martes, 30 de julio de 2013

Historia del Movimiento Nacional Socialista de CHILE



MOVIMIENTO NACIONAL SOCIALISTA DE CHILE

Movimiento político creado el 5 de abril de 1932 y extinto en 1938. Originado como un verdadero reflejo local de los partidos fascistas de Italia y nazistas de Alemania, fue fundado entre otros, por el abogado Jorge González Von Mareés y Carlos Keller.


En las elecciones parlamentarias de 1937, obtuvo tres diputados. En 1938 el MNSCH, junto a otras agrupaciones forma la Alianza Popular Libertadora, y apoya la candidatura de Carlos Ibáñez del Campo. A comienzos de 1939, el Movimiento Nacional Socialista de Chile, se reestructuró y tomó el nombre de Vanguardia Popular Socialista.

jueves, 25 de julio de 2013

La imperiosa necesidad de una Izquierda Nacional en CHILE




Por Fesal Chain


El gobierno popular de Salvador Allende tuvo como estrategia central la autonomía económica de Chile entendida como la segunda independencia nacional. Provenía esta idea fundante no sólo del socialismo histórico, sino de las alianzas que este socialismo había realizado en y con los gobiernos radicales. Si bien Salvador Allende provenía del mundo demoliberal y parlamentario, fue un sujeto histórico capaz de recoger la herencia cultural de vastos sectores a los que los unía un fuertísimo denominador común: el proyecto estratégico de desarrollo nacional contra el mercantilismo y el liberalismo de la derecha tradicional chilena. Del punto de vista histórico hay muchísimas evidencias de que la conformación del proyecto de la Unidad Popular es la continuación de una propuesta anti mercantil de desarrollo económico y social, donde el Estado y el Gobierno como brazo operacional del primero, fuera capaz de dirigir la economía y de sentar las bases de alianzas sociales y políticas por el desarrollo económico y social de las mayorías trabajadoras.


1.- Radicales, Socialistas y Nacionalistas

Al respecto, los antecedentes históricos de la alianza política entre socialistas y nacionalistas (ambos doctrinariamente anti liberales), bajo los regímenes radicales, en la década de los años 30 y 40 son evidentes. Como antecedentes:

"...A mediados del mes de enero de 1939, el Movimiento Nacional Socialista (MNS), ya en algo recuperado de los luctuosos acontecimientos del 5 de septiembre (Matanza del Seguro Obrero. Nota del Autor.), y después de un congreso nacional de dirigentes, pasa a denominarse Vanguardia Popular Socialista, cuyas siglas fueron VPS.(...)Con la Vanguardia, Jorge González Von Mareés, pasa a reconocer dentro de nuestro país la existencia de la “lucha de clases, como un fenómeno innegable” (Declaración pública de la VPS, 1939), abogando en el plazo inmediato por su sustitución, mediante una política integracionista de carácter social y nacional". (1)

(...)Días después del triunfo del Frente Popular, el 24 de enero de 1939, ocurre el terremoto de Chillán, tragedia que dejó un pasmoso saldo de 30 mil muertos, 40.000 heridos y 10.000 casas destruidas. Unido el país ante el dantesco siniestro, comenzaron los esfuerzos de recuperación de las zonas afectadas, las cuales se encontraban aisladas e incomunicadas. “(…) Sin teléfonos, sin telégrafos, sin medicinas, sin víveres, en medio del pavor, medio millón de chilenos amaneció el 25 en mitad de una espantosa catástrofe (…)” (2)

"La Vanguardia Popular Socialista, mediante su voluntariado, prestó una activa colaboración en estas tareas, realizando un importante papel, por ejemplo, en el ámbito de las comunicaciones a través de su militante Pedro del Campo, hecho que le valió su reconocimiento público. Así comienza, en el ámbito práctico, un intenso contacto político entre el sector vanguardista y el frente popular, muy especialmente con el Partido Socialista, a través del dirigente de esa colectividad Oscar Schnake.

Cuando se estructuraba el nuevo gobierno, y quizás por la colaboración dada por el nacismo hacia el triunfo del abanderado del Frente Popular, esta alianza le ofertó una serie de cargos públicos, aceptándose solamente los puestos del dirección del Registro Civil y la Conserjería de la Casa de Crédito Agrario, puestos que fueron administrados respectivamente, por los vanguardistas Felipe lazo Pérez Cotapos y Gustavo Vargas Molinare".(3)

“(…) Don Pedro fue leal con todas las fuerzas políticas que lo eligieron Presidente, así como también con los ibañistas de la Vanguardia Popular Socialista de don Jorge González Von Mareés (…) El espíritu realizador de don Pedro Aguirre Cerda lo llevó muchas veces a designar en cargos importantes a hombres de otras tiendas, considerando tan solo su capacidad. Entre ellos recordamos a Guillermo del Pedregal, Roberto Vergara y tantos otros.” (4)

"Pocos días antes de cumplirse el primer aniversario de la masacre del seguro obrero, ocurrió un acontecimiento impensado y hoy olvidado de los libros históricos nacionales. En una concentración realizada en el Teatro Carrera, el Jefe de la Vanguardia Popular pronunciará un discurso ante sus cuadros, el cual culminará con un fraternal abrazo entre este y el dirigente socialista Marmaduke Grove. Así mismo, el 3 de septiembre de 1939, en el barrio cívico de la ciudad de Santiago de Chile, se desarrollará una multitudinaria concentración pública, la cual reunirá a los cuadros de la VPS y una delegación de las “camisas de acero” del partido socialista.

En cuanto al trabajo parlamentario, los tres diputados ahora vanguardistas ( González, Guarello y Molinare), lograrán la aprobación de iniciativas, tales como: el proyecto de ley para la creación de corporaciones de reconstrucción y fomento ( futura CORFO); la incorporación de un impuesto extraordinario a las empresas cupríferas norteamericanas establecidas en nuestro territorio (hoy conocido como “royalty”); la suspensión momentánea del pago de la deuda externa; más la consideración del establecimiento de un área exclusiva para la explotación marítima nacional ( conocida en el presente, como las “ 200 millas)”. (5) Otro elemento constitutivo de la relativa continuidad de la Unidad Popular con respecto a la doctrina común de nacionalistas y la izquierda en relación al rol del Estado es el proyecto de nacionalización del cobre: " Años más tarde, en 1940, González von Marées propuso la "nacionalización del cobre y del salitre"; dicho proyecto sería aprobado recién el 11 de julio de 1971 por el gobierno de Salvador Allende siendo uno de los principales hitos de la historia nacional". (6)

1.1.- Algunas distinciones

Es más que evidente que con lo anterior no estoy afirmando que la izquierda chilena se haya constituido a partir del pensamiento nacionalista ni nacista ni haya tan fuertemente influido por estos,como lo plantea Víctor Farías, sino pretendo demostrar que en la historia de Chile, la Izquierda Chilena tuvo, más allá de las diferencias ideológicas y de los conflictos internacionales, períodos importantes en que hizo primar su concepción anti liberal y de amplios acuerdos con todos aquellos sectores que también postulaban su oposición activa al liberalismo mercantilista y su apoyo irrestricto al rol del Estado como inversor, gestor y fiscalizador de la economía en su conjunto para beneficio de amplios grupos sociales mayoritarios.


2.- El Nacionalismo y La Izquierda antes y después del Golpe de Estado de 1973

Los sectores nacionalistas actualizados en Patria y Libertad y en el Partido Nacional, promovieron activamente la sedición, el sabotaje, la caída de Allende y el Golpe de Estado de 1973. Sus dirigentes más connotados fueron partícipes y protagonistas de la dictadura y muchos de sus cuadros fueron activos militantes de los Servicios de Seguridad: DINA Y CNI, y uno de sus líderes Pablo Rodriguez Grez llegó a ser abogado del Dictador Pinochet en pleno siglo XXI.

Pero también existen evidentes signos históricos que una parte importante del nacionalismo, pasado los sucesos de defenestración del General Leigh en 1978, fueron opositores a la dictadura pinochetista, especialmente en lo que respecta al modelo económico neo liberal importado de Chicago y promovido por el gremialismo UDI de Jaime Guzmán, que ya había girado desde el pensamiento nacionalista corporativista de Primo de Rivera al liberalismo económico de Chicago.

Como elementos adicionales a la confrontación del modelo económico entre duros y blandos (nacionalistas y gremialistas) hay suficiente material del rol directa y francamente represor que cumplió Jaime Guzmán sobre los destacamentos civiles tanto al interior como fuera del régimen, y de ahí se explica a su vez, su fuerte oposición a Manuel Contreras y a los aparatos de seguridad del régimen dictatorial que estaban fuertemente influenciados por el pensamiento nacionalista más ultrista y anticomunista y de carácter lumpérico.

Algunos documentos nacionalistas plantean también que el cruel y alevoso asesinato de Tucapel Jiménez, por ejemplo, fue más bien el aprovechamiento político por parte de los sectores pinochetistas de la dictadura, de una reyerta interna entre el pinochetismo y el nacionalismo, siendo Tucapel Jiménez un connotado líder nacionalista antipinochetista y antidictadura.

Por otra parte ya en 1986 aproximadamente, Roberto Thieme, uno de los lideres más connotados de Patria y Libertad, plantea públicamente en la Revista Análisis que era necesario formar parte del Movimiento Democrático Popular en la lucha contra la dictadura y siguió manteniendo una clara oposición al régimen y al liberalismo tanto de izquierda como de derecha. Una especie de tercera posición doctrinaria, aún cuando en su vida privada mantuvo estrechos lazos con la derecha chilena y con la familia Pinochet por consideraciones sentimentales y afectivas. Al respecto es recomendable leer el libro escrito por el periodista Manuel Salazar: El Rebelde de Patria y Libertad, de Sociedad Editorial Mare Nostrum.


3.- La izquierda y su vocación estatal, nacional y popular hoy

Propugnar hoy día un alianza entre sectores nacionalistas y la izquierda, al estilo de la década del 40, es un contrasentido político y ético, especialmente si consideramos la historia de la década del 70. Probablemente en la década de los 40 y hasta el año del "tacnazo", un fallido golpe de estado que ocurrió en Chile el 21 de octubre de 1969, (donde un grupo de oficiales liderados por el General Roberto Viaux, se acuarteló en el Regimiento “Tacna” de Santiago para exigir mejoras salariales y profesionales para el Ejército de Chile), sectores de la izquierda chilena que habían participado en el Frente Popular, en el gobierno de Ibañez desde el socialismo y el agrario laborismo, aún tenían cifradas esperanzas en que una alianza entre nacionalistas, militares y la izquierda, era el mejor camino de un proyecto nacional de desarrollo para los trabajadores, bajo un modelo de Estado fuerte y dirigista. Al respecto en conversaciones con viejos militantes socialistas cercanos al modelo nasserista, me ratifican que algunos de ellos a modo personal, participaron del intento de golpe de Viaux y que veían en este movimiento una alternativa al demoliberalismo de la izquierda histórica, de la falange y de la derecha tradicional.

Sin embargo las acciones de sabotaje y terroristas de Patria y Libertad antes y durante la UP, el golpe de estado de 1973 y las acciones y alianzas del nacionalismo con los servicios de seguridad del pinochetismo, le quitaron, si alguna vez las tuvo, a la totalidad de sus vertientes todas las cartas de nobleza que podían catapultarlo en alianza con una izquierda antiliberal, a ser una alternativa al liberalismo mercantil democrático .

Pero también la izquierda chilena perdió sus cartas de nobleza, por una parte ha abandonado todo tipo de proyecto de carácter estatal y de desarrollo, para terminar subsumida en distintas variantes del liberalismo parlamentario y del neo liberalismo, esto especialmente a partir de la influencia de los dirigentes que volvieron del exilio y de los sectores socialistas más liberales como el laguismo, el socialismo proveniente de la democracia cristiana (influencia directa del MAPU) y el tercerismo alemán. A su vez el Partido Comunista que seguía levantado hasta el año 2005, una alternativa o tercera vía a los liberalismos en pugna, ha vuelto a sus alianzas demoliberales históricas con los sectores socialistas liberales, tal cual lo hizo en la década de los 40 con sectores anti nacionalistas y anti socialistas, lo que lo ha colocado claramente en el ala izquierda de la socialdemocracia liberal.

Los planteamientos de Allende que provenían como matriz cultural de la visión estatal desarrollista tanto del radicalismo o socialismo democrático, de la propia izquierda marxista, como del nacionalismo de los años 40, ha quedado en definitiva como un recuerdo fantasmagórico de lo que alguna vez la izquierda chilena levantó como proyecto.


4.- ¿Entonces porqué una Izquierda Nacional?

La respuesta es simple, hoy la ultra derecha pinochetista y sus sectores transformistas, como la izquierda demoliberal en su conjunto, están unificadas en la administración del modelo financiero y monetarista. No hay alternativa política que coordine y levante una alternativa real a los liberalismos en pugna, al demoliberalismo de la izquierda socialista y comunista y al neoliberalismo democristiano y neopinochetista, en suma a la estrategia improductiva y usurera de la burguesía financiera quien ha supeditado a la totalidad de clases, fracciones y sectores socio económicos de la vida nacional a sus intereses particulares. Y hoy ya no sólo desde los poderes fácticos de los grupos financieros y corporativos de la clase patronal sino también desde el gobierno que han recuperado después de 20 años de administración socialdemócrata liberal.

De esta manera se hace urgente la construcción de una Izquierda Nacional, capaz de tomar en sus manos tanto la memoria y herencia cultural, la historia doctrinaria y política de los destacamentos más consecuentemente antiliberales de la historia de Chile y con vocación profunda de construcción de un Estado Nacional fuerte, especialmente las ideas y acciones que van desde los años 20 al 70 del siglo pasado, al mismo tiempo que limpiando esta historia de los sectores y destacamentos vacilantes y recalcitrantes o terroristas, reactualizando en el ámbito político y económico sus propuestas estratégicas.

A propósito de las reactualizaciones, no es azaroso que en la pasada campaña presidencial, el candidato opositor a Frei y Piñera, Enríquez-Ominami, que si bien proviene del liberalismo socialdemócrata, haya puesto énfasis en la defensa de trabajadores en general como creadores de la riqueza y a los sectores más tradicionales, por ejemplo los productores del agro en particular, como así también que su jefe de Campaña, Max Marambio haya invocado un rol aún más fuerte del Gobierno como brazo operativo de un Estado con mayor capacidad regulatoria y fiscalizadora de los mercados. Como así también no es azaroso, que un contingente de al menos 8% de la votación derechista lo haya respaldado, lo más probable es que sean aquellos sectores que no se identifican con la izquierda histórica, pero tampoco con el libremercadismo a ultranza de RN y de la UDI, es decir los sectores antiliberales históricos no izquierdistas y más apegados a la tradición nacionalista y antipinochetista. En esa incipiente alianza se vislumbra una relativa recuperación de la memoria histórica, de las ideas y acción política de los sectores más críticos del demoliberalismo y del mercantilismo.

A mi juicio, es necesario hoy tomar los elementos esenciales de los que fuera la propuesta Radical, Socialista, Nacional y Desarrollista de puesta en marcha de un Estado Co-inversor gestor, fiscalizador y propulsor de la economía nacional como industrialización, desarrollo hacia adentro y producción y distribución de la riqueza para las grandes mayorías nacionales, donde el gobierno sea el brazo político capaz de ejecutar las tareas estratégicas. Considerando, por supuesto, la globalización cultural, económica y política en la que vivimos actualmente, producto justamente de la internacionalización a gran escala del capital financiero.

Se trata a su vez de establecer las clases, fracciones de clases, y los sectores y grupos sociales que han sido supeditados económica y políticamente al modelo de Chicago: los sectores populares expropiados de todo fruto del crecimiento, los trabajadores manuales e intelectuales, los nuevos proletarios del retail y de las ventas, los micro, pequeños y medianos empresarios, los empresarios del Agro y del sector exportador, las Fuerzas Armadas y en especial el Ejército profesionalizado, con su enorme acumulación de elementos técnicos y teóricos de planificación y logística, considerar a los grupos económicos con fuerte presencia productiva o susceptibles de realizar re conversión y a los partidos políticos con vocación de servicio público y formación de cuadros profesionales y técnicos de intervención social en todas las áreas de la economía.

5.- La propuesta concertacionista de los últimos 20 años ha fracasado. No reformó el modelo neo liberal ni construyó un Estado Social, pero en lo estratégico no logró como propuesta socialdemócrata real, el reconocer dentro de nuestro país la existencia de la “lucha de clases, como un fenómeno innegable abogando por su sustitución, mediante una política integracionista de carácter social y nacional", como lo planteara Von Mareés y los sectores socialistas históricos en la década de los 40 bajo los regímenes radicales más progresistas.

La concertación no quiso romper con la hegemonía de la burguesía financiera sobre la totalidad de las clases, y grupos sociales de la Nación. De esta manera le hace entrega a la misma burguesía financiera liderada por su máximo financista y el hombre más rico de Chile, del gobierno de la República. No podría haber sido de otro modo pues la propia concertación no fue capaz ni deseo representar y traspasar poder a los grupos y clases subalternas al modelo financiero.

Hoy el gobierno de la burguesía financiera y de los poderes fácticos y corporativos de la clase patronal, tiene un margen de maniobra estrecho para optimizar el modelo y si bien aboga por un abstracto gobierno de Unidad Nacional, sólo podrá aplicar el modelo neoliberal y monetarista más ortodoxo, reproduciendo los antagonismos y problemas estratégicos de la lucha de clases del período anterior. Frente a esta realidad, no es para nada absurdo ni utópico, dado la creciente descomposición del modelo libremercadista, que los amplios sectores sociales ya descritos y los destacamentos de todo signo con mayor vocación estatal y de intervención, vía un modelo de mayor productivismo y redistribución de los frutos del crecimiento, comiencen a nuclearse para llevar adelante los verdaderos cambios estructurales que Chile requiere imperiosamente.





(1) Bragassi Hurtado, Juan; La Historia de la Vanguardia Popular Socialista .
(2) “Terremoto de Chillán”; Revista Ercilla; N° 195; enero de 1939.
(3) Ibíd 1.
(4) Chamudes, Marcos; “Cuidado no me desmienta”; editorial Alonso de Ovalle, 1954; pp.11 a la 112.


lunes, 22 de julio de 2013

El Principio de Justificación (El filisteo y la superficie del alma)





Por Velsungeland


El  hombre común, el filisteo, no puede reconciliarse con la muerte, y es así por lo cual fabrica innumerables filosofías y teologías. He aquí el principio de justificación. No cabe duda que ante la amarga persistencia de la fe en la inmortalidad, tenemos una prueba del terrible miedo a la muerte. el hombre ante el pensar schopenhaueriano es un animal metafísico, los demás animales desean sin metafísica,  todo en el desear del hombre es justificación; así el intelecto puede parecer a veces que guía a la voluntad, pero lo hace sólo como un guía que conduce a su amo.

En la conciencia, he ahí la superficie de nuestro espíritu, y en el inframundo, bajo el intelecto consciente, se encuentra la voluntad (consciente o inconsciente); que no es otra cosa que la extraña  esencia que hace entrar en movimiento las cosas. Es un esfuerzo, una fuerza vital persistente, una fuerza vital psíquica.

La voluntad es el principio de precisión, es quien pone en su justa medida el mundo en armonía. En esta voluntad de imperioso deseo elaboramos siempre filosofías y teologías para disfrazar nuestros deseos, para dejarnos secuestrar por nuestro propio ocultamiento; no necesitamos una cosa porque hemos hallado razones para ello, sino más bien que hemos hallado razones porque la necesitamos.

Esta es la forma operativa con la cual el filisteo reflexiona, con el principio de justificación; empero, el hombre común, el filisteo, no puede reconciliarse con la muerte, y es así por lo cual fabrica innumerables filosofías y teologías. He aquí el principio de justificación.

No cabe duda que ante la amarga persistencia de la fe en la inmortalidad, tenemos una prueba del terrible miedo a la muerte. el hombre ante el pensar schopenhaueriano es un animal metafísico, los demás animales desean sin metafísica, todo en el desear del hombre es justificación; así el intelecto puede parecer a veces que guía a la voluntad, pero lo hace sólo como un guía que conduce a su amo. en la conciencia, he ahí la superficie de nuestro espíritu, y en el inframundo, bajo el intelecto consciente, se encuentra la voluntad (consciente o inconsciente); que no es otra cosa que la extraña esencia que hace entrar en movimiento las cosas. Es un esfuerzo, una fuerza vital persistente, una fuerza vital psíquica.

La voluntad es el principio de precisión, es quien pone en su justa medida el mundo en armonía. En esta voluntad de imperioso deseo elaboramos siempre filosofías y teologías para disfrazar nuestros deseos, para dejarnos secuestrar por nuestro propio ocultamiento; no necesitamos una cosa porque hemos hallado razones para ello, sino más bien que hemos hallado razones porque la necesitamos.

Esta es la forma operativa con la cual el filisteo reflexiona, con el principio de justificación; empero, nadie se halla más sujeto a equivocarse que el que obra sólo por reflexión, amparado en los supuestos necesarios. 

La inteligencia en Schopenhauer se nos presenta como subordinada y como instrumento del deseo; y cuando intenta sustituir a la voluntad por medio de la justificación de carácter teológica o filosófica, viene la confusión. La inteligencia está destinada únicamente a conocer las cosas en cuanto ofrecen motivos para la voluntad. O, nadie se halla más sujeto a equivocarse que el que obra sólo por reflexión, amparado en los supuestos necesarios.



La inteligencia en Schopenhauer se nos presenta como subordinada y como instrumento del deseo; y cuando intenta sustituir a la voluntad por medio de la justificación de carácter teológica o filosófica, viene la confusión. La inteligencia está destinada únicamente a conocer las cosas en cuanto ofrecen motivos para la voluntad.

miércoles, 17 de julio de 2013

Una introducción al Nacional Anarquismo




Por Pablo Guillén


Tal y como yo lo concibo, el Nacional Anarquismo se basa en la agrupación en sociedades de personas con un ideal común, y no que intentan poner en común sus ideales.

A primera vista puede tacharse de pecar de excesivo utopismo, pero no más que cualquier otra tendencia que el grupo de poder no quiera permitir establecerse.

Como todo sistema, no goza de perfección: son evidentes los retrasos tecnológicos, médicos e industriales que, en un primer momento, seguramente provocaría la vida en poblaciones pequeñas, dispersas y desconectadas políticamente. Aun así, estoy seguro de dos puntos:

1.- La necesidad acabaría poniendo en común diversos intereses, por los que distintos grupos podrían cooperar para la resolución conjunta de dichas cuestiones.
2.- Lo que se tiene hoy, puede echarse en falta mañana, pero pasado no existe. Quién no accede a algo no lo añora y tiene su ausencia por la normalidad.

Es importante recalcar que, como en todo sistema de organización, el mantenimiento se garantiza con la compensación de sus carencias. Lo que esta forma política tiene que ofrecer, es la exaltación del individualismo mediante la supresión en lo posible de las leyes: ciudadanos que compartan reacciones, apetencias, puntos de vista y valores, podrían actuar independientemente del grupo sin incumplir ninguna ley moral de ninguno de los miembros del mismo, pues para todos son, de forma natural, es decir, sin imposición, las mismas. En otras palabras, no te preocupes de lo que vayas a hacer, quienes viven contigo lo harían igual.

Puede objetarse que no hay seres humanos idénticos los unos a los otros, entiéndase esto en un sentido no físico, y es cierto. No obstante los grupos no deberían reunirse por un global ideológico que cubra cada aspecto de la vida, sino por sus prioridades, o séase, por aquellos valores que le gustarían ver fundamentales y fomentados en su sociedad, en vez de impedidos o censurados, por ser los que garantizan su felicidad.

Así y todo, es la ley un hecho necesario. Es obvia la existencia de grupos cuyas motivaciones puedan ser disfuncionales y les impida una duración prolongada. De esto se sigue que sus integrantes busquen formar parte de otros grupos con mayor éxito, con la consiguiente mezcla de ideas políticas: los recién llegados no traerían de forma natural las normas no escritas de la sociedad receptora. Por lo tanto, sería necesario materializar, plasmar esas costumbres en leyes, para que los que no las comparten asuman su cumplimiento de forma voluntaria. Con ello, la ley estaría presente, pero para los ciudadanos fundadores no representaría carga alguna, por no ser un reglamento que recae sobre su cultura, sino su cultura que se convierte en reglamento. Sería un "actúo sin cohibición, pues, aun sin buscarlo, tengo la certeza de estar cumpliendo la ley en todo momento".

Con respecto a las relaciones intergrupales, cabe decir que esencialmente serían comerciales, científicas y en general amistosas, aunque requisito fundamental de que lo fueran, es el desligamiento de los pueblos a la tierra. La conciencia de propiedad que se sigue del Nacional Anarquismo es la siguiente:

Nada pertenece a nadie si no es porque se acepta de forma global que así sea. No existe la propiedad absoluta. De este modo, los recursos naturales se comparten de forma igualitaria y se dispone de ellos ocupen el territorio que ocupen.

Añadir, además, que las siguientes generaciones de la fundadora no tendrían por qué compartir el pensamiento de sus progenitores, y podrían marcharse a vivir a otros grupos junto a individuos que también podrían, con el tiempo, preferir un cambio político, estableciéndose así no sólo una relación de amistad mediante estos conocidos con las demas comunidades, sino una relación familiar, de consanguinidad.

El objetivo a conseguir es la desacralización de la cultura: ésta ya no debe entenderse en pasado, como algo a conservar y a convertir en doctrina, sino en presente y con miras al futuro, transformándose en algo maleable de forma activa, cuya modificación implique siempre funcionalidad (diferente para cada grupo), asegurando una rápida adaptación a las necesidades. Crear, digamos, una cultura plástica con capacidad para reconvertir lo que en un principio se le plantee como problema, a modo de herramienta para la convivencia.

Automáticamente puede presentarse en nuestra mente como el gran enemigo de esta idea, el imperialismo, que ya acabó con los pequeños pueblos una vez tras otra en la antigüedad. Empero, cabe decir que el Nacional Anarquismo ha de mantenerse unido en la diversidad, latiendo como elemento común en todos los individuos, tome la forma que sea su bandera; ya sea el comunismo, el anarquismo, el fascismo, el catolicismo, el islamismo, el judaísmo o cualquier otro ismo: todos quieren seguir viviendo como viven y comulgan en ello.

El enemigo de un pueblo es el enemigo de todos, pues no ataca a una sola sociedad, sino a toda una comunidad de sociedades, a su raíz común, a su posibilidad esencial: la libertad para ser y el respeto para que sean. Por eso se vive como individuo y se lucha como nacional anarquista.

Aquí se presenta el carácter ínfimamente prescriptivo de esta forma de la política. No se recomienda ningún sistema económico, político o religioso, de lo que se derivan infinitas posibilidades de organización, unidas todas ellas por un mismo principio fundamental: decide tu forma de vida sin imponerla a los demás, pidiendo tú a cambio solamente lo mismo.

viernes, 12 de julio de 2013

Anarquismo y Nación




Por Hans Cany


Desde hace ya algunos años, existe una pequeña pero crecientemente influyente minoría en los medios libertarios contemporáneos que se desarrolla a partir de unas pases juzgadas como “heréticas” por la mayoría. Esta minoría, cuya voz es cada día mas fuerte a pesar de los poderes, anarquistas y no anarquistas, interesados en silenciarla, apoya abiertamente las lucha de los pueblos por la soberanía, de los grupos étnicos, de las naciones e individuos, asignando a estas luchas un fuerte potencial como factores determinantes para la construcción de una sociedad más justa y liberada de la opresión capitalista. 

Esta tendencia “identitaria”, se caracteriza por una determinada “conciencia nacional”   en el seno de movimientos tradicionalmente conocidos como apátridas e internacionalistas, se constituye como un movimiento contestatario a la marcha forzada del mundo hacia un monocultivo global, una homogeneización, uniformización, de la humanidad animada por los intereses del Gran Capital Internacional, pero también  y sobre todo como una manifestación de la resistencia del pueblo a la autoridad oficial con el fin de preservar y hacer valer sus propios particularismos culturales y vitales. Tal es nuestra posición y creemos que ésta debería ser compartida por todos aquellos que posean ideales con una voluntad emancipadora, sea cual sea su tendencia.

Existe un gran número de anarquistas “ortodoxos” y de gente de “la izquierda” o de extrema-izquierda, que repudian este enfoque, no dudando en denunciarlo como una forma derivada del “anarco-nacionalismo”.   Se cierran en la idea preconcebida de que unos entusiasmos étnicos o nacionales de este tipo serían “básicamente conservadores e inevitablemente opresivos”, y que favorecerían sistemáticamente el desarrollo del racismo y el chauvinismo.

Estas dos posiciones friccionantes y aparentemente irreconciliables destacan en dos aspectos importantes de esta problemática, y su consideración permite definir las bases de una marcha que debe ser seguida para una mayor comprensión mutua o, incluso, para llegar a puntos de labor común. 

En primer lugar, por muchos   argumentos que pueden oponer los defensores de la tendencia “dominante” a sus disidentes “minoritarios”, serán siempre  los segundos y no los primeros los que permanecen fieles a la tradición libertaria más clásica. Una gran figura de esta tradición, el revolucionario ruso Michael Bakunnin, condenaba inequívocamente al “liberalismo” egoísta y destructivo que implican cada vez más los enfoques del anarquismo “mayoritario” actual, y se complacía en repetir, no sin razón, que el hombre es el animal más individualista y a la vez mas social de  la Naturaleza. Bakunnin reconocía que esta parte social del ser humano, se expresaba a través de dinámicas comunitarias de las tribus, de los clanes, de las culturas y de las naciones. Cada una de estas dinámicas comunitarias constituye un fenómeno único, no repetido en la historia y que aporta una contribución particular a la Humanidad.

Estas ideas también fueron claramente expuestas por otra gran figura del socialismo libertario, Gustav Landauer, alemán de origen judío nacido en 1870 e inspirador del sistema de “consejos de trabajadores” (o soviets). Fue asesinado en 1919 por los esbirros de la reacción, constituida por los cuerpos francos (Freikorps).

Gustav Landauer proclamó:

“Las difrencias nacionales son factores de primera importancia en las realizaciones que deben llevarse a cabo en la humanidad para aquellos que saben distinguir entre la abominable violencia oficial del hecho vigoroso, bello y pacífico de la Nación”.

Como  “nación”, del mismo modo que Bakunnin,  Landauer entendía una entidad cultural, y no a una entidad política. Y también como Bakunnin, se situaba a favor de la soberanía de los pueblos dentro de un contexto libertario y antiimperialista. Louis-Auguste Blanqui, miembro de la Comuna de París y  figura obstinada en las revoluciones de 1830 y de 1848, padre de la famosa sentencia de “Ni Dieu Ni Maître” (ni dios ni patria) tan significativa para todos los anarquistas, creía también en una conciencia nacional marcada. También fue el caso del teórico P.J. Proudhon, del socialismo libertario. 

Del mismo modo, la insurrección anarquista de los partidarios de Néstor Makhno en Ucrania (1918-21) revestía un innegable factor de lucha de liberación nacional, y también un marcadísimo sentimiento de la misma índole. Esa  confusión  tan actual y nada inocente que pretende asimilar al término Nación en el concepto de “Estado-Nación”, debe denunciarse de ahora en adelante. No debe continuar siendo atendida.

Por supuesto, en la actualidad no es necesario dedicar un culto idólatra a Bakunnin, Landauer, Blanqui, Proudhon o Makhno, los desafíos de que ellos enfrentaron son distintos a los de nuestros tiempos, pero sería bueno tener en cuenta  las ideas defendidas por estos grandes hombres del anarquismo. Sobre todo ahora, que bajo la influencia de unos prejuicios propios   del orden actual, de sus intereses, algunos “anarquistas”  de la tendencia dominante pretenden relegar este tipo de discurso a los cubos de basura de la Historia, un poco de reciclaje puede ser una importante labor higiénica.

En el futuro, cada vez más libertarios y contestatarios de todas las clases terminarán por reconocer en su justa medida la inevitable interdependencia que existe entre el individuo y las unidades orgánicas que constituyen el marcho en el que se desarrolla su vida: los vegetales, los animales, y la biosfera entera. Admitimos que estas unidades, constituyendo cada una de las comunidades,  tienen no  solamente que tienen  el derecho innegable a existir sino que también que son estructuras imprescindibles en su gran diversidad.    Y si esto es así, ¿qué las diferencia de las comunidades naturales de los seres humanos? ...

Los libertarios que rechazan los conceptos de identidad y de soberanía popular, y que se niegan a preocuparse por la supervivencia de culturas y etnias, no se basan en ninguna fuente del anarquismo “ortodoxo”, sino en necesidades e intereses de nuestro tiempo; y no siendo anarquistas, deberían ser considerados más bien, en base a sus objetivos y sus actos como sociogenocidas (“socio-genocidaires”).

Dicho esto, reconozcámoslo, la tendencia mayoritaria de los anarquistas “apátridas” a menudo ha tenido razón al destacar algunos aspectos potencialmente negativos del sentimiento étnico, racial y nacional. En efecto, ¿cómo evitar que este sentimiento degenere en conservadurismo social, o peor, a la aparición de reacciones violentas o incluso a la aplicación de medidas racialistas criminales promovidas por su paroxismo? 

¿Cuáles son los medios que permitirían trabajar para concebir un sistema que permita la coexistencia pacífica entre distintas nacionalidades, cada una beneficiándose de su propia autonomía, cada una cultivando su propia identidad y todas enriqueciendo con su aporte a la diversidad y la riqueza de la Humanidad? – o – ¿Qué nacionalismos son legítimos y qué nacionalismos no lo son? – Pero también – ¿quién puede decidir algo así? 

El nacionalismo Boer en Sudáfrica, por ejemplo, es una secuela manifiesta del colonialismo blanco y el Apartheid, y no una expresión de diversidad indígena. La misma cosa se puede ser dicha de los lealistas ingleses del norte de Irlanda, así como del Sionismo israelí, clara expresión vengativa del nacionalismo judío de fundamento religioso y racista. Pero todos estos son casos de nacionalismos falsos y explotadores o  de estados multiétnicos, en los que una Nación niega a otra.

Es allí donde se sitúan los verdaderos problemas, y las cuestiones que conviene plantearse en adelante. El fanatismo chauvinista que reina, entre otras cosas, en la antigua Yugoslavia y en algunas regiones de lo que fue la URRS, son un testimonio dramático de las desastrosas consecuencias que puede conllevar la imposición autoritaria de un Estado multiétnico en el que se obliga a comunidades distintas a cohabitar. Estas cuestiones ilustran también, por fuerza, lo que mucha gente de izquierda o de sensibilidades libertarias, denuncian en lo que llaman – a tientas – el “verdadero” nacionalismo, cuyas devastaciones observan con inquietud. Esta gente, de cuya sinceridad y buenos sentimientos no se puede dudar, permanece en realidad atrapada en unos prejuicios fuertemente inculcados desde los que creen que todo ideal nacionalista es indisociable del concepto de “Estado-Nación”, fundado sobre las bases del centralismo autoritario y de las relaciones de dominación. 

Esta visión reduccionista de las cosas se ha impuesto en los espíritus de muchas personas como un verdadero tópico que, aun cuando se basara en hechos reales,  lo centra todo en una imagen simplista de   unas clases dirigentes explotando las pasiones éticas y nacionalistas para mantenerse en el poder. Pero si se profundiza un poco, esta visión muestra todas las generalizaciones arbitrarias típicas en los fallos de interpretación.

No es la conciencia étnica o nacional en si misma lo que es fuente de conflictos entre pueblos, sino los que a veces pretenden  desviarla  e instrumentalizarla para su beneficio personal. No, no es la conciencia identitaria lo que oprime al pueblo, lo que destruye la libertad, lo que crea violencia, lo que enajena y niega al individuo, pero en cambio sí que hacen todo eso los gobiernos, las clases dirigentes, los partidos políticos del Sistema, las religiones represivas y universalistas, el espíritu de la jerarquía, la plutocracia y las desigualdades sociales basadas en factores exclusivamente materiales. En aquellos que unen su visión a la de Bakunin, Landauer, Blanqui, Proudhon y Makhno, los que apoyan a los pueblos del mundo, los que luchan en nombre de un nacionalismo de liberación, en todos aquellos que hoy se identifican como Nacional-Anarquistas o anarcoidentitarios, no existe ninguna relación con los “cripto-fascistas” o con los “nazis” como pretenden encasillarnos según qué individuos con unos modos  de terrorismo intelectual digno de los peores regímenes totalitarios. ¿Y en nombre de qué se atreven a  calificar algo   de “anarquista de derechas”, cuando esa definición se debe precisamente a que viven completamente inmersos en los prejuicios del sistema capitalista y pseudodemocrático actual?


Los Nacional-Anarquistas no son nada de todo eso que pretenden según quienes. Para comenzar no se sitúan ni a la izquierda ni a la derecha del Sistema, porque están fuera y en frente de él. Los anarcoidentitarios simplemente quieren incitar al pueblo, a los grupos afines y a los individuos para que se liberen de las instituciones opresivas y degradantes, con el fin de permitirles ir hacia la Unidad en la Diversidad. Y aquí volvemos a esto que Landauer designó como el principio de AUTODETERMINACIÓN. Allí se sitúa la clave del problema: Nada de “pequeño nacionalismo” oficial y centralizador, pero la autodeterminación nacional, la total libertad para los colectivos nacionales y las agrupaciones voluntarias de individuos para poder administrar ellos mismos sus propias vidas, en la medida que ese ejercicio de libertad no pise la de los demás.

La autodeterminación, del mismo modo que la autogestión, es la la esencia del ideal libertario, de una vida ajena a toda forma de tutela coercitiva. Es el núcleo del concepto de Libertad en el anarquismo, y la Libertad, como ya dijo Bakunnin, es indivisible: debe aplicarse a todos sin excepción, sin un solo fraude, sin ninguna máscara de privilegios, porque esto significaría el germen de una nueva tiranía. Nadie debe ser obligado a definirse  o a formar parte integrante de cualquier grupo étnico, nacional o cultural. Esta elección debe pertenecer al individuo y solo a él.

¿ABOLICION DE LAS FRONTERAS?

La cuestión de las fronteras entre distintos territorios, lleva también a debates apasionados. Obviamente, las fronteras políticas de los actuales Estados-Nación, que no tienen en cuenta las realidades históricas, lingüísticas, culturales y regionales, no son únicamente arbitrarias, sino sobre todo aberrantes y de todo  inaceptables. Pero si vamos a pedir la opinión a los indios de América, a los pueblos africanos o a los palestinos qué es lo que piensan de vivir en la completa ausencia de fronteras reconocidas, nos daremos cuenta de lo ilusas que son algunas actitudes.

Algunas personas piensan que la supresión de las fronteras, abriendo las puertas de los países industrializados a una inmigración en masa de las poblaciones pobres,   constituiría el remedio a todas las ya viejas injusticias.  Además de su carácter ciertamente irresponsable, esta idea, por generosa que pueda parecer a primera vista, no tiene en cuenta un hecho del todo evidente: los problemas sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos de los países del Tercer Mundo no se solucionarían con una fuga en masa de sus nacionales hacia los países “ricos”, sino al contrario. Para los países de recepción, el impacto en la Ecología, así como en sus sociedades, de un flujo migratorio de tamaña envergadura sería catastrófico. Y eso sin contar los desequilibrios etno-demográficos que generaría. En cualquier caso, sean cuales sean las políticas de inmigración que se tomen, Occidente tendrá tarde o temprano que enfrentar las consecuencias de su constante explotación de las naciones de África, Asia y América Latina.

La verdadera solución a las miserables condiciones que sufren los pueblos de estos tres continentes reside, como para cualquier otro pueblo, en una verdadera revolución social emancipadora, en su liberación de los yugos oscurantistas y teocráticos que los oprimen y en la conservación de sus particularismos etnoculturales más enriquecedores para ellos y para la Humanidad en su conjunto. La supresión de las fronteras es un tema actualmente muy extendido en la propaganda de los movimientos “radicales” de corte libertario o de extrema-izquierda. Con todo, este concepto implica evoluciones racistas, imperialismos y daños ecológicos devastadores que no suelen ser tomados en cuenta. Curiosamente, los neoliberales del Capital, tienden también a negar las fronteras y a fomentar la homogeneización de las identidades.

De fronteras se han creado muchas en el pasado y han acabado cayendo, otras se crearán en el futuro y volverán a caer y así en lo sucesivo. Y los pueblos  de  las distintas regiones del Mundo seguirán sufriendo cambios más o menos acentuados a lo largo de su existencia. Tales son los imperativos de la Historia. Todos los libertarios comparten  el internacionalismo, anti oficial por supuesto,  incluso por  los Nacional-Anarquistas, para los que solidaridad internacional es una palabra apreciada. Los problemas que implica  el mantenimiento de las fronteras actuales son evidentemente escandalosos para un pueblo sin soberanía reconocida como el de los vascos, los bretones, los corsos, los kurdos, cuyas tierras han sido expoliadas, ignoradas por líneas trazadas sobre un mapa; o también para los afroamericanos, que tienden cada vez más a constituirse en una nación separada del poder federal.

Los gobiernos y los estados no deben interponerse en el camino hacia la autodeterminación de pueblos o individuos. Y no deben existir fronteras que limiten la solidaridad, la ayuda mutua y la cooperación voluntaria. Así pues, la causa internacionalista, sobre este compromiso,  debe ser aplicado en el sentido más franco y equitativo: “nada de fronteras”, pero diciendo que no debe haber fronteras impuestas contra la voluntad  de los grupos humanos sin soberanía.


Por el rechazo de toda lógica genocida o asimilasionista, conviene luchar  por el etnopluralismo, por la diversidad de las culturas, lenguas y tipos raciales, por ser cada uno de ellos fundamento de la riqueza de la Humanidad. Por la solidaridad con los pueblos en lucha contra el imperialismo en el mundo, con viene optar por un internacionalismo sincero que, en vez de negar y rechazar las diferencias, las reconozca y las defienda.

miércoles, 10 de julio de 2013

La Vida como Mal (El Principio Schopenhaueriano de la Voluntad de Vivir)




Por Velsungeland


Todo en Schopenhauer se halla admirablemente centrado alrededor de la sentencia capital del mundo como Voluntad, y por ende, de esta forma, como catástrofe, y por lo tanto como miseria; viendo desde dentro intenta indagar en los astromapas de la naturaleza última de nuestros propios espíritus, creyendo que tan solo así hallaremos la clave del mundo exterior. El hombre en el pensamiento schopenahueriano se encuentra inmerso en la inexorable lucha por subsistir, y esta no es obra de la reflexión, sino más bien de la voluntad de la naturaleza denominada como voluntad de vivir.

Los mortales creen pensar que son atraídos por lo que ven, cuando en realidad son arrastrados por lo que sienten. Por el instinto. De esta forma comprendemos a la Voluntad como el único elemento permanente e inmutable de la psique. Es la esencia de lo humano. Mas, así como la voluntad es la causa universal en nosotros, lo es de la misma forma en las cosas; y mientras no comprendamos la causa como Voluntad, la causalidad será únicamente una fórmula mágica y mística realmente sin sentido.

La Voluntad en su último término es una voluntad de vivir, y su eterno enemigo es la muerte; de forma primera esta Voluntad de la Naturaleza es siempre una Voluntad de reproducción, pues la reproducción es el fin último de todo organismo y su instinto más fuerte. Y solo de este modo la Voluntad puede vencer a la muerte. Para Schopenhauer la relación de los sexos es realmente el común denominador de toda acción y conducta, transformándose así en el punto central del pensamiento humano, y señor del mundo. El amor aquí no es más que un engaño de la naturaleza.


El deseo es infinito, la satisfacción limitada; mas, nada es más fatal para un pensamiento que su realización; por lo cual, en cada individuo, la medida de dolor esencial para él ha sido determinada con su propia naturaleza. La vida es así un mal, porque el sufrimiento es su estímulo esencial y su realidad, siendo el placer sólo una sensación negativa del dolor. Toda maldita satisfacción en este mundo, o lo que comúnmente llaman los filisteos felicidad, es en realidad, y de forma eidética, únicamente una tendencia negativa.

Una aproximación al Pensamiento Eudemonológico




Por Velsungeland


En primera instancia, pudiésemos entender la voz eudemonología como el arte de hacer la vida lo más agradable y feliz posible, o entenderla como un eufemismo, entenderse entonces como un vivir menos desgraciado. Para Schopenhauer, como regla suprema de toda sabiduría de la vida es no el placer, sino la ausencia del dolor es lo que persigue el eudemonólogo. La vida no es para que se disfrute de ella, sino para que se desentienda uno de ella lo antes posible, así, el hombre más feliz es el que pasa la vida sin grandes dolores.

El filisteo, el necio, corre tras los placeres de la vida y encuentra una decepción; el sabio evita los males. Para el bienestar del individuo y hasta para toda su manera de ser, lo principal es lo que se encuentra o se produce en él, aquí reside su bienestar y su malestar; bajo esta forma se manifiesta primero el resultado de su sensibilidad, de su voluntad y de su pensamiento. Las cosas exteriores no ejercen influencia alguna sobre él, sino en cuanto que determinan estos fenómenos interiores.

El mundo es siempre solo un estado de ánimo, una representación, el mundo en que vive cada uno, depende de la manera de concebirlo, la cual difiere en cada filisteo. Por ende, un temperamento jovial y tranquilo, nacido de una salud perfecta; una razón lúcida, viva, penetrante y exacta; una voluntad moderada y dulce; y como resultado, una buena conciencia, son ventajas que ninguna categoría, ninguna riqueza puede reemplazar. Lo que un hombre es en soledad, es más esencial para él que lo que puede ser a los ojos de los demás.

La condición primera y más esencial para la felicidad de la vida es que existimos. Por lo cual, el Hombre ante Schopenhauer es menos susceptible de ser modificado por el mundo exterior de lo que generalmente se supone; sólo el tiempo omnipotente ejerce aquí su poder, las facultades físicas e intelectuales sucumben insensiblemente bajo sus ataques.

Lo que uno es contribuye más a la felicidad que lo que uno tiene o lo que uno representa; su individualidad le acompaña en todo tiempo y en todo lugar y tiñe con su matiz todos los acontecimientos de su vida. Pero lo que más que nada contribuye directamente a nuestra felicidad, es un humor jovial, porque esta buena cualidad encuentra inmediatamente su recompensa en sí misma. El que es alegre posee siempre motivos para serlo.


Por tanto, y para señalar uno de los motivos por los cuales mis errantes welsungos no se dejan observar es que en un grado superior del mal, no se necesita siquiera motivo; la sola permanencia del mal basta para determinarlo. Más, la actividad incesante de los pensamientos, su ejercicio siempre renovado en presencia de las manifestaciones diversas del mundo interior y exterior, pone al espíritu eminente fuera del alcance del tedio. Y a la vista de las hadas.