Por Pablo Guillén
Tal y como yo lo concibo, el
Nacional Anarquismo se basa en la agrupación en sociedades de personas con un
ideal común, y no que intentan poner en común sus ideales.
A primera vista puede tacharse
de pecar de excesivo utopismo, pero no más que cualquier otra tendencia que el
grupo de poder no quiera permitir establecerse.
Como todo sistema, no goza de
perfección: son evidentes los retrasos tecnológicos, médicos e industriales
que, en un primer momento, seguramente provocaría la vida en poblaciones
pequeñas, dispersas y desconectadas políticamente. Aun así, estoy seguro de dos
puntos:
1.- La necesidad acabaría
poniendo en común diversos intereses, por los que distintos grupos podrían
cooperar para la resolución conjunta de dichas cuestiones.
2.- Lo que se tiene hoy, puede
echarse en falta mañana, pero pasado no existe. Quién no accede a algo no lo
añora y tiene su ausencia por la normalidad.
Es importante recalcar que, como
en todo sistema de organización, el mantenimiento se garantiza con la
compensación de sus carencias. Lo que esta forma política tiene que ofrecer, es
la exaltación del individualismo mediante la supresión en lo posible de las
leyes: ciudadanos que compartan reacciones, apetencias, puntos de vista y
valores, podrían actuar independientemente del grupo sin incumplir ninguna ley
moral de ninguno de los miembros del mismo, pues para todos son, de forma
natural, es decir, sin imposición, las mismas. En otras palabras, no te
preocupes de lo que vayas a hacer, quienes viven contigo lo harían igual.
Puede objetarse que no hay
seres humanos idénticos los unos a los otros, entiéndase esto en un sentido no
físico, y es cierto. No obstante los grupos no deberían reunirse por un global
ideológico que cubra cada aspecto de la vida, sino por sus prioridades, o
séase, por aquellos valores que le gustarían ver fundamentales y fomentados en
su sociedad, en vez de impedidos o censurados, por ser los que garantizan su
felicidad.
Así y todo, es la ley un hecho
necesario. Es obvia la existencia de grupos cuyas motivaciones puedan ser
disfuncionales y les impida una duración prolongada. De esto se sigue que sus
integrantes busquen formar parte de otros grupos con mayor éxito, con la
consiguiente mezcla de ideas políticas: los recién llegados no traerían de
forma natural las normas no escritas de la sociedad receptora. Por lo tanto,
sería necesario materializar, plasmar esas costumbres en leyes, para que los
que no las comparten asuman su cumplimiento de forma voluntaria. Con ello, la
ley estaría presente, pero para los ciudadanos fundadores no representaría
carga alguna, por no ser un reglamento que recae sobre su cultura, sino su
cultura que se convierte en reglamento. Sería un "actúo sin cohibición,
pues, aun sin buscarlo, tengo la certeza de estar cumpliendo la ley en todo
momento".
Con respecto a las relaciones
intergrupales, cabe decir que esencialmente serían comerciales, científicas y
en general amistosas, aunque requisito fundamental de que lo fueran, es el
desligamiento de los pueblos a la tierra. La conciencia de propiedad que se
sigue del Nacional Anarquismo es la siguiente:
Nada pertenece a nadie si no es
porque se acepta de forma global que así sea. No existe la propiedad
absoluta. De este modo, los recursos naturales se comparten de forma
igualitaria y se dispone de ellos ocupen el territorio que ocupen.
Añadir, además, que las
siguientes generaciones de la fundadora no tendrían por qué compartir el
pensamiento de sus progenitores, y podrían marcharse a vivir a otros grupos
junto a individuos que también podrían, con el tiempo, preferir un cambio
político, estableciéndose así no sólo una relación de amistad mediante estos
conocidos con las demas comunidades, sino una relación familiar, de
consanguinidad.
El objetivo a conseguir es la desacralización
de la cultura: ésta ya no debe entenderse en pasado, como algo a conservar y a
convertir en doctrina, sino en presente y con miras al futuro, transformándose
en algo maleable de forma activa, cuya modificación implique siempre
funcionalidad (diferente para cada grupo), asegurando una rápida adaptación a
las necesidades. Crear, digamos, una cultura plástica con capacidad para
reconvertir lo que en un principio se le plantee como problema, a modo de
herramienta para la convivencia.
Automáticamente puede
presentarse en nuestra mente como el gran enemigo de esta idea, el
imperialismo, que ya acabó con los pequeños pueblos una vez tras otra en la
antigüedad. Empero, cabe decir que el Nacional Anarquismo ha de mantenerse
unido en la diversidad, latiendo como elemento común en todos los individuos,
tome la forma que sea su bandera; ya sea el comunismo, el anarquismo, el
fascismo, el catolicismo, el islamismo, el judaísmo o cualquier otro ismo:
todos quieren seguir viviendo como viven y comulgan en ello.
El enemigo de un pueblo es el
enemigo de todos, pues no ataca a una sola sociedad, sino a toda una comunidad
de sociedades, a su raíz común, a su posibilidad esencial: la libertad para ser
y el respeto para que sean. Por eso se vive como individuo y se lucha como
nacional anarquista.
Aquí se presenta el carácter
ínfimamente prescriptivo de esta forma de la política. No se recomienda ningún
sistema económico, político o religioso, de lo que se derivan infinitas posibilidades
de organización, unidas todas ellas por un mismo principio fundamental: decide
tu forma de vida sin imponerla a los demás, pidiendo tú a cambio solamente lo
mismo.
4 comentarios:
vaya empaná que tienes, chaval
Los movimientos NA vigentes reivindican justamente esa "empaná" o ensalada ideológica, que se plantea como una receta fresca y renovadora para superar las añejas fórmulas.
Que opinan de Lenin ?
Ricardo Hector: Tanto el NA como el Anarquismo Clásico desechan toda ramificación del marxismo y de la "Dictadura del Proletariado". Es más, cualquier relación que se pretenda hacer entre Marxismo y Anarquismo es una falacia.
La oposición entre el marxismo-leninismo y el Anarquismo no reside tan sólo en la diversidad de sus métodos tácticos, sino en primer término en diferencias de principios. Se trata de dos concepciones distintas sobre la posición del individuo en la sociedad, de dos interpretaciones diferentes del Socialismo.
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