martes, 11 de septiembre de 2012

Pero (La evidencia del 11 S) - Mero


El Hit del día, para que los imberbes conmemoren la farsa del 9/11 en su aniversario número 11. DIFUNDE .


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Stratega

Pinochet y el paso del tiempo





Por José Miguel Serrano

Muchos historiadores, o al menos escritores sobre asuntos históricos, creen necesario aplicar juicios morales a la historia y distribuyen su elogio o reprobación con la solemne complacencia de un maestro de escuela primaria. Este es, sin embargo, un método necio, lo cual viene a demostrar que el instinto moralista puede ser llevado a unos niveles tan elevados de perfección, que hace su aparición cuando menos es requerido. 

Ninguna persona con verdadero sentido histórico se atrevería a reprobar a Julio César, regañar a Gengis Khan, o censurar a César Borgia. Esos personajes son como los intérpretes de una representación. Pueden llenarnos de admiración, terror o disgusto, pero no pueden hacernos daño. No están directamente relacionados con nosotros y por lo tanto no tenemos nada que temer de ellos. Han pasado a la esfera del arte, de la ciencia, o incluso de la literatura, y ni el arte ni la ciencia tienen como única meta la aprobación o desaprobación moral.

Así puede suceder algún día con Augusto Pinochet Ugarte, esa figura omnipresente de nuestra historia reciente. Por el momento, siento que él es demasiado actual para ser tratado con ese fino espíritu de curiosidad desinteresada, al que debemos tantos estudios de algunas controvertidas figuras del Renacimiento italiano, o incluso de la Antigüedad. Tendrá que pasar mucha “agua debajo del puente” antes de que un escritor - quizás del género dramático -, se atreva a rendirle una tangible consideración a quien fuera tan poderoso actor del acontecer nacional. Algo de esto, aunque de manera tangencial, ha ocurrido con las recientes declaraciones de don Patricio Aylwin sobre Pinochet y su rol en el acontecer nacional.

Ser inspirador para un drama podría considerarse, de alguna manera, mucho más importante que una simple realidad. Para comprobar esto, bastaría estudiar ciertos personajes históricos de Shakespeare, como el usurpador Ricardo III, quien bajo la pluma del genial autor británico se transforma en un individuo tremendamente vigoroso, aunque poco sutil. Es famosa la exclamación shakesperiana de Ricardo, que busca una nueva cabalgadura al final de la batalla de Bosworth en 1485, poco antes de su muerte: “Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo”. Todo, con tal de aferrarse al poder.

Indudablemente, las heridas en Chile son recientes y obnubilan la visión. Mucho de esto también se dio con Bernardo O’Higgins, quien había despertado grandes odiosidades durante su gobierno autoritario, las que tardaron más de medio siglo en atenuarse y desaparecer después de su abdicación, en 1823. Pero ni O’Higgins, ni Pinochet, retuvieron el poder hasta la muerte.

miércoles, 29 de agosto de 2012

La Guerra: Manifestación Visible de la Enemistad





Por Carl Schmitt


Los conceptos de amigo y enemigo deben tomarse en su sentido concreto y existencial; no como metáforas o símbolos; no entremezclados y debilitados mediante concepciones económicas, morales o de otra índole; menos todavía psicológicamente y en un sentido privado-individualista como expresión de sentimientos y tendencias privadas. No son contraposiciones normativas ni "puramente espirituales". El liberalismo, con su típico dilema entre espíritu y economía (a ser tratado más adelante), ha intentado diluir al enemigo convirtiéndolo en un competidor por el lado de los negocios y en un oponente polemizador por el lado espiritual. Dentro del ámbito de lo económico ciertamente no existen enemigos sino tan sólo competidores y en un mundo absolutamente moralizado y ético quizás sólo existan adversarios que polemizan. Sin embargo, que se lo considere — o no — detestable; y, quizás, que hasta se quiera ver un remanente atávico de épocas bárbaras en el hecho de que los pueblos todavía siguen agrupándose realmente en amigos y enemigos; o bien que se anhele que la diferenciación desaparecerá algún día de la faz de la tierra; o que quizás sea bueno y correcto fingir por razones pedagógicas que ya no existen enemigos en absoluto; todo eso está aquí fuera de consideración. Aquí no se trata de ficciones y normatividades sino de la realidad existencial y de la posibilidad real de esta diferenciación. Se podrán compartir — o no — las esperanzas o las intenciones pedagógicas mencionadas; pero que los pueblos se agrupan de acuerdo a la contraposición de amigos y enemigos, que esta contraposición aún hoy todavía existe y que está dada como posibilidad real para todo pueblo políticamente existente, eso es algo que de modo racional no puede ser negado.

El enemigo no es, pues, el competidor o el opositor en general. Tampoco es enemigo un adversario privado al cual se odia por motivos emocionales de antipatía. "Enemigo" es sólo un conjunto de personas que, por lo menos de un modo eventual, esto es: de acuerdo con las posibilidades reales puede combatir a un conjunto idéntico que se le opone. Enemigo es solamente el enemigo público, porque lo que se relaciona con un conjunto semejante de personas — y en especial con todo un pueblo — se vuelve público por la misma relación. (...)

Al enemigo en el sentido político no hay por qué odiarlo personalmente y recién en la esfera de lo privado tiene sentido amar a nuestro "enemigo", vale decir: a nuestro adversario. La mencionada cita bíblica no pretende eliminar otras contraposiciones como las del bien y del mal, o la de lo bello y lo feo, por lo que menos aún puede ser relacionada con la contraposición política. Por sobre todo, no significa que se debe amar a los enemigos del pueblo al que se pertenece y que estos enemigos deben ser apoyados en contra del pueblo propio.

La contraposición política es la más intensa y extrema de todas, y cualquier otra contraposición concreta se volverá tanto más política mientras más se aproxime al punto extremo de constituir una agrupación del tipo amigo-enemigo.

(...)En primer lugar, todos los conceptos, ideas y palabras políticas poseen un sentido polémico; tienen a la vista una rivalidad concreta; están ligadas a una situación concreta cuya última consecuencia es un agrupamiento del tipo amigo-enemigo (que se manifiesta en la guerra o en la revolución); y se convierten en abstracciones vacías y fantasmagóricas cuando esta situación desaparece. Palabras como Estado, república, sociedad, clase, y más allá de ellas: soberanía, Estado de Derecho, absolutismo, dictadura, plan, Estado neutral o total, etc. resultan incomprensibles si no se sabe quien in concreto habrá de ser designado, combatido, negado y refutado a través de una de ellas. El carácter polémico domina sobre todo, incluso sobre el empleo de la misma palabra "político"; tanto si se califica al oponente de "impolítico" (en el sentido de divorciado de la realidad o alejado de lo concreto) como si, a la inversa, alguien desea descalificarlo denunciándolo de "político" para colocarse a si mismo por sobre él auto-definiéndose como "apolítico". (...)

Al concepto de enemigo y residiendo en el ámbito de lo real, corresponde la eventualidad de un combate. En el empleo de esta palabra hay que hacer abstracción de todos los cambios accidentales, subordinados al desarrollo histórico, que ha sufrido la guerra y la tecnología de las armas. La guerra es el combate armado entre unidades políticas organizadas; la guerra civil es el combate armado en el interior de una unidad organizada (unidad que se vuelve, sin embargo, problemática debido a ello). Lo esencial en el concepto de "arma" es que se trata de un medio para provocar la muerte física de seres humanos. Al igual que la palabra "enemigo", la palabra "combate" debe ser entendida aquí en su originalidad primitiva esencial. No significa competencia, ni el "puramente espiritual" combate dialéctico, ni la "lucha" simbólica que, al fin y al cabo, toda persona siempre libra de algún modo porque, ya sea de una forma o de otra, toda vida humana es una "lucha" y todo ser humano un "luchador". Los conceptos de amigo, enemigo y combate reciben su sentido concreto por el hecho de que se relacionan especialmente con la posibilidad real de la muerte física y mantienen esa relación. La guerra proviene de la enemistad puesto que ésta es la negación esencial de otro ser. La guerra es solamente la enemistad hecha real del modo más manifiesto. No tiene por qué ser algo cotidiano, algo normal; ni tampoco tiene por qué ser percibido como algo ideal o deseable. Pero debe estar presente como posibilidad real si el concepto de enemigo ha de tener significado.

Consecuentemente, de ninguna manera se trata aquí de sostener que la existencia política no es más que una guerra sangrienta y cada acción política una operación de combate militar; como si cada pueblo estuviese ininterrumpida y constantemente puesto ante la alternativa de amigo o enemigo en su relación con cualquier otro pueblo y lo correcto en política no pudiese residir justamente en evitar la guerra. La definición de lo político aquí expuesta no es ni belicista, ni militarista, ni imperialista, ni pacifista. Tampoco constituye un intento de presentar a la guerra victoriosa, o a la revolución triunfante, como un "ideal social", ya que ni la guerra ni la revolución constituyen algo "social" o "ideal".

El combate militar en si mismo no es la "continuación de la política por otros medios" como reza la famosa frase, generalmente mal citada, de Clausewitz. [25] El combate militar, en tanto guerra, tiene sus propios puntos de vista y sus propias reglas estratégicas, tácticas y demás, pero todas ellas dan por establecido y presuponen que la decisión política de definir quién es el enemigo ya ha sido tomada. En la guerra los contendientes se enfrentan como tales, normalmente hasta diferenciados por medio de un "uniforme", y por ello la diferenciación de amigo y enemigo ya no constituye un problema político que el soldado combatiente tenga que resolver. Por esto es que resultan acertadas las palabras del diplomático inglés que decía que el político está mejor adiestrado para el combate que el soldado, puesto que el político combate durante toda su vida mientras que el soldado sólo lo hace excepcionalmente. La guerra no es ni el objetivo, ni el propósito de la política. Ni siquiera es su contenido. Con todo, es el pre-supuesto — en tanto posibilidad real permanentemente existente que define el accionar y el pensar del ser humano de un modo especial, suscitando con ello un comportamiento específicamente político.

Por eso es que el criterio de la diferenciación entre amigos y enemigos tampoco significa, de ninguna manera, que un determinado pueblo deba ser eternamente el enemigo o el amigo de otro determinado pueblo; o bien que una neutralidad no sea posible o que no pueda ser políticamente razonable. Es tan sólo que el concepto de la neutralidad, como todo concepto político, también está subordinado al pre-requisito último de una posibilidad real de establecer agrupamientos del tipo amigo-enemigo. Si sobre la faz de la tierra existiese tan sólo la neutralidad, no sólo sería el fin de la guerra; sería también el fin de la neutralidad misma — de la misma forma en que cualquier política, incluso una política de evitar el combate, termina cuando desaparece en forma absoluta toda posibilidad real de que se produzcan combates. Lo concluyente es siempre tan sólo que exista la posibilidad del caso decisivo del combate real, y de la decisión respecto de si este caso está, o no está dado.

Que el caso se produzca sólo en forma excepcional no anula su carácter determinante sino, por el contrario, lo fundamenta. Si bien las guerras no son hoy tan numerosas y frecuentes como antaño, no por ello ha dejado de aumentar su arrolladora furia total , en la misma y quizás hasta en mayor medida aún que en la que ha disminuido su número y su cotidianidad. Aún hoy el "casus belli" sigue siendo el caso planteado "en serio". Podemos decir que aquí, al igual que en otras cuestiones, es justamente la excepción la que adquiere un significado especialmente decisivo y pone al descubierto el núcleo de las cosas. Porque recién en el combate real queda demostrada la consecuencia extrema del agrupamiento político en amigos y enemigos. Es desde esta más extrema posibilidad que la vida del ser humano adquiere su tensión específicamente política.

Un mundo en el cual la posibilidad de un combate estuviese totalmente eliminada y desterrada, una globo terráqueo definitivamente pacificado sería un mundo sin la diferenciación de amigos y enemigos y, por lo tanto, sería un mundo sin política. Podría existir en él toda una variedad de interesantes contraposiciones, contrastes, competencias e intrigas de toda clase; pero razonablemente no podría existir una contraposición en virtud de la cual se puede exigir del ser humano el sacrificio de la propia vida y en virtud de la cual se puede autorizar a seres humanos a derramar sangre y a dar muerte a otros seres humanos. Para una definición del concepto de lo político tampoco aquí se trata de si se considera deseable arribar a un mundo así, sin política, como un estado ideal de cosas. El fenómeno de lo político se hace comprensible solamente a través de su relación con la posibilidad real de establecer agrupamientos del tipo amigo-enemigo, más allá de los juicios de valor religiosos, morales, estéticos o económicos que de lo político se hagan a consecuencia de ello.

La guerra, en tanto medio político más extremo, revela la posibilidad de esta diferenciación entre amigos y enemigos, subyacente a toda concepción política, y es por eso que tiene sentido solamente mientras esta diferenciación se halle realmente presente en la humanidad o, al menos, mientras sea realmente posible. Por el contrario, una guerra librada por motivos "puramente" religiosos, "puramente" morales, "puramente" jurídicos o "puramente" económicos, carecería de sentido. De las contraposiciones específicas de estas esferas de la vida humana no se puede derivar el agrupamiento amigo-enemigo y, por lo tanto, tampoco se puede derivar una guerra. Una guerra no tiene por qué ser algo devoto, algo moralmente bueno, ni algo rentable. En la actualidad probablemente no es ninguna de esas cosas. Esta simple conclusión se enmaraña la mayoría de las veces por el hecho de que las contraposiciones religiosas, morales y de otro tipo se intensifican hasta alcanzar la categoría de contraposiciones políticas y con ello pueden producir el decisivo agrupamiento combativo de amigos y enemigos. Pero en cuanto se llega a este agrupamiento combativo, la contraposición decisiva ya no es más puramente religiosa, moral o económica, sino política. La cuestión en ese caso es siempre tan sólo la de si un agrupamiento del tipo amigo-enemigo está, o no, dada como posibilidad concreta, o como realidad; más allá de cuales hayan sido los motivos humanos lo suficientemente fuertes como para producir ese agrupamiento.

Nada puede escapar a este rasgo consecuencial de lo político. Si la oposición pacifista a la guerra pudiese hacerse tan fuerte como para llevar los pacifistas a la guerra contra los no-pacifistas; si esa oposición desatase una "guerra contra la guerra", con ello no haría más que probar que tiene realmente fuerza política porque, en dicho caso, sería lo suficientemente fuerte como para agrupar a los seres humanos en amigos y enemigos. Si la determinación de evitar la guerra se hace tan fuerte que ya no retrocede ni ante la guerra misma, es simplemente porque se ha vuelto un móvil político, es decir: afirma, aunque más no sea como eventualidad extrema, a la guerra y hasta al sentido de la guerra. En la actualidad ésta parece haberse constituido en una forma especialmente extendida de justificar las guerras. La guerra se desarrolla así bajo la consigna de ser siempre la "última y definitiva guerra de la humanidad". Guerras de esta índole son, por necesidad, guerras especialmente violentas y crueles porque, transponiendo lo político, rebajan al enemigo simultáneamente tanto en lo moral como en las demás categorías, y se ven forzadas a hacer de él un monstruo inhumano que no sólo debe ser repelido sino exterminado, por lo que ya no es tan sólo un enemigo que debe ser rechazado hacia dentro de sus propias fronteras. Sin embargo, en la posibilidad de tales guerras puede demostrarse con especial claridad que la guerra, como posibilidad real, todavía existe en la actualidad y ello es lo único relevante en cuanto a la diferenciación entre amigos y enemigos y en cuanto a la comprensión de lo político.



jueves, 23 de agosto de 2012

Sobre la Felicidad





Por Séneca

Todos quieren vivir felices, mi querido Galión: pero para ver con claridad en qué consiste lo que hace una vida completamente bienaventurada, andan a ciegas. Y de tal manera no resulta sencillo conseguir esa vida feliz, que cada uno se aparta de ella tanto más, cuanto con mayor ahínco la busca; si ha equivocado el camino: porque, como quiera que éste conduce a la parte contraria, la misma vehemencia los impulsa a una mayor distancia. 

Es necesario, pues, que primeramente estudiemos en qué consiste la felicidad que apetecemos: una vez conseguido esto, hemos de mirar y examinar las cosas que nos rodean, con el fin de encontrar el camino más corto por donde podamos llegar a ella: conoceremos sobre la marcha, y por muy poco recto que sea el camino, el adelanto tan grande que conseguimos cada día, y lo mucho que nos vamos alejando de aquello a que nos empuja nuestro natural apetito. Pero mientras andemos errantes por todas partes, sin seguir los pasos de un guía, sino el estruendo y gritos disonantes que nos llevan a la distracción, la vida se nos irá acabando entre constantes errores y sin darnos tiempo a nada, puesto que ésta resulta muy corta, aun cuando trabajemos noche y día para el bienestar del espíritu.

Por consiguiente, es necesario determinar adónde vamos y por dónde; y no sin la ayuda de algún experto que haya explorado antes los caminos que hemos de recorrer: porque no se da aquí la misma circunstancia que en cualquier otro viaje. En éstas, conocido algún límite del camino, y preguntando a las gentes del país por donde se pase, no se sufren errores: en cambio aquí, cuanto más conocido sea y más trillado esté, nos engaña muchísimo mejor.

En nada, por consiguiente, hemos de poner mayor empeño que en no seguir, según acostumbran las ovejas, al rebaño que va delante y que caminan, no por donde se debe ir, sino por donde va todo el mundo. Porque ninguna cosa nos proporciona mayores desgracias que aquello que se decide por los rumores: convencidos, además, de que lo mejor es aquello que ha sido aceptado por la mayoría de las gentes, y de éstos tenemos muchos ejemplos; vivimos no según nos dicta la razón, sino por imitación.

De ahí ese amontonamiento tan grande de los unos que caen sobre los otros. Es lo mismo que sucede en las grandes aglomeraciones de hombres, cuando la multitud se comprime contra sí misma de tal manera que no cae nadie sin que arrastre a otro tras de sí, y la caída del primero siguen las de los demás: puedes comprobar cuando quieras que lo mismo sucede en todos los órdenes de la vida; nadie se equivoca solamente para él, sino que es causa y autor del error de los demás. Perjudica, pues, ser arrastrado por los que van delante, y mientras cada uno prefiere mejor confiarse que juzgar, jamás se medita sobre la vida, y siempre se cree en los demás; el error, que va pasando de mano en mano, nos hace dar vueltas y nos precipita al abismo, pereciendo por los malos ejemplos de los otros.

Acertaremos tan pronto como nos separemos de los demás; ahora, en cambio, la multitud se ha plantado en contra de la razón, como defensora de su perdición. Sucede aquí lo mismo que en las elecciones, en las cuales, después de haber elegido sus pretores, los mismos que los eligieron se sorprenden de haberlos votado, cuando el favor, en su huida, dio la vuelta alrededor de la asamblea. Aprobamos las mismas cosas que censuramos después; éste es el resultado de cualquier negocio donde se sentencia por el mayor número de votos.

martes, 21 de agosto de 2012

Mi Noción de Libertad





Por Friedrich Nietzsche


A veces el valor de una cosa no reside en lo que con ella se consigue, sino en lo que por ella se paga, en lo que nos cuesta. Consignaré un ejemplo. Las instituciones liberales, una vez impuestas dejan de ser pronto liberales; posterior­mente, nada daña en forma tan grave y radical la libertad como las instituciones liberales. Sabidos son sus efectos: socavan la voluntad de poder, son la nivelación de montaña y valle elevada al plano de la moral, empequeñecen y llevan a la pusilanimidad y a la molicie; con ellas triunfa siempre el hombre-rebaño.

El liberalismo significa el desarrollo del hom­bre-rebaño. Las mismas instituciones, mientras se brega por ellas, producen otros efectos; promueven también, en efecto, poderosamente la libertad. Bien mirado, es la guerra la que produce estos efec­tos; la guerra librada por las instituciones liberales, que como guerra perpetúa los instintos antiliberales. Y la guerra educa para la libertad. Pues ¿qué significa libertad? Que se tiene la voluntad de responsabilidad perso­nal. Que se mantiene la distancia jerárquica que diferen­cia. Que se llega a ser más indiferente hacia la penu­ria, la dureza, la privación y aun hacia la vida. Que se está pronto a sacrificar en aras de su causa vidas humanas, la propia inclusive. Significa la libertad que los instintos viriles, guerreros y triunfantes privan sobre otros instintos, por ejemplo, los de la “felici­dad”. El hombre libertado, y, sobre todo, el espíritu libertado, pisotea el despreciable bienestar con que sueñan mercachifles, cristianos, vacas, mujeres, ingle­ses y demás demócratas. El hombre libre es un gue­rrero.


¿Cuál es el criterio de la libertad en los individuos y los pueblos? La resistencia que es preciso superar, el esfuerzo que demanda el mantenerse arriba. (...) Ningún pueblo importante que llegó a ser un pueblo de valía, llegó a serlo bajo insti­tuciones liberales; solo un grave peligro hizo de él algo dignó de veneración: el peligro nos da la noción de nuestros recursos, nuestras virtudes, nuestras ar­mas, nuestro espíritu, nos obliga, en suma, a ser fuertes... Primer axioma: hay que estar obligado a ser fuerte o si no, no se lo es nunca. Esos grandes semilleros del hombre fuerte, del tipo humano más fuerte que se ha dado jamás, las comunidades aristo­cráticas al estilo de Roma y Venecia, entendían la li­bertad exactamente en el sentido en que yo entiendo la palabra “libertad”: como algo que se tiene y no se tiene; que se quiere, que se conquista ...

viernes, 17 de agosto de 2012

¿Se acabó definitivamente el Frente Orden Nacional?




Desde hace unos días mi sorpresa fue mayúscula al ver que uno de los movimientos más acérrimos y consecuentes con el Ideal y Cosmovisión Nacionalsocialista en CHILE haya finalmente (bajo la presión de la prensa buitre y el Movilh) decidido a detener su actuar. El movimiento del que hablo es el FRENTE ORDEN NACIONAL (FON), el cual ya llevaba 8 años de riguroso activismo, compromiso y militancia por la Causa NS. Los motivos de su descenso los expongo textualmente a continuación:

"En atención a los acontecimientos que a partir del pasado mes de Julio han afectado al Movimiento, su Directorio ha debido evaluar en su totalidad la actual situación de la organización, a fin de proceder de la manera que resultare más prudente para con sus integrantes y necesidades.

Es por esto que, mediante decisión definitiva e irrevocable, se ha determinado la disolución total de Frente Orden Nacional, medida cuyo alcance comprende a todos y cada uno de los militantes, directores, Sedes, Secciones, sitios de Internet, y medios de difusión que hasta la fecha han servido al Movimiento. Por lo tanto, a partir de hoy, toda persona, agrupación o sitio de Internet, que bajo cualquier pretexto se atribuyere la representación de Frente Orden Nacional, o que sin hacer esto, se identificare con símbolos, imágenes, documentos u otros elementos propios de la organización, no comprometerá de forma alguna la responsabilidad de este ya disuelto Movimiento, ni a quienes en él hayan tomado parte.


Las razones que han motivado nuestra determinación son principalmente dos:


1. El reciente, viruliento y malintencionado acoso mediático llevado a cabo por MOVILH, “Judíos por la Diversidad”, “Comunidad Judía de Chile”, “Canal 13”, y “Chilevisión”, que, tras haber generado ambientes hostiles hacia nuestros militantes en hogares, barrios, liceos, universidades y entornos laborales, ha tornado en intolerable la sana convivencia cotidiana, incluso, motivando agresiones contra la propiedad e integridad física de las personas vinculadas a nuestro Movimiento. Si bien nosotros no tememos a la ruina y recibimos de cara al sol a la desgracia, es injusto que familiares y amigos tengan que cargar con la porquería escupida por las víboras cínicas del Lobby Gay-Sionista.

2. La decisión de cesar toda actividad política y social para concentrar esfuerzos en brindar la mayor y mejor ayuda posible a nuestro camarada Bernardo Mora. La presión ejercida por MOVILH, “Judíos por la Diversidad”, “Comunidad Judía de Chile”, y el periodismo-basura amarillista, bajo, poco ético y vendido de Claudio Mardones (Chilevisión), además de haber provocado el despido de Don Bernardo Mora de la empresa de seguridad en que prestaba servicios, ha generado un intenso desprestigio en su contra, lo que sumado a las complicaciones inherentes a su avanzada edad, ha dificultado su acceso a un nuevo empleo.

Queremos poner término a la irresponsable manipulación que la prensa chilena ha hecho de la imagen de Frente Orden Nacional, convirtiéndola en un producto comercial funcional a sus decadentes obsesiones por el rating y la venta de ediciones impresas, prescindiendo de informar objetiva y fundada, y explotando sin escrúpulos el morbo de las masas: ella nos ha atribuido gratuita y recurrentemente una supuesta ilegalidad y participación en hechos delictuales que jamás pudieron ser probados.

En concordancia con lo anterior, hemos decidido también tomar las acciones legales correspondientes contra el ex militante del Movimiento que, sirviendo al Sistema, estuvo dispuesto a recurrir a una organización de homosexuales (como es MOVILH), y ofrecer información personal, imágenes, y acusaciones infundadas contra Frente Orden Nacional.

A lo largo de nuestra existencia política, denunciamos la presencia en Chile de un poderoso Lobby dirigido por el Sionismo y el Movimiento LGTB, mediante el cual, y bajo pretexto de reivindicar derechos de las minorías, han manipulado sentimentalmente a la opinión pública e instituciones estatales, todo con la única finalidad de consolidar los objetivos inherentes a sus particulares ideologías y agendas internacionales. El Estado-títere ha sido entregado en bandeja, ahora que responda ante el Pueblo por los crímenes contra la Libertad que cometerá en nombre del “bien común”, que sólo representa a unos pocos.

Sabemos que esta determinación será reprobada por muchos, del mismo modo que otros no dudarán en expresar su dicha al conocerla, todo lo cual, no obstante, no ha pasado de ser un simple detalle en nuestra previsión, porque no ha sido el deseo por complacer la opinión de terceros lo que ha guiado nuestra existencia en estos ocho años de lucha, sino la voluntad resuelta de sus militantes por actuar consecuentemente con sus ideales.

La Democracia chilena no pasa de ser un cadáver pálido profanado por buitres egoístas. Disfruten su festín hasta el Despertar de Nuestro Pueblo.

Militantes, colaboradores, simpatizantes, traidores, enemigos dignos e indignos: un sincero agradecimiento a ustedes por su constancia. Un saludo, brazo derecho en alto. Heil Hitler".

Texto el cual también lo pueden encontrar en su website: www.chilens.org

Militantes del FON, sólo están dormidos, pero no muertos. Nos temen. Llegará el Renacer y Despertar de CHILE para cada uno de sus hijos. NueStra Lucha no empezó hoy ni terminará mañana ¡Vamos por todo!

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Stratega

jueves, 9 de agosto de 2012

Long live to Golden Dawn




"El Nacionalismo no existe sin el elemento social. NueStro Socialismo es NueStro amor activo para con NueStra Nación y NueStro Pueblo, que sobre todo ahora está pasando por momentos muy difíciles, y el deber de un Movimiento Nacional de verdad, es apoyar a estas personas y lograr la JUSTICIA SOCIAL" - Amanecer Dorado.