en un ‘refugio personal’, dentro de bandas o grupos cuyo objetivo no es la cosmovisión del mundo NS sino precisamente el refugio ante el aislamiento, el grupo para pasar el ocio, el clan que da seguridad psicológica.

Tampoco hay que esperar una amistad en el sentido amplio de la palabra, puesto que la amistad es una relación personal no influida ni orientada a ideas ni proyectos, sino a una relación personal. La Comunidad Militante está unida por un objetivo de lucha y de conciencia, no por relaciones meramente personales.

Así mismo es preciso en la Comunidad Militante asumir aquel principio básico: ‘exígete mucho más a tí mismo que a los demás’.

Nadie está exento de errores y defectos, pero en una Comunidad donde la ayuda y el interés mutuo deben estar presentes, a menudo hay unas exigencias mutuas de comportamiento que son excesivas. Los problemas personales de cada cual afectan seriamente a la vida militante, y la necesidad, la presión externa, los condicionantes familiares y económicos nos presionan fuertemente.


Cada uno debe superar estos problemas, exigirse a sí mismo, pero a la vez ser muy comprensivo con las limitaciones que los demás no pueden superar. Hay que ser intransigente con la inmoralidad y el comportamiento indigno, pero muy comprensivo con las limitaciones de todos los demás ante las situaciones personales y las necesidades que les condicionan.

Un día las condiciones de lucha exigirán un Partido activo para construir esa nueva Comunidad Popular, entonces la lucha será política, táctica, dura y radical. Mientras no sea posible ese combate final, nuestra Comunidad Militante debe al menos mantener no solo la pureza de nuestra Cosmovisión del Mundo frente a toda concesión táctica, sino dar un ejemplo de vida comunitaria militante.