Por Ramón Bau
“Estamos convencidos de que
nuestro socialismo basado en la hermandad de la sangre se difundirá entre los
otros pueblos y dará nueva forma también a la relación entre las naciones, ya
que este contiene en sí la promesa de una nueva liga de los pueblos, más rica
en su sustancia que la actual porque se funda en un socialismo atento al honor
de los pueblos”. -Hermann Schwarz, 1936.
Ya fue mucho antes del III Reich cuando Ferdinand Tönnies en su libro "Comunidad y Sociedad" en 1887, ofrece un minucioso análisis de las nociones de "comunidad" (Gemeinschaft) y de "sociedad (Gesellschaft), diferenciando así la idea de agrupación social individualista y legalista (Sociedad), de la Comunidad como Pueblo, como unión superior a la mera agrupación de individuos.
Ya fue mucho antes del III Reich cuando Ferdinand Tönnies en su libro "Comunidad y Sociedad" en 1887, ofrece un minucioso análisis de las nociones de "comunidad" (Gemeinschaft) y de "sociedad (Gesellschaft), diferenciando así la idea de agrupación social individualista y legalista (Sociedad), de la Comunidad como Pueblo, como unión superior a la mera agrupación de individuos.
Podemos resumir las ideas que ya expuso Tönnies, y que son totalmente actuales.
La voluntad natural, aquello que es instintivo y sale de la propia esencial natural, es lo que permite formar una Comunidad. Mientras que la Sociedad es solo un resultado artificial de una voluntad política sin base natural ni estructura que permita relaciones superiores a lo legal, al pasaporte, al concepto de sociedad actual.
La comunidad se define como un grupo humano viviendo en común, unidos por una base de origen más o menos común, con unas aspiraciones de vida similares y sentidas por el grupo, es un verdadero ser orgánico, un todo que posee, en cuanto todo, las características que le son propias, una forma social cuya unidad resulta de la relativa homogeneidad de cuantos la integran. Tienen una conciencia de herencia cultural, histórica y étnica. En ella los individuos son distintos y diferenciados pero tienen conciencia de su conjunto y sienten responsabilidad sobre ese conjunto.
La sociedad (Gesellschaft), al contrario, reúne a los individuos que no tienen entre sí ninguna unión real, no son globalmente pertenecientes de alguna forma de herencia específica, o si tienen esas relaciones, ni son conscientes de ellas ni les afectan, es una construcción abstracta, regida por un "contrato social", es una simple adición de individualidades. En este ambiente las relaciones humanas tienden a cancelarse. Cada uno vive para sí. El anonimato se convierte en regla o se refugia en grupos aislados.
En el seno de la sociedad los valores mercantiles son los valores reinantes, la sociedad se transforma poco a poco en mercado, donde todo puede venderse y adquirirse, incluidos los seres humanos. El "comerciante" deviene el tipo mismo del hombre social, del hombre liberado de todas las leyes del sentimiento y de la comunidad, y que no tiene otra intención que el beneficio.
El predominio de la moral mercantil destruye todas las solidaridades profundas y acaban por destruir también la misma noción de pueblo. El egoísmo se convierte en el motor y el centro de la acción social. Los intereses individuales van adquiriendo constantemente predominio sobre los intereses colectivos.
Paralelamente, la especulación mina las bases implícitas de la moral, sustituyendo los fundamentos orgánicos de la sociedad por el desarraigo. Al final, la "inmoralidad" encuentra todas las puertas abiertas, porque no hay nada que motive en sentido de una conciencia de los deberes que debe adquirir la persona en el interior de un cuerpo social. Los valores mercantiles, directa o indirectamente, justifican el hecho de que todos los medios son buenos para enriquecerse.
La posibilidad de una regeneración y un retorno a un sistema ‘comunitario’ parecía posible en 1890, pero tras la derrota mundial de 1945 el sistema de sociedades desenraizadas, sin conciencia de etnia, cultura o historia se ha impuesto. Por un lado el marxismo y por el otro la democracia han establecido mundialmente unas sociedades de pasaportes sin raíces y con un desprecio e incluso una represión a todo intento de comunidad identitaria.
El nacionalsocialismo racionalizó y relaboró toda la concepción de Comunidad llegando a un socialismo pensado no ya para una sola clase social, sino para toda la comunidad nacional que se soldaría con un joven nacionalismo popular, irreductiblemente extraño y enemigo del individualismo y el materialismo económico.
Así podemos leer en los textos nacionalsocialistas:
“La comunidad del pueblo, en la visión nacionalsocialista, no se remite a una esfera distinta de la privada sino que se identifica con esta y, por tanto, también con las relaciones entre sus miembros. El individuo es concebido como un elemento orgánico y perfectamente integrado en la estructura social y comunitaria hasta confundirse con esta. Es, por tanto, normal que se ponga con énfasis el acento sobre la unidad completa y total del individuo con su pueblo: unidad entendida en sentido político, social y finalmente racial”.
Esta forma de entender la sociedad conlleva todo un sistema de derecho y deberes sociales. Hans Frank, el decano de la jurisprudencia nacionalsocialista dijo: “No existe una sociedad fuera de la totalidad del pueblo. En nuestro pueblo no existen ya agrupaciones feudales, o aristocráticas o en cualquier caso privilegiados por tradición histórica y por derechos especiales. No existen ni familias, ni clases privilegiadas. Existe un pueblo alemán unitario”.
La respuesta comunitaria es el Voluntariado, los grupos de vecinos activistas, la ayuda personal organizada. Frente a la idea actual del pago por el Estado, se presenta la ayuda de la comunidad a las necesidades.
Cuando el mal llamado ‘Estado del Bienestar’ se hunde, es cuando uno comprende su error de base, está sustentado por dinero, no por ayuda personal. Depende de sueldos y profesionales, de los presupuestos oficiales, pero los vecinos de una casa no saben siquiera las necesidades o problemas de su propio vecindario, ni les interesa saberlo y menos tratar de solucionarlos.
LA COMUNIDAD POLITICA NS ACTUAL
Si hemos entendido cual es nuestro modelo de sociedad, la siguiente cuestión es como reflejar este modelo en los movimientos políticos actuales Nacionalsocialistas o comunitarios.
Porque por poco que conozcamos este ambiente podemos asegurar que están bien lejos de esta forma de actuación en su propio interior.
Debido a ello quisimos que Devenir Europeo se acercase algo más a una Comunidad Militante, pese a saber que era difícil lograrlo. ¿Por qué?
En primer lugar el problema esencial es que nuestras organizaciones viven en una sociedad de anti-valores, absolutamente contrarios a una visión comunitaria, individualistas en extremo, de forma que el choque del ambiente que nos rodea frente a nuestra idea comunitaria es brutal.
Incluso en los años 30 era imposible crear un espíritu totalmente comunitario en el NSDAP antes de llegar al poder, antes de conseguir que la sociedad asumiera el ambiente comunitario en general.
Es una ilusión creer que el ambiente individualista y decadente de toda la sociedad no nos afecta y no se nos introduce en las costumbres incluso a los que lo combatimos ideológicamente.
Pero además el problema en muchos grupos es definir los objetivos: Si se tienen objetivos políticos a corto plazo en una lucha contra todo, en una sociedad contraria en todo, los condicionantes tácticos de la lucha impiden crear una comunidad militante interna. Es pues necesario que una organización nacionalsocialista trate no solo de definir la Comunidad Popular sino que además intente crear en su interior un ambiente medianamente cercano a una Comunidad Militante, aunque ello implique dificultades tácticas para crecer y ampliarse en número, y aunque ello implique defender posiciones poco populares entre la gente.
Pongamos un ejemplo: Nosotros defendemos la exigencia de un trabajo comunitario y gratuito de todos los jóvenes durante un cierto tiempo. Un Servicio de Trabajo en ayuda de la comunidad. Esto es poco popular entre los jóvenes actuales que en modo alguno desean ‘perder’ tiempo en un trabajo no remunerado y socialista.
Incluso, no tan curiosamente, los comunistas y los grupos más radicales de izquierda son totalmente contrarios al Trabajo Comunitario, aunque ello vaya contra sus ideas teóricas, por comodidad y para no ser impopulares.
Otro ejemplo: Nos oponemos a esa nefasta costumbre de las llamadas ‘comunidades virtuales’ de internet, los que creen que comunidades apuntarse ‘amigos’ en Facebook o alguna otra porquería de esa especie. Internet es una herramienta, no una comunidad.
Puede quitarnos contactos o medios de ‘publicidad’ pero nos oponemos a llevar la comunidad NS a internet en vez de a locales, vernos, colaborar personalmente, organizar actos o Jornadas en el mundo real, aunque sean de pocos camaradas, frente a la infecta posibilidad de organizar ‘reuniones virtuales, foros o debates por ordenador’. Gastamos dinero en locales o revistas en papel en vez de usar los gratuitos sistemas de la virtualidad. Y lo hacemos porque queremos crear comunidad de lucha personal. Viajamos para vernos, no solo queremos escribirnos mails.
LA COMUNIDAD FRENTE A LOS GRUPOS DE AMIGOS Y LAS TRIBUS URBANAS
Hay un paso más: en una Comunidad militante es preciso conocerse, no solo políticamente sino a cierto nivel personal. La orientación debe ser comprender al camarada, no solo en lo político sino en su vida familiar. No se trata solo de ayudarlo en lo económico, si eso es posible (lo que desgraciadamente no es frecuente), sino sentir sus problemas como algo ligado a la comunidad militante.
No se trata tampoco de crear eso llamado ‘bandas urbanas’, clanes de amiguetes, no se trata de amistad y menos de un refugio psicológico ante la soledad o los problemas de relaciones humanas. La lucha militante se basa en un ideal, una concepción del mundo, no en una mera amistad personal (cosa magnífica pero que no exige una coincidencia de ideas ni de lucha).
Este es un tema muy importante puesto que en esta sociedad decadente los camaradas que desean mantener una vida coherente con nuestros valores e ideas se encuentran aislados de la sociedad que nos rodea, repleta de antivalores y de un ocio de bajísimo nivel cuando no corrupto.
En estas circunstancias hay que huir de convertir la lucha por un ideal en un ‘refugio personal’, dentro de bandas o grupos cuyo objetivo no es la cosmovisión del mundo NS sino precisamente el refugio ante el aislamiento, el grupo para pasar el ocio, el clan que da seguridad psicológica.
Tampoco hay que esperar una amistad en el sentido amplio de la palabra, puesto que la amistad es una relación personal no influida ni orientada a ideas ni proyectos, sino a una relación personal. La Comunidad Militante está unida por un objetivo de lucha y de conciencia, no por relaciones meramente personales.
Así mismo es preciso en la Comunidad Militante asumir aquel principio básico: ‘exígete mucho más a tí mismo que a los demás’.
Nadie está exento de errores y defectos, pero en una Comunidad donde la ayuda y el interés mutuo deben estar presentes, a menudo hay unas exigencias mutuas de comportamiento que son excesivas. Los problemas personales de cada cual afectan seriamente a la vida militante, y la necesidad, la presión externa, los condicionantes familiares y económicos nos presionan fuertemente.
Cada uno debe superar estos problemas, exigirse a sí mismo, pero a la vez ser muy comprensivo con las limitaciones que los demás no pueden superar. Hay que ser intransigente con la inmoralidad y el comportamiento indigno, pero muy comprensivo con las limitaciones de todos los demás ante las situaciones personales y las necesidades que les condicionan.
Un día las condiciones de lucha exigirán un Partido activo para construir esa nueva Comunidad Popular, entonces la lucha será política, táctica, dura y radical. Mientras no sea posible ese combate final, nuestra Comunidad Militante debe al menos mantener no solo la pureza de nuestra Cosmovisión del Mundo frente a toda concesión táctica, sino dar un ejemplo de vida comunitaria militante.
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