miércoles, 17 de julio de 2013

Una introducción al Nacional Anarquismo




Por Pablo Guillén


Tal y como yo lo concibo, el Nacional Anarquismo se basa en la agrupación en sociedades de personas con un ideal común, y no que intentan poner en común sus ideales.

A primera vista puede tacharse de pecar de excesivo utopismo, pero no más que cualquier otra tendencia que el grupo de poder no quiera permitir establecerse.

Como todo sistema, no goza de perfección: son evidentes los retrasos tecnológicos, médicos e industriales que, en un primer momento, seguramente provocaría la vida en poblaciones pequeñas, dispersas y desconectadas políticamente. Aun así, estoy seguro de dos puntos:

1.- La necesidad acabaría poniendo en común diversos intereses, por los que distintos grupos podrían cooperar para la resolución conjunta de dichas cuestiones.
2.- Lo que se tiene hoy, puede echarse en falta mañana, pero pasado no existe. Quién no accede a algo no lo añora y tiene su ausencia por la normalidad.

Es importante recalcar que, como en todo sistema de organización, el mantenimiento se garantiza con la compensación de sus carencias. Lo que esta forma política tiene que ofrecer, es la exaltación del individualismo mediante la supresión en lo posible de las leyes: ciudadanos que compartan reacciones, apetencias, puntos de vista y valores, podrían actuar independientemente del grupo sin incumplir ninguna ley moral de ninguno de los miembros del mismo, pues para todos son, de forma natural, es decir, sin imposición, las mismas. En otras palabras, no te preocupes de lo que vayas a hacer, quienes viven contigo lo harían igual.

Puede objetarse que no hay seres humanos idénticos los unos a los otros, entiéndase esto en un sentido no físico, y es cierto. No obstante los grupos no deberían reunirse por un global ideológico que cubra cada aspecto de la vida, sino por sus prioridades, o séase, por aquellos valores que le gustarían ver fundamentales y fomentados en su sociedad, en vez de impedidos o censurados, por ser los que garantizan su felicidad.

Así y todo, es la ley un hecho necesario. Es obvia la existencia de grupos cuyas motivaciones puedan ser disfuncionales y les impida una duración prolongada. De esto se sigue que sus integrantes busquen formar parte de otros grupos con mayor éxito, con la consiguiente mezcla de ideas políticas: los recién llegados no traerían de forma natural las normas no escritas de la sociedad receptora. Por lo tanto, sería necesario materializar, plasmar esas costumbres en leyes, para que los que no las comparten asuman su cumplimiento de forma voluntaria. Con ello, la ley estaría presente, pero para los ciudadanos fundadores no representaría carga alguna, por no ser un reglamento que recae sobre su cultura, sino su cultura que se convierte en reglamento. Sería un "actúo sin cohibición, pues, aun sin buscarlo, tengo la certeza de estar cumpliendo la ley en todo momento".

Con respecto a las relaciones intergrupales, cabe decir que esencialmente serían comerciales, científicas y en general amistosas, aunque requisito fundamental de que lo fueran, es el desligamiento de los pueblos a la tierra. La conciencia de propiedad que se sigue del Nacional Anarquismo es la siguiente:

Nada pertenece a nadie si no es porque se acepta de forma global que así sea. No existe la propiedad absoluta. De este modo, los recursos naturales se comparten de forma igualitaria y se dispone de ellos ocupen el territorio que ocupen.

Añadir, además, que las siguientes generaciones de la fundadora no tendrían por qué compartir el pensamiento de sus progenitores, y podrían marcharse a vivir a otros grupos junto a individuos que también podrían, con el tiempo, preferir un cambio político, estableciéndose así no sólo una relación de amistad mediante estos conocidos con las demas comunidades, sino una relación familiar, de consanguinidad.

El objetivo a conseguir es la desacralización de la cultura: ésta ya no debe entenderse en pasado, como algo a conservar y a convertir en doctrina, sino en presente y con miras al futuro, transformándose en algo maleable de forma activa, cuya modificación implique siempre funcionalidad (diferente para cada grupo), asegurando una rápida adaptación a las necesidades. Crear, digamos, una cultura plástica con capacidad para reconvertir lo que en un principio se le plantee como problema, a modo de herramienta para la convivencia.

Automáticamente puede presentarse en nuestra mente como el gran enemigo de esta idea, el imperialismo, que ya acabó con los pequeños pueblos una vez tras otra en la antigüedad. Empero, cabe decir que el Nacional Anarquismo ha de mantenerse unido en la diversidad, latiendo como elemento común en todos los individuos, tome la forma que sea su bandera; ya sea el comunismo, el anarquismo, el fascismo, el catolicismo, el islamismo, el judaísmo o cualquier otro ismo: todos quieren seguir viviendo como viven y comulgan en ello.

El enemigo de un pueblo es el enemigo de todos, pues no ataca a una sola sociedad, sino a toda una comunidad de sociedades, a su raíz común, a su posibilidad esencial: la libertad para ser y el respeto para que sean. Por eso se vive como individuo y se lucha como nacional anarquista.

Aquí se presenta el carácter ínfimamente prescriptivo de esta forma de la política. No se recomienda ningún sistema económico, político o religioso, de lo que se derivan infinitas posibilidades de organización, unidas todas ellas por un mismo principio fundamental: decide tu forma de vida sin imponerla a los demás, pidiendo tú a cambio solamente lo mismo.

4 comentarios:

José Puente dijo...

vaya empaná que tienes, chaval

aktionreinhard dijo...

Los movimientos NA vigentes reivindican justamente esa "empaná" o ensalada ideológica, que se plantea como una receta fresca y renovadora para superar las añejas fórmulas.

Ricardo Hector dijo...

Que opinan de Lenin ?

aktionreinhard dijo...

Ricardo Hector: Tanto el NA como el Anarquismo Clásico desechan toda ramificación del marxismo y de la "Dictadura del Proletariado". Es más, cualquier relación que se pretenda hacer entre Marxismo y Anarquismo es una falacia.

La oposición entre el marxismo-leninismo y el Anarquismo no reside tan sólo en la diversidad de sus métodos tácticos, sino en primer término en diferencias de principios. Se trata de dos concepciones distintas sobre la posición del individuo en la sociedad, de dos interpretaciones diferentes del Socialismo.