Por Fesal Chain
El gobierno popular de
Salvador Allende tuvo como estrategia central la autonomía económica de Chile
entendida como la segunda independencia nacional. Provenía esta idea fundante
no sólo del socialismo histórico, sino de las alianzas que este socialismo había
realizado en y con los gobiernos radicales. Si bien Salvador Allende provenía
del mundo demoliberal y parlamentario, fue un sujeto histórico capaz de recoger
la herencia cultural de vastos sectores a los que los unía un fuertísimo
denominador común: el proyecto estratégico de desarrollo nacional contra el
mercantilismo y el liberalismo de la derecha tradicional chilena. Del punto de
vista histórico hay muchísimas evidencias de que la conformación del proyecto
de la Unidad Popular es la continuación de una propuesta anti mercantil de
desarrollo económico y social, donde el Estado y el Gobierno como brazo
operacional del primero, fuera capaz de dirigir la economía y de sentar las
bases de alianzas sociales y políticas por el desarrollo económico y social de
las mayorías trabajadoras.
1.- Radicales, Socialistas y
Nacionalistas
Al respecto, los antecedentes
históricos de la alianza política entre socialistas y nacionalistas (ambos
doctrinariamente anti liberales), bajo los regímenes radicales, en la década de
los años 30 y 40 son evidentes. Como antecedentes:
"...A mediados del mes
de enero de 1939, el Movimiento Nacional Socialista (MNS), ya en algo
recuperado de los luctuosos acontecimientos del 5 de septiembre (Matanza del
Seguro Obrero. Nota del Autor.), y después de un congreso nacional de
dirigentes, pasa a denominarse Vanguardia Popular Socialista, cuyas siglas
fueron VPS.(...)Con la Vanguardia, Jorge González Von Mareés, pasa a reconocer
dentro de nuestro país la existencia de la “lucha de clases, como un fenómeno
innegable” (Declaración pública de la VPS, 1939), abogando en el plazo
inmediato por su sustitución, mediante una política integracionista de carácter
social y nacional". (1)
(...)Días después del triunfo
del Frente Popular, el 24 de enero de 1939, ocurre el terremoto de Chillán,
tragedia que dejó un pasmoso saldo de 30 mil muertos, 40.000 heridos y 10.000
casas destruidas. Unido el país ante el dantesco siniestro, comenzaron los
esfuerzos de recuperación de las zonas afectadas, las cuales se encontraban
aisladas e incomunicadas. “(…) Sin teléfonos, sin telégrafos, sin medicinas,
sin víveres, en medio del pavor, medio millón de chilenos amaneció el 25 en
mitad de una espantosa catástrofe (…)” (2)
"La Vanguardia Popular
Socialista, mediante su voluntariado, prestó una activa colaboración en estas
tareas, realizando un importante papel, por ejemplo, en el ámbito de las
comunicaciones a través de su militante Pedro del Campo, hecho que le valió su
reconocimiento público. Así comienza, en el ámbito práctico, un intenso
contacto político entre el sector vanguardista y el frente popular, muy
especialmente con el Partido Socialista, a través del dirigente de esa
colectividad Oscar Schnake.
Cuando se estructuraba el
nuevo gobierno, y quizás por la colaboración dada por el nacismo hacia el
triunfo del abanderado del Frente Popular, esta alianza le ofertó una serie de
cargos públicos, aceptándose solamente los puestos del dirección del Registro
Civil y la Conserjería de la Casa de Crédito Agrario, puestos que fueron
administrados respectivamente, por los vanguardistas Felipe lazo Pérez Cotapos
y Gustavo Vargas Molinare".(3)
“(…) Don Pedro fue leal con
todas las fuerzas políticas que lo eligieron Presidente, así como también con
los ibañistas de la Vanguardia Popular Socialista de don Jorge González Von
Mareés (…) El espíritu realizador de don Pedro Aguirre Cerda lo llevó muchas
veces a designar en cargos importantes a hombres de otras tiendas, considerando
tan solo su capacidad. Entre ellos recordamos a Guillermo del Pedregal, Roberto
Vergara y tantos otros.” (4)
"Pocos días antes de
cumplirse el primer aniversario de la masacre del seguro obrero, ocurrió un
acontecimiento impensado y hoy olvidado de los libros históricos nacionales. En
una concentración realizada en el Teatro Carrera, el Jefe de la Vanguardia
Popular pronunciará un discurso ante sus cuadros, el cual culminará con un
fraternal abrazo entre este y el dirigente socialista Marmaduke Grove. Así
mismo, el 3 de septiembre de 1939, en el barrio cívico de la ciudad de Santiago
de Chile, se desarrollará una multitudinaria concentración pública, la cual
reunirá a los cuadros de la VPS y una delegación de las “camisas de acero” del
partido socialista.
En cuanto al trabajo
parlamentario, los tres diputados ahora vanguardistas ( González, Guarello y
Molinare), lograrán la aprobación de iniciativas, tales como: el proyecto de
ley para la creación de corporaciones de reconstrucción y fomento ( futura
CORFO); la incorporación de un impuesto extraordinario a las empresas
cupríferas norteamericanas establecidas en nuestro territorio (hoy conocido
como “royalty”); la suspensión momentánea del pago de la deuda externa; más la
consideración del establecimiento de un área exclusiva para la explotación
marítima nacional ( conocida en el presente, como las “ 200 millas)”. (5) Otro
elemento constitutivo de la relativa continuidad de la Unidad Popular con
respecto a la doctrina común de nacionalistas y la izquierda en relación al rol
del Estado es el proyecto de nacionalización del cobre: " Años más tarde,
en 1940, González von Marées propuso la "nacionalización del cobre y del
salitre"; dicho proyecto sería aprobado recién el 11 de julio de 1971 por
el gobierno de Salvador Allende siendo uno de los principales hitos de la
historia nacional". (6)
1.1.- Algunas distinciones
Es más que evidente que con
lo anterior no estoy afirmando que la izquierda chilena se haya constituido a
partir del pensamiento nacionalista ni nacista ni haya tan fuertemente influido
por estos,como lo plantea Víctor Farías, sino pretendo demostrar que en la
historia de Chile, la Izquierda Chilena tuvo, más allá de las diferencias
ideológicas y de los conflictos internacionales, períodos importantes en que
hizo primar su concepción anti liberal y de amplios acuerdos con todos aquellos
sectores que también postulaban su oposición activa al liberalismo
mercantilista y su apoyo irrestricto al rol del Estado como inversor, gestor y
fiscalizador de la economía en su conjunto para beneficio de amplios grupos
sociales mayoritarios.
2.- El Nacionalismo y La Izquierda
antes y después del Golpe de Estado de 1973
Los sectores nacionalistas
actualizados en Patria y Libertad y en el Partido Nacional, promovieron
activamente la sedición, el sabotaje, la caída de Allende y el Golpe de Estado
de 1973. Sus dirigentes más connotados fueron partícipes y protagonistas de la
dictadura y muchos de sus cuadros fueron activos militantes de los Servicios de
Seguridad: DINA Y CNI, y uno de sus líderes Pablo Rodriguez Grez llegó a ser
abogado del Dictador Pinochet en pleno siglo XXI.
Pero también existen
evidentes signos históricos que una parte importante del nacionalismo, pasado
los sucesos de defenestración del General Leigh en 1978, fueron opositores a la
dictadura pinochetista, especialmente en lo que respecta al modelo económico
neo liberal importado de Chicago y promovido por el gremialismo UDI de Jaime
Guzmán, que ya había girado desde el pensamiento nacionalista corporativista de
Primo de Rivera al liberalismo económico de Chicago.
Como elementos adicionales a
la confrontación del modelo económico entre duros y blandos (nacionalistas y
gremialistas) hay suficiente material del rol directa y francamente represor
que cumplió Jaime Guzmán sobre los destacamentos civiles tanto al interior como
fuera del régimen, y de ahí se explica a su vez, su fuerte oposición a Manuel
Contreras y a los aparatos de seguridad del régimen dictatorial que estaban
fuertemente influenciados por el pensamiento nacionalista más ultrista y
anticomunista y de carácter lumpérico.
Algunos documentos
nacionalistas plantean también que el cruel y alevoso asesinato de Tucapel
Jiménez, por ejemplo, fue más bien el aprovechamiento político por parte de los
sectores pinochetistas de la dictadura, de una reyerta interna entre el
pinochetismo y el nacionalismo, siendo Tucapel Jiménez un connotado líder nacionalista
antipinochetista y antidictadura.
Por otra parte ya en 1986
aproximadamente, Roberto Thieme, uno de los lideres más connotados de Patria y
Libertad, plantea públicamente en la Revista Análisis que era necesario formar
parte del Movimiento Democrático Popular en la lucha contra la dictadura y
siguió manteniendo una clara oposición al régimen y al liberalismo tanto de
izquierda como de derecha. Una especie de tercera posición doctrinaria, aún
cuando en su vida privada mantuvo estrechos lazos con la derecha chilena y con
la familia Pinochet por consideraciones sentimentales y afectivas. Al respecto
es recomendable leer el libro escrito por el periodista Manuel Salazar: El
Rebelde de Patria y Libertad, de Sociedad Editorial Mare Nostrum.
3.- La izquierda y su vocación estatal,
nacional y popular hoy
Propugnar hoy día un alianza
entre sectores nacionalistas y la izquierda, al estilo de la década del 40, es
un contrasentido político y ético, especialmente si consideramos la historia de
la década del 70. Probablemente en la década de los 40 y hasta el año del
"tacnazo", un fallido golpe de estado que ocurrió en Chile el 21 de
octubre de 1969, (donde un grupo de oficiales liderados por el General Roberto
Viaux, se acuarteló en el Regimiento “Tacna” de Santiago para exigir mejoras
salariales y profesionales para el Ejército de Chile), sectores de la izquierda
chilena que habían participado en el Frente Popular, en el gobierno de Ibañez
desde el socialismo y el agrario laborismo, aún tenían cifradas esperanzas en
que una alianza entre nacionalistas, militares y la izquierda, era el mejor
camino de un proyecto nacional de desarrollo para los trabajadores, bajo un
modelo de Estado fuerte y dirigista. Al respecto en conversaciones con viejos
militantes socialistas cercanos al modelo nasserista, me ratifican que algunos
de ellos a modo personal, participaron del intento de golpe de Viaux y que
veían en este movimiento una alternativa al demoliberalismo de la izquierda
histórica, de la falange y de la derecha tradicional.
Sin embargo las acciones de
sabotaje y terroristas de Patria y Libertad antes y durante la UP, el golpe de
estado de 1973 y las acciones y alianzas del nacionalismo con los servicios de
seguridad del pinochetismo, le quitaron, si alguna vez las tuvo, a la totalidad
de sus vertientes todas las cartas de nobleza que podían catapultarlo en
alianza con una izquierda antiliberal, a ser una alternativa al liberalismo
mercantil democrático .
Pero también la izquierda
chilena perdió sus cartas de nobleza, por una parte ha abandonado todo tipo de
proyecto de carácter estatal y de desarrollo, para terminar subsumida en
distintas variantes del liberalismo parlamentario y del neo liberalismo, esto
especialmente a partir de la influencia de los dirigentes que volvieron del
exilio y de los sectores socialistas más liberales como el laguismo, el
socialismo proveniente de la democracia cristiana (influencia directa del MAPU)
y el tercerismo alemán. A su vez el Partido Comunista que seguía levantado
hasta el año 2005, una alternativa o tercera vía a los liberalismos en pugna,
ha vuelto a sus alianzas demoliberales históricas con los sectores socialistas
liberales, tal cual lo hizo en la década de los 40 con sectores anti
nacionalistas y anti socialistas, lo que lo ha colocado claramente en el ala
izquierda de la socialdemocracia liberal.
Los planteamientos de Allende
que provenían como matriz cultural de la visión estatal desarrollista tanto del
radicalismo o socialismo democrático, de la propia izquierda marxista, como del
nacionalismo de los años 40, ha quedado en definitiva como un recuerdo
fantasmagórico de lo que alguna vez la izquierda chilena levantó como proyecto.
4.- ¿Entonces porqué una Izquierda
Nacional?
La respuesta es simple, hoy
la ultra derecha pinochetista y sus sectores transformistas, como la izquierda
demoliberal en su conjunto, están unificadas en la administración del modelo
financiero y monetarista. No hay alternativa política que coordine y levante
una alternativa real a los liberalismos en pugna, al demoliberalismo de la
izquierda socialista y comunista y al neoliberalismo democristiano y
neopinochetista, en suma a la estrategia improductiva y usurera de la burguesía
financiera quien ha supeditado a la totalidad de clases, fracciones y sectores
socio económicos de la vida nacional a sus intereses particulares. Y hoy ya no
sólo desde los poderes fácticos de los grupos financieros y corporativos de la
clase patronal sino también desde el gobierno que han recuperado después de 20
años de administración socialdemócrata liberal.
De esta manera se hace
urgente la construcción de una Izquierda Nacional, capaz de tomar en sus manos
tanto la memoria y herencia cultural, la historia doctrinaria y política de los
destacamentos más consecuentemente antiliberales de la historia de Chile y con
vocación profunda de construcción de un Estado Nacional fuerte, especialmente
las ideas y acciones que van desde los años 20 al 70 del siglo pasado, al mismo
tiempo que limpiando esta historia de los sectores y destacamentos vacilantes y
recalcitrantes o terroristas, reactualizando en el ámbito político y económico
sus propuestas estratégicas.
A propósito de las
reactualizaciones, no es azaroso que en la pasada campaña presidencial, el
candidato opositor a Frei y Piñera, Enríquez-Ominami, que si bien proviene del
liberalismo socialdemócrata, haya puesto énfasis en la defensa de trabajadores
en general como creadores de la riqueza y a los sectores más tradicionales, por
ejemplo los productores del agro en particular, como así también que su jefe de
Campaña, Max Marambio haya invocado un rol aún más fuerte del Gobierno como
brazo operativo de un Estado con mayor capacidad regulatoria y fiscalizadora de
los mercados. Como así también no es azaroso, que un contingente de al menos 8%
de la votación derechista lo haya respaldado, lo más probable es que sean
aquellos sectores que no se identifican con la izquierda histórica, pero
tampoco con el libremercadismo a ultranza de RN y de la UDI, es decir los
sectores antiliberales históricos no izquierdistas y más apegados a la
tradición nacionalista y antipinochetista. En esa incipiente alianza se
vislumbra una relativa recuperación de la memoria histórica, de las ideas y
acción política de los sectores más críticos del demoliberalismo y del
mercantilismo.
A mi juicio, es necesario hoy
tomar los elementos esenciales de los que fuera la propuesta Radical, Socialista,
Nacional y Desarrollista de puesta en marcha de un Estado Co-inversor gestor,
fiscalizador y propulsor de la economía nacional como industrialización,
desarrollo hacia adentro y producción y distribución de la riqueza para las
grandes mayorías nacionales, donde el gobierno sea el brazo político capaz de
ejecutar las tareas estratégicas. Considerando, por supuesto, la globalización
cultural, económica y política en la que vivimos actualmente, producto
justamente de la internacionalización a gran escala del capital financiero.
Se trata a su vez de
establecer las clases, fracciones de clases, y los sectores y grupos sociales
que han sido supeditados económica y políticamente al modelo de Chicago: los
sectores populares expropiados de todo fruto del crecimiento, los trabajadores
manuales e intelectuales, los nuevos proletarios del retail y de las ventas,
los micro, pequeños y medianos empresarios, los empresarios del Agro y del
sector exportador, las Fuerzas Armadas y en especial el Ejército profesionalizado,
con su enorme acumulación de elementos técnicos y teóricos de planificación y
logística, considerar a los grupos económicos con fuerte presencia productiva o
susceptibles de realizar re conversión y a los partidos políticos con vocación
de servicio público y formación de cuadros profesionales y técnicos de
intervención social en todas las áreas de la economía.
5.- La propuesta
concertacionista de los últimos 20 años ha fracasado. No reformó el modelo neo
liberal ni construyó un Estado Social, pero en lo estratégico no logró como
propuesta socialdemócrata real, el reconocer dentro de nuestro país la
existencia de la “lucha de clases, como un fenómeno innegable abogando por su
sustitución, mediante una política integracionista de carácter social y nacional",
como lo planteara Von Mareés y los sectores socialistas históricos en la década
de los 40 bajo los regímenes radicales más progresistas.
La concertación no quiso
romper con la hegemonía de la burguesía financiera sobre la totalidad de las
clases, y grupos sociales de la Nación. De esta manera le hace entrega a la
misma burguesía financiera liderada por su máximo financista y el hombre más
rico de Chile, del gobierno de la República. No podría haber sido de otro modo
pues la propia concertación no fue capaz ni deseo representar y traspasar poder
a los grupos y clases subalternas al modelo financiero.
Hoy el gobierno de la
burguesía financiera y de los poderes fácticos y corporativos de la clase
patronal, tiene un margen de maniobra estrecho para optimizar el modelo y si
bien aboga por un abstracto gobierno de Unidad Nacional, sólo podrá aplicar el
modelo neoliberal y monetarista más ortodoxo, reproduciendo los antagonismos y
problemas estratégicos de la lucha de clases del período anterior. Frente a
esta realidad, no es para nada absurdo ni utópico, dado la creciente
descomposición del modelo libremercadista, que los amplios sectores sociales ya
descritos y los destacamentos de todo signo con mayor vocación estatal y de
intervención, vía un modelo de mayor productivismo y redistribución de los
frutos del crecimiento, comiencen a nuclearse para llevar adelante los
verdaderos cambios estructurales que Chile requiere imperiosamente.
(1) Bragassi Hurtado, Juan;
La Historia de la Vanguardia Popular Socialista .
(2) “Terremoto de Chillán”;
Revista Ercilla; N° 195; enero de 1939.
(3) Ibíd 1.
(4) Chamudes, Marcos;
“Cuidado no me desmienta”; editorial Alonso de Ovalle, 1954; pp.11 a la 112.
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